Sinners Heart

Chapitre Vingt-deux

Anya Mason

¿Cómo es posible que me haya quedado dormida con Daemon? ¿Acaso estaba demasiado exhausta o simplemente me sentía demasiado cómoda a su lado? ¿Habrá huido al darse cuenta de que me quedé con él? Tal vez lo haya hecho, aunque no sería la primera vez, pero si no lo hizo y si...

¡Alto, Anya!

«—Te mentí ».

La confesión fue auténtica; esta vez, no era fruto de mi imaginación. A pesar de estar borracho, sus palabras resonaron con sinceridad. Sin embargo, me asaltó la duda: ¿y si solo las dijo para seducirme? ¿Sería capaz de hacerlo? Aunque es posible, no tenía necesidad de recurrir a esa táctica, pues ya había decidido quedarme. Por lo tanto, no había razón para engañarme.

Entonces, ¿cuál fue la razón detrás de su partida? No es que me quedara esperándolo, eso habría sido vergonzoso y humillante. Ya permití una vez que me lastimara, pero no lo haría de nuevo. Tenía dignidad y no estaba dispuesta a someterme a esa situación otra vez.

¿Por qué Daemon siempre dejaba un caos a su paso? Me sentía completamente desequilibrada, como si no tuviera control sobre las reacciones de mi cuerpo o cómo mi razón se desconectaba, permitiendo que mis impulsos tomaran las riendas. Mis emociones eran abrumadoras, y no poder dominarlas me volvía errática, lo cual no era bueno, especialmente cuando esta noche debía mantener la mente fría para tratar con el ministro sueco.

Enfócate.

Suspiré y me dejé caer en la cama, notando cómo su superficie fría y rígida contrastaba con la agitación que se apoderaba de mi mente. A pesar de estar en la calma de mi habitación, la ansiedad me mantenía inquieta justo en el momento en que más necesitaba descansar y tranquilizarme.

Aprovechando mi estado, decidí tomar acción levantándome rápidamente de la cama para buscar los documentos que mi padre me había entregado. Me habían otorgado el poder para negociar en nombre de la familia, por lo que era crucial estudiar detenidamente el caso y encontrar una solución que beneficiara a ambas partes involucradas.

هههههههه

Una vez que terminé de arreglarme el cabello, me puse de pie y eché un vistazo a mi reflejo. Debo admitir que Amelia tenía razón, el vestido que seleccionó me quedaba mucho mejor que el día que me lo probé.

Este presentaba mangas largas y cuello redondo. La tela de fondo era de un elegante color crema, y sobre ella se superponía una tela traslúcida en negro, creando un efecto sutil de gris. Como detalle distintivo, el vestido estaba adornado con lentejuelas color verde esmeralda que decoraban toda la prenda. Un cinturón de satén del mismo verde resaltaba en mi cintura, del cual se desprendía una elegante cola.

Para no restarle atención a mi vestimenta, recogí mi cabello en un moño cuidadosamente arreglado. También opté por maquillar mis ojos con colores neutrales y realzar mis labios con un labial rojo. Evité usar joyas llamativas a toda costa, ya que hacerlo podría sobrecargar mi imagen.

"Menos es más", la regla de oro de mamá.

Salí de mi habitación, ya que la hora del evento se acercaba. Caminé por el pasillo y descendí las escaleras con gracia y seguridad. Mientras mantenía mi mirada en cada escalón y mi mano se deslizaba con delicadeza por el barandal. Con cada paso que daba, sentía un creciente nerviosismo, pero me aseguraba de mantener mi porte y elegancia en cada movimiento.

Podría decirse que me sentía tranquila porque aún no había visto a Daemon ni habíamos hablado sobre cómo abordar el evento juntos. De alguna manera, omitirlo de los planes me brindó cierta calma, ya que al menos nuestro drama no interferiría en el evento. Suena loco, pero esa ausencia momentánea de complicaciones me permitió concentrarme en lo que tenía por delante.