32. Mi lugar seguro

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—... prueba del vestido.

—¿Eh?

Reconecté dentro de la conversación demasiado tarde, mientras Anna me observaba con la cabeza ladeada y el teléfono en una mano. Últimamente no se separaba de él. Empezaba a preocuparme porque la boda en lugar de hacerle ganar peso, le había hecho perderlo. Si no estaba trabajando, la encontrabas organizando todo para que quedase perfecto.

No me extrañaba que nos hubiese pedido ayuda a Alex y a mí.

Y ahora acababa de decir algo sobre el vestido y yo no me había enterado.

Como si fuese capaz de leerme la mente (lo que a veces dudaba que no fuese posible), repitió:

—Esta tarde tenemos la prueba del vestido, y me gustaría que mirases el tuyo. Solo quedan un par de meses para la boda.

Anna había ido con una amiga a mirar el vestido y me había enseñado fotos, ya que por temas de clases no pude acompañarla. Sin embargo estaba muy entusiasmada en hacerme formar parte del momento, y también sabía que le encantaría si llevaba un vestido celeste que había visto en la misma tienda.

Decía que le iría genial a mi tono de piel y pelo.

—La cita es a las cinco, ¿crees que te dará tiempo?

Era día de clases, pero terminaba a las cuatro. En realidad, no habría problemas.

—Claro que sí, allí estaré —le aseguré.

Ella sonrió y eso me hizo algo feliz. Lo cierto es que cada día me caía algo mejor. Nunca sustituiría a mi madre pero tampoco parecía querer hacerlo.

Además, yo iría pronto a ver a la mía, y era algo que tenía muchas ganas de hacer. Conocería la que sería mi futura universidad, mi futura casa, mi futura habitación y...

Bueno, en general, mi futuro.

—¡Qué bien! —Exclamó—. Puedes ir con Alex, él vendrá a probarse su traje.

Que se pare el mundo un segundo.

¿Perdón?

Como si mi cara de circunstancias fuese suficiente, Anna agregó:

—El otro día le pedí que se probase la única americana que tiene en el armario y le queda muy pequeña. ¡Hay que ver cómo crecen de rápido estos chicos! Así que podéis aprovechar e ir juntos, porque yo iré directamente desde el trabajo.

Oh, perfecto.

Apenas habíamos vuelto a hablar desde el incidente de la borrachera. Bastantes disculpas había pedido ya a todas mis amigas.

Ni siquiera quería pensar en el hecho de que le había pedido a Alex que durmiese conmigo.

Por favor y gracias.

Un Perfecto DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora