Daemon Mason
—Madison ¡Carajo! —enredé mis dedos en su cabello castaño profundizando lo que hacía.
—Joven Mason, lamento interrumpir, pero su madre ha mandado una carta —la voz molesta de la azafata me sacó del clímax.
Mire con mala gana como las mejillas de la mujer se sonrojaban al presenciar cómo la chica de rodillas tomaba mi miembro con la boca como si de un caramelo se tratara. Con manos temblorosas me extendió el sobre, el cual agarré de mala gana.
—Vete —apenas escuchó mi orden desapareció.
Quizá debería de leer la carta que me envió mi madre ahora que estaba viajando de regreso a Londres, pero no me apetecía en este momento, mejor seguía con mi asunto.
Mi viaje por Francia e Italia me ayudó a sacar lo zorra y ninfómana que era Madison, en pocas palabras la volví mi puta personal.
Prueba de ello era que no le importó continuar lamiendo mi miembro de una manera poco inocente aún con la interrupción que se había presentado; todavía recuerdo la primera vez que se atrevió a chupármela, era un asco, aunque su lengua era ágil y eso la ayudó.
Y todo, por ganar esa apuesta con Aliza.
La chica entre mis piernas se estaba tomando su tiempo, no me molestaba, pero algo me había desesperado hasta tal punto de clavar mis dedos en su mandíbula deteniendo sus mamadas y ser yo quien follara esa boca.
Madison ya me había dejado de excitar desde hace mucho tiempo atrás, así que mientras buscaba mi liberación, tuve que cerrar los ojos e imaginar a mi chica ideal: una mujer de cabello negro, con curvas mortalmente deliciosas, tetas no tan grandes, pero tampoco tan chicas, pezones rosados y un coño del cielo.
Esa imagen, más la humedad y calidez de la boca de esta puta hizo que me corriera en un dos por tres.
—Traga —le ordené.
Ella asintió mientras las lágrimas corrían por sus mejillas por la profundidad en la que se encontraba mi miembro en su boca. Una vez que acabé, me acomodé el pantalón y me reincorporé en mi asiento.
—¿Crees que algún día podrías ser menos tosco? —espetó acomodándose la ropa.
No entendía de qué se quejaba, si antes de que me viniera en su patética boca la había follado hasta hacerla correrse.
¿Qué se podía esperar de una primeriza?
—No. Recuerdas que soy un hombre sin alma —pellizque su barbilla con el pulgar e índice.
Me manoteó, por lo que me irritó más y provocó que la agarrara del cuello y la acercara.
—Antes no eras así.
—Antes solo era una fachada y tú lo supiste ¿hace cuánto? ¿tres, cuatro días atrás? Tuviste el chance de irte, pero no, querías que te siguiera follando como lo que eres —la solté.
—Tú sabes porque me quedé —ella intentó acariciar mi mejilla, pero la detuve. Las muestras de afecto me asqueaban—. Me enam...
—Cállate —sus ojos se empañaron y sus manos empezaron a moverse de manera nerviosa—. Maddy, no nos engañemos –cambié de estrategia y modulé mi voz a una más tranquila porque odiaba con todo mi ser verla llorar, en general ver llorar a cualquier mujer. Contradictorio, lo sé–. No quiero una relación.
—Daemon, es que yo...
Puse mi dedo índice en sus labios. —Cuando estemos en Londres podríamos vernos de vez en cuando para follar o ya sé, quizá y te ayude a que te enamores de alguien más, pero ten por seguro que yo no soy ese alguien.
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Sinners Heart
Fantasy[+21] Mason era uno de los apellidos más respetados y poderosos que se escuchaba alrededor del mundo, pero las decisiones de esta familia no solo provocaron el posible quiebre de su imperio sino el posible exilio del mundo mágico al que pertenecen. ...