Chapitre Dix

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ANYA MASON

Vestí una camisa blanca cuyos puños se ajustaba en mis muñecas y las mangas apenas quedaba abultadas, fajé esta misma con la falda lila que llegaba unos centímetros por debajo de mi rodilla y complemente el atuendo con unas zapatillas stiletto blancas y un blazer morado que me ajustaba perfecto. Las unicas joyas que usaba era un par de pendientes sobrios que lucirían muy bien con la media cola que se tensaba en mi cabello negro.

Este era el primer evento público en el que me presentaría en solitario, sin contar la presencia de mi compañero. Para la empresa y para el apellido de la familia era importante que siguiéramos manteniendo la buena impresión que había sembrado, para ello solamente teníamos que asistir al recorrido y cumplir sin problema alguno con la tarea asignada.

La casa de retiro de la tercera edad era un lugar importante para nuestra especie, en ella habitaban muchos brujos y brujas que han dado de sí para que nuestro entorno sea lo que hoy en día conocemos. Con el recorrido no solo se pretendía evaluar la estructura, sino también asistir a una comida con todos los inquilinos que se daría al finalizar.

Me memoricé cada detalle del cronograma dado que leí varías veces el mismo documento en uno de mis muchos intentos por enfocar mi mente que por alguna no dejaba de evocar el momento exacto en que Daemon me llamaba hipócrita. Lo que más me enojaba era que no se equivocaba del todo, puesto que no lo traté de lo mejor y no era su culpa, era la mía por comportarme como una perra a causa de la sombra de un pasado que me costaba dejar en el olvido.

Solté un suspiro largo y cansado, lista para enfrentar este día y para disculparme por mi error. Suena demasiado estúpido, pero era lo correcto.

No olvides quién eres.

Al salir de mi habitación noté el ambiente tranquilo, conforme descendí las escaleras no me percaté de la presencia de Daemon, sin embargo, alguien mucho menos simpático apareció. Su cabello castaño y ondulado se movía al ritmo de sus pasos, mientras su mirada me analizaba de pies a cabeza. Independiente de todo lo que me han dicho, había algo que no me gustaba y por cómo podía darme cuenta era mutuo.

—¿Vas a misa o es que hoy hicieron un grupo de mojigatas anónimas? –se burló al pasar por mi lado.

La verdad es que no me molesté en contestarle, no me rebajaría a su nivel, tampoco me interesaba empezar una pelea cuando no sabía que tan mal iba ser mi día. Su propósito era hacerme enojar y probablemente estropear esta oportunidad, por supuesto que no la complacería.

—Oye, muda –me detuve al pie de la escalera cuando me percaté que Aliza se dirigía a mi–. No sé si no te enseñaron modales en el orfanato, pero una mujer de sociedad debe de contestar cuando se le habla.

Respiré profundamente continuando mi camino hacia la puerta. Ignoraría la sarta de estupideces que saldrían de su boca ya que para pelear se requiere de dos.

—¡Por eso tus padres te abandonaron! –gritó sin importarle que alguien la escuchara.

Ese comentario me afectó al punto de sentir las palabras a punto de brotar con el mismo desprecio que ella intentaba ocultar en sus palabras envenenadas, o al menos eso planeaba hasta que la interferencia de alguien me sorprendió.

—Basta, Aliza –la regañó. Daemon al parecer había escuchado todo y no lucía nada contento con aquella figura femenina que gozaba con su odio sin sentido–. Vete a tu habitación, no querrás tener un problema con la familia, ¿o sí? –espetó severo.

Su mirada casi me mató antes de dirigirla al rubio que bajaba las escaleras. —Eres un imbécil –torció la boca al tiempo en que se retiraba.

Intentaba contener mis lagrimas al mismo tiempo que regulaba mi respiración que se tornó demasiado pesada; los pasos de Daemon se escuchaban cada vez más fuertes por su cercanía, así que solo salí de la mansión y caminé hasta llegar el auto que estaba a nuestra espera. El chófer no averiguo acerca de lo que ocurría, solo se limitó a abrir la puerta para que entrara. A los pocos minutos dejé de estar sola cuando mi compañero se incorporó en el asiento de a lado. 

Sinners HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora