12. Desaparición.

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Alex consiguió llegar a la carretera y aunque un auto estuvo a casi nada de atropellarla, se detuvo a tiempo y alguien descendió del auto.

Lo que menos imaginaba Alex, sucedió. La persona que bajó del auto no era otro que Lex Luthor,  no daba crédito a lo que estaba viendo. Lex no sabía lo que había pasado con Alex, pero algo le decía que debía actuar con rapidez, más cuando los ojos de Alex empezaron a cerrarse.

Como pudo, la subió a su auto y se dirigió al centro médico más cercano.

—Alex, despierta. No me puedes estar haciendo esto, no puedes dejar que la muerte te gane la batalla. Lucha, por favor. Todavía tienes que ganarme muchas partidas de ajedrez.—Lex se dedicó a pisar el acelerador, con el peligro que de ambos tuvieran un accidente y murieran. Si alguien le hubiera dicho que un día arriesgaría su vida para salvar la de Alex, se habría reído de semejante locura.

Entre la adrenalina que sentía y la preocupación, Lex empezó a reírse de los nervios. Contrario de lo que él mismo creía, no odiaba a Alex, al menos no tanto como para desearle la muerte.

Fue la risa de Lex lo que hizo que Alex pudiera despertar, no sabía dónde estaba y ni que estaba pasando, intentó enderezarse, pero el dolor en la pierna no se lo permitió. Lex no sólo la estaba llevando al médico, también había conseguido parar el sangrado de su pierna aplicando un poco de presión con una camisa.

—No hagas esfuerzo, Alex. Ya casi llegamos, te atenderán pronto.

—Lex, van a volver por mí y terminaran lo que empezaron.

—¿En qué te metiste Alex?

—No sé, pero no deben encontrarme.

—No te preocupes por eso ahora, necesito que te atiendan o no sobrevivirás de todas formas.

—Lex, gracias...

—No me agradezcas, sólo vive.

—Nunca creí que te debería mi vida.—Por fin llegaron al centro médico y atendieron inmediatamente a Alex. Afortunadamente, el impacto de la bala no había comprometido ningún nervio o algún vaso sanguíneo.

Aunque había perdido mucha sangre por el esfuerzo de seguir avanzando, estaría bien. Incluso Lex se ofreció a donar sangre, Mike que había seguido el auto de Lex también quiso ayudarla.

—¿Cómo está ella, Lex?—Lex miró a aquel joven que se le hacía conocido, pero no sabía de dónde.

—¿Quién eres tú y por qué nos seguías?

—Mi nombre es Mike, conozco a Alex. Soy compañero de Kara y Lena.

—Parece que Alex estará bien, confío en que será así.

—Eso espero, Kara no soportaría perder a Alex. ¿Qué fue lo que le pasó a ella?

—No tengo ni idea, yo sólo quise ayudarla.—Mike estaba sorprendido de que después de la última conversación que había tenido con Kara, Lex le salvara la vida a Alex. Lo único que pensaba Mike es que sentía que este hecho sólo iba a unir más a Kara y a Lena. Listo, ya no podía hacer nada, Lena había ganado la partida.

En lo que Mike sólo pensaba en sus planes tirados a la basura, Lex sólo quería tener la seguridad de que Alex estaría bien. Por supuesto, Lex no era creyente de ninguna deidad ni religión, pero realmente quería que su más grande rival sobreviviera, así fuera sólo para hacerlo enojar.

Tenía que avisarle a la familia de Alex de la situación, pero antes hablaría con ella. Necesitaba saber qué persona había sido responsable de esto y hacerle pagar.

El corazón insiste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora