—¿Puedes hacer menos ruido? Me duele muchísimo la cabeza...
Dejé de batir los huevos y miré a mi madre sin poder evitar sonreír. Estaba sentada en la mesa de la cocina, con un vaso de agua al que acababa de añadir una pastilla efervescente. Cuando Carla y yo regresamos a casa la fiesta todavía continuaba. Incluso pude escucharlos más tiempo desde la habitación.
—¿Demasiados gintonic anoche? —Me burlé.
Mi madre me lanzó una mirada enfadada.
—No te atrevas a burlarte de mí, que todavía recuerdo cuando me llamaron del internado porque descubrieron alcohol en tu habitación.
Sí, yo también lo hacía. No solo me castigaron un mes a trabajar limpiando en cocina después de la cena, sino que fue la primera vez en mi vida que había visto a mi madre tan enfadada conmigo.
Terminé el desayuno y dejé un plato de tortilla con queso junto una taza de café delante de mi madre.
—Gracias cariño. Pero, ¿cómo es que estás despierto tan pronto un domingo?
—Voy a casa de Evan a ayudarle a recoger, ¿y tú?
Tomé asiento frente a ella y comencé a devorar el desayuno. Parte de mi mente todavía estaba estancada en lo que había sucedido la noche anterior. En Carla.
—Quiero terminar las invitaciones para enviarlas todas sin falta. Necesito tener ya las confirmaciones. Lo que me recuerda...
Dejé de masticar cuando escuché aquellas últimas palabras. El tono con el que las había dicho me dio malas sensaciones.
—Sé que no vas a estar de acuerdo con esto, Alex, pero he invitado a tus abuelos.
Casi escupo la comida. Tenía que haberlo visto llegar.
—¿Por qué? —fue lo único que pude decir.
—Son mis padres y a pesar de todo lo que han hecho, me gustaría que estuviesen en mi boda. Necesito que comprendas eso.
A mí, por otro lado, me gustaría que entendiera como me sentía yo al respecto. Como un niño pequeño, egoísta, atemorizado y solo. Después de lo que hicieron... de lo que hacen...
—¿Alex? —Me llamó después de un rato de silencio.
Me levanté de la mesa, dejando el desayuno a medio comer y llevando conmigo la taza de café para terminarla de un trago.
—Tengo prisa —me disculpé, aunque ambos sabíamos que era una excusa—. Evan me está esperando.
Mi madre no presionó más y salí de allí rápido. Escribí un mensaje a Evan para avisar que ya iba de camino y puse la radio a todo volumen mientras conducía. Eso me relajó y para cuando estuve en su casa el enfado era más leve. No había desaparecido, como tampoco lo hacían el resentimiento que les tenía a mis abuelos, pero volvió a ser manejable.
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Un Perfecto Desastre
Teen Fiction¿Hay algo peor que tener que preparar la boda de tu padre con su nueva mujer? Sí. Tener que hacerlo junto con el idiota de su hijo. Esta historia contiene escenas maduras. ****** "Solté un pequeño jadeo y pude notar el atisbo de una sonrisa en sus l...