Daemon Mason
El mal humor me había envuelto en el momento en que noté cómo Anya abrazaba a Nate. Esa intimidad no me agradaba en absoluto, ya que sabía que mi primo aún pretendía conquistarla, incluso cuando yo la consideraba mía.
Algo me inquietó durante toda la noche, aunque no pude identificar exactamente qué era. Recuerdo estar tumbado en mi habitación oscura, tratando de alejar todos los pensamientos, pero era inútil; mi mente solo estaba llena de imágenes de Anya; las curvas de su cuerpo, su piel cálida, su coño expuesto y provocativamente húmedo, sus labios y sus gemidos. Todo esto contribuyó a que tuviera una erección infernal que intenté saciar masturbándome.
No funcionó muy bien.
Al menos logré controlarme lo suficiente para poder dormir, aunque fue inusual, ya que nunca antes había tenido sueños tan intensos como este.
A la mañana siguiente, esperaba verla en el desayuno, pero Feach me había informado que se había quedado en su habitación, aislada. Era consciente de dos razones fundamentales para no invadir su espacio y, mucho menos, buscarla. La primera era porque no quería mostrar demasiado interés; sabía que esto podía jugarme en contra. La segunda razón era más simple: Aliza.
Todavía estaba considerando cómo contarle a Anya sobre la apuesta, aunque en realidad ya no tenía importancia, ya que el juego se había acabado antes de que tuviéramos intimidad.
Hoy había decidido abordar el tema, pero me sorprendió cuando finalmente la enfrenté y recibí su reprimenda por lo ocurrido la noche anterior. Ella tenía un argumento válido, pero haberla tomado fue mi forma de dejar una impresión, además de ser un intento para que no quisiera irse. ¿Qué podía hacer? Siempre conseguía lo que quería de una forma u otra.
Anya había iniciado la aventura de descubrir rincones que hasta entonces había guardado celosamente. Cuando le mostré el invernadero y vi la sorpresa en su rostro, experimenté una profunda satisfacción, aunque al mismo tiempo, mi anhelo se avivó.
Resultaba peculiar que el deseo sexual se hubiera convertido en esta sed de lujuria insaciable. Como le había confesado, su éxtasis era el motor de mi propio placer, y esta no era una exageración. La visión de verla gemir y contorsionarse mientras la estimulaba, explorando los rincones más profundos de su deseo, era la experiencia más electrizante y gratificante que podía imaginar.
Perderme en la suavidad de sus pechos y adentrarme en la exquisita delicia de su feminidad me colmaba en niveles que supera con creces cualquier encuentro con desconocidas.
Su cabello negro caía grácialmente sobre sus hombros, sus mejillas enrojecidas por la pasión, y mi influencia en su excitación solo aumentaba su ansia. Por supuesto, anhelaba poseerla con intensidad, tanto que sus piernas temblaran al punto de que cada paso que diera le recordara nuestra ardiente pasión.
Oh, la follaría y finalmente usaría mis pequeños artefactos de placer.
Ella tenía un aire de dulzura, con sus mejillas permanentemente coloreadas en un rubor atractivo, labios escarlatas y ojos verdes como el jade. La forma en que se mantenía en pie y cómo se movía o se expresaba me proporcionaba una visión de sus anhelos. Anya era recatada, elegante, hermosa y con modales, en palabras de Aliza una mojiganga. Ahora me retracto de haberlo considerado, ya que su inocencia me resultaba encantadora, pero el atrevimiento que estaba exhibiendo ahora me atraía aún más.
Mis labios quedaron atrapados entre mis dientes cuando, sin necesidad de que se lo ordenara, desabrochó su sostén. Sin titubear, con un gesto provocativo. indiqué con mi dedo índice que también se deshiciera de sus bragas. Ella me dedicó una sonrisa cargada de insolencia y deseo, retrocediendo sensualmente hasta que se sentó en el largo sofá donde, en una noche de ardiente pasión, me había masturbado y entregado a fantasías que finalmente se estaban volviendo realidad.
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Sinners Heart
Fantasy[+21] Mason era uno de los apellidos más respetados y poderosos que se escuchaba alrededor del mundo, pero las decisiones de esta familia no solo provocaron el posible quiebre de su imperio sino el posible exilio del mundo mágico al que pertenecen. ...