ANYA MASON
Me desperté con los rayos de sol que se filtraban a través de las persianas y un frío que rara vez sentí en comparación con la noche anterior. Al principio, no sabía el origen de esta sensación, hasta que me di cuenta de que no había dormido sola. Instintivamente, me giré hacia un lado de la cama y noté que el espacio donde debería estar Daemon estaba vacío.
Por alguna razón, mi cerebro disoció lo que pasó, llevándome a creer que tal vez todo era producto de un sueño erótico a causa del alcohol y el deseo. Sin embargo, supe que ese no era el caso tan pronto como miré hacia abajo y me di cuenta de que la mitad de mis senos estaban descubiertos; rápidamente tiré de la sábana hacia la abertura, como si fuera una barrera protectora.
Los recuerdos emergieron más nítidos e intensos que al principio; sus labios tocando los míos, nuestras caricias quemando cada rincón de nuestra piel, marcando los puntos exactos y los jadeos que se convirtieron en la banda sonora de nuestra noche. Todavía podía sentir las sombras de cada uno de ellos mientras mis mejillas ardían y mis piernas se apretaban. Puede que aún no hayamos tenido sexo, pero ese momento íntimo fue demasiado para mí, recordándome lo bien que se siente estar vivo y ardiendo con el deseo que crece cada día.
Me senté a un lado, preguntándome si la tensión que tantas veces sentíamos provocaría acercamientos más calientes o, como me dijo al principio, me daría lo que tanto buscaba en los libros.
Su olor impregnado en las sábanas y las almohadas me llevaba a cavilar en sus labios rojos e hinchados aclamando los míos, su pecho desnudo, sus ágiles dedos explorando mi cuerpo y sus ojos teñidos de gris acero, oscurecidos por la lujuria. Mi cuerpo anhelaba volver a repetir ese momento, aumentando las ganas de que regresara a la cama para besarlo por todo el rostro y el cuerpo.
Pero después de unos minutos entendí que no sería posible. El deseo refrenado por su tardanza me empujó fuera de la cama hacia el baño. El espacio impoluto con tonos oscuros y blancos destila elegancia en todos los sentidos de la palabra; lavabo doble con espejo retroiluminado, mampara ahumada, retrete privado, sistema de iluminación regulable y suelo de mármol con algunos toques dorados.
Me paré frente al espejo justo antes de tomar una ducha. Mi reflejo era un desastre, una cosa maravillosa, si puedo decirlo de esa manera. Por primera vez me permití un placer exquisito, y el resultado se marcaba en mi cabello negro desordenado y en la camisa sin botones que dejaba ver mi escote. Sutilmente pasé mis dedos por la abertura, zigzagueando a lo largo de mi vientre hasta llegar al borde de mis bragas; el cosquilleo que me dio no tenía nada que ver con el que Daemon ocasionó, lo que significaba que estaba jodida.
Quiero más, mucho más...
Desistí de todo contacto, eligiendo entrar a la ducha para calmar este deseo persistente. Cuando terminé, me vestí con la ropa de ayer, me sequé el cabello con magia y salí de la habitación. El silencio era preocupante porque no sabía dónde estaba él, ¿qué estaba haciendo que tardaba tanto en regresar? Algo dentro de mí se alarmaba y no de la mejor manera, es como un reloj interno que hace tictac.
Sé que algunos de estos sentimientos de inseguridad son el resultado de un pasado plagado de hechos y errores de los que no estoy orgullosa. Mejor empujé esas emociones negativas para dar paso a la ilusión de lo que me prometieron. No sé si con Daemon entraré en un camino lleno de pétalos o lleno de escombros que destrozarán lo que me queda.
Mi búsqueda se tornó mucho más rápida de lo que pensaba porque además del área común había dos cuartos de huéspedes y otros dos cuartos, los cuales estaban cerrados. El problema fue no darme cuenta de que estaba sola, sino que él se había ido.
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Sinners Heart
Fantasy[+21] Mason era uno de los apellidos más respetados y poderosos que se escuchaba alrededor del mundo, pero las decisiones de esta familia no solo provocaron el posible quiebre de su imperio sino el posible exilio del mundo mágico al que pertenecen. ...