30. La verdad

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Lorena por supuesto se despertó primero que Alexa y le resultó bonito darse cuenta que ambas se habían mantenido abrazadas durante toda la noche. Se quedó observando el profundo sueño de Alexa y sonrió, intentó ser lo más silenciosa posible, necesitaba levantarse y empezar el día, había mucho por hacer.

Miró las fotos que Alexa tenía en su habitación, en todas las imágenes ella parecía sonriente y feliz. En una de las imágenes se encontró con el rostro del que creía que debía ser el padre de Alexa y observó con profundo detenimiento, no quería olvidar la cara de la persona que tanto daño le había causado a su madre. Lorena no odiaba a nadie, pero lo más cercano que había sentido a eso, estaba dirigido a Mike Mathews.

Hoy sería un día crucial en la vida de todas, lo sabía y aun así era gracioso ver como Alexa solo dormía. Con todo la pena del mundo, se dispuso a despertar a la que parecía toda una bella durmiente.

—Alexa, ya es hora de que despiertes.

—Solo cinco minutos más, mamá.—Lorena empezó a reírse, Alexa no tenía ni idea de lo que decía, pero igual contestaba.

—Alexa, no soy tu mamá. Necesito que hagas el esfuerzo de despertar, por favor.

—No quiero, estoy soñando con Lorena.

—¿Y qué sueñas?

—Estoy por besarla.

—Mejor despierta para que se haga realidad tu sueño.—Alexa hizo un esfuerzo supremo por abrir sus ojos y aunque de momento no distinguía nada, al fin logró ver a Lorena, no había mejor forma de despertar, pensó.

—Buenos días, Lore.

—Buenos días, bonita. Es la primera vez que me llamas así.

—Es verdad. ¿Te molesta?

—No, se me hace tierno que me digas así, es todo. Gracias por despertar.

—No sé qué tonterías habré dicho, a veces hablo dormida, pero creí escuchar tu voz y eso me hizo reaccionar.

—No dijiste nada malo si eso te preocupa, todo lo contrario, era muy interesante la conversación.

—¿Ah sí?, ¿Qué se supone que estaba diciendo?

—Me estabas contando de tu sueño...

—Ay, no. Me muero de vergüenza.

—¿Por qué? No veo nada de vergonzoso en que estés soñando conmigo, a mí me hace feliz.

—Es que no solo estaba soñando contigo...

—Lo sé. Según tú estabas a punto de besarme.

—¿Por qué soy tan imprudente?—Alexa se cubrió el rostro con el edredón de la cama. Lorena se rio y se acercó a ella para destaparla.

—Tranquila, Alexa, no pasa nada.

—Es que me da pena. No se supone que debías saber mi sueño...

—Ya me enteré, ni modo.

—Claro, como no eres tú la que habla de más.

—Eso es verdad, yo pienso cada palabra que digo y aunque no lo recuerdes, te dije algo importante mientras hablabas dormida.

—Eso sí me interesa. ¿Me puedes repetir lo que dijiste, por favor?

—Te dije que si te despertabas, yo podía hacer tu sueño realidad.

—¿Qué?—Alexa abrió sus ojos lo más que pudo en lo que Lorena acercó su rostro al de ella y le dio un dulce beso en sus labios. Se despegó con una sonrisa en lo que Alexa se enderezaba de la cama.

El corazón insiste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora