Capitulo 36

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-Sé que no tardará en ocurrir. Tendré a esa maldita rogada en mi cama-Escuché a Carver.

Era demasiado, tenía que romperle toda la cara a ese idiota.

En tres zancadas llegué donde él estaba y me abalancé sobre él. Uno, dos, tres, cuatro y cinco golpes, Carver ya estaba lloriqueando en el suelo. Sentí como me arrastraron de mi camiseta, me arrollaron en el piso y lo siguiente que vi fue la sombre de los puños volar a mi rostro. No alcancé a reaccionar con suficiente rapidez y me golpearon repetidas veces en mi rostro. Comencé a sentir la sangre tibia escurrir por mi nariz y labio, pronto el punto sobre mi ceja derecha comenzó a arder. Comencé a luchar, no sabía a cual de los tres golpeaba, la rabia me dominaba por completo, quería asesinar a los tres bastardos.

-¡¿Qué está ocurriendo aquí?!-La voz del profesor Lewis resonó en todo el cambiador. Pronto, varias manos estaban intentando separarnos.-¿Qué les ocurre a ustedes cuatro?-Gritó el profesor una vez que nos pusimos todos en pie.

Uno de mis compañeros, Malcom, me sostenía por la espalda, mientras otros cuatros chicos retenían a Byers, Carver y Harrington. Quería liberarme de su agarre y seguir golpeando a los tres.

-Ustedes cuatros irán a la dirección ahora mismo. Antes, Hargrove, vaya con la enfermera.

Bufé y me solté de Malcom. salí de un portazo del cambiador y me fui pisando fuerte echando humo por los oído a la enfermería. Al llegar, la enfermera; una mujer de unos cuarenta años me miró con los ojos como platos. Rápidamente me hizo sentar sobre la camilla y fue una mota de algodón y alcohol para limpiar mis heridas.

-¿Podría llamar a mi novia?-Le pedí.

-Claro ¿Cuál es su nombre?

-Rose, Roseanne Park.

-Por supuesto-Tomó un micrófono que tenía sobre su escritorio y la llamó.

En menos de tres minutos una Rose agitada con la respiración forzada y envuelta con ropa deportiva ajustada entró por la puerta. Tenía una coleta sobre su coronilla, recogiendo todo su cabello. Un top color salmón y pantalones de licra hasta las rodillas negros. Estaba sonrojada y su frente perlada.

-¿Qué ocurrió?-Preguntó con la preocupación atravesando su mirada.

No respondí, solo caminé hasta ella y la tomé en mis brazos.

-¿Estás bien?-Acunó con urgencia mi rostro en sus manos temblorosas. Sus ojos cristalizados y su mentón sacudiéndose. Su angustia era casi palpable.

-Sí, no pasa nada.

-¿Qué no pasa nada? ¡Mírate! Estás destrozado ¿Quién te hizo esto Billy?-Exigió saber.

-Fue...fue...Byers y sus amigos.

-¿¡Jonathan?!

-Y Jason y Steve.

-¿Qué? ¿Por qué?-Parecía desconcertada.

-Luego te explicaré. Por ahora me quiero ir a casa, hoy no ha sido un gran día y la enfermera me ha dicho que lo mejor es que me vaya.

-Claro, dame cinco minutos iré a cambiarme mi ropa y nos vamos ¿Bien?

-No. Quédate en las clases que restan, nos veremos más tarde.

-Vamos Billy, solo queda veinte minutos de una clase de educación física que odio y dos horas de filosofía. Me va de maravilla en filosofía, así que no habrá problema si falto a una clase.

-No quiero arruinarte el día-Acaricié su mejilla con mi pulgar.

-¿Arruinarme el día? Arruinarlo sería que te fueras, me quedaría aquí torturándome por saber como te encuentras.

당신을 사랑하자 (Billy Hargrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora