Chapitre Sept

569 53 20
                                    

ANYA MASON

—Buenas tardes.

Me sorprendí al encontrar otro par de ojos grises, solo que estos eran mucho más intensos que los que poseía Elijah.

—Estás muy hermosa –espetó mi padre cuando me acerqué–. ¿Vas a salir?

La presencia de Daemon no podía ser pasada por alto, no sé si era por la forma en que me miraba, el olor peculiar que siempre predominaba cada que estaba en una misma habitación o el simple hecho que emanaba una extraña vibra.

—Nate me invitó a almorzar. Espero que no te moleste.

—Para nada, hoy tengo buena compañía –volteó a ver a su nieto, quien ciertamente lucia desconcertado.

¿Se encontraba bien?

Por primera vez desde que entré al comedor le dediqué un poco de atención, su postura no cambió mucho, aunque sí hubo un leve cambio en algunas facciones de su rostro, como en su mentón que pareció relajarse un poco.

—Entonces estás en buenas manos –dejé un beso en su mejilla.

—Por supuesto que sí –respondió.

—Me refería a Daemon –me reí al notar la cara de sorpresa de Elijah.

Miré a Daemon con un gesto amable, era lo menos que podía hacer ante la compañía que le estaba brindando a mi padre. Él respondió del mismo modo, solo que de alguna forma podía percibir algo extraño en esa sonrisa corta que formaban sus labios.

—Señorita Anya, el joven Nate está esperando en la puerta –anunció el elfo.

—Espero que tengan un almuerzo ameno. Los veo después –me despedí.

Al irme acercando a la entrada me sentía nerviosa, no quise mencionar que esta comida era diferente. No se trata solo de ir a un restaurante, sino de conocer a Amelia Mason, la única mujer que había decidido alejarse de toda la familia.

Alejé aquella sensación que amenazaba con ponerme inquieta, rara vez solía ponerme nerviosa, sin embargo, desde que llegué a esta familia podía sentir más y más esa necesidad de control que hace mucho no había requerido.

Al salir de la mansión me topé con la presencia de Nate, quien vestía un pantalón de tela negra, una playera de cuello alto camel y un saco café oscuro. No entiendo por qué me esperó afuera, pero tampoco le tomo mucha importancia, la imagen que daba a plena luz de día no era tan mala a la vista.

—¿El abuelo se enojó por haberle robado a su compañera? –negué con una sonrisa a boca cerrada–, ¿entonces...?

—No te preocupes –acorté la distancia entre nosotros, estar a su lado dejaba en evidencia que su altura me pasa un poco–, tiene buena compañía.

—Lo dudó.

—Mh –ladeé mi cabeza–. Se veía muy cómodo con... –pensé dos veces antes de inmiscuirme dónde no debía.

—¿Con? –preguntó con curiosidad.

Negué con la cabeza. —Vamos, se nos hace tarde.

Agarré su mano y jalé de ella hacia el auto de lujo que esperaba por nosotros, era algo espontáneo, un poco fuera de lugar visto desde mi perspectiva, pero que me ayudó a distraer su curiosidad.

No es que me fuera a meter en problemas, simplemente había notado que Daemon no era santo de devoción de Nate, tampoco podía afirmar que fuera así ya que en ningún momento lo he escuchado hablar al respecto.

—Lista para conocer a...

—¿Tu hermana? –asintió. No supe qué decirle en ese momento, solo hice un leve movimiento de cabeza que sacó una sonrisa en ambos.

Sinners HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora