Capitulo 2

894 45 0
                                    

-Sé tu nombre, Stephens acaba de decirlo a los cuatro vientos-Aparté su mano. Era tibia y delicada.

Ella asintió y vi como un destello de decepción se dibujaba en su rostro ¿Qué esperaba de mí? Solo soy el chico alejado, del que todo el mundo cree que sale en las noches a atropellar a ancianas, cortarle la cabeza a los cerdos o algo por el estilo. Según todos, era un fracasado ¿Por qué ella querría hablar conmigo?

-¿Por qué no quisiste enseñarme la universidad?-Volvió a hablar luego de unos minutos.

-Eso no es tu problema ¿Por qué no solo prestas atención a la clase?-Respondí.

-Porque me aburre-Encogió los hombros sonriente. Con solo verla de reojo pude notar en la manera que sus labios se curvaban al sonreír y como sus dientes blancos hacían contraste con su boca rosada. Hace mucho tiempo no veía una sonrisa tan sincera y contagiosa, tan verdadera. Encontrarla era una misión casi imposible en esa jodida universidad, Definitivamente ella no encajaba aquí-Aborrezco la aritmética-Comentó aún sonriente. Tenía los ojos puestos en mí, podía sentirlo aunque no la mirara, su mirada quemaba mi piel.

-¿Y?-Respondí con la vista en la ventana.

-¿Y? Pues veo que a ti tampoco te interesa mucho, ni siquiera has volteado a ver al profesor.

-¿Acaso te importa mi desempeño en la clase de aritmética?-Respondí.

-Lo siento...Solo quería socializar un poco-Murmuró luego de unos segundos.

¿Se suponía que debería sentir pena por ella? ¡Claro que no lo haría! Ya muchos habían intentado esa técnica. No le respondí.

El timbre sonó y agradecí al señor que por fin la clase había acabado. Me puse en pie rápidamente de mi asiento y casi corrí hacia la salida. Tropecé con Harrington y Byers que caminaban hacia la isla donde estaba Rose los ignoré y salí del salón. Luego hablaría con Stephens.

-¿Así que no quisiste enseñarle el campus a la nueva?-Preguntó burlón. Jordan Brown, otro de los bastardos del grupo de Harrington. Él era delgado pero musculoso, pálido, con el cabello artísticamente levantado sobre su cabeza, pequeños pendientes en sus orejas y ojos enormes cafés.

Gruñí.

-¿Y?-Se paró justo delante de mí. Impidiéndome el paso. Con un solo empujón lo saqué del camino.

-¿Acaso eres gay? ¿te imaginas cuántos quisieran a esa chica entre sus sábanas?

-¡No! ¿Y sabes? Tampoco me importa. Ella es fastidiosa e infantil. Sería la última chica que quisiera enredada en mis sábanas-Exclamé y salí rápidamente del lugar. No soportaba esta maldita escuela, ni estos malditos estudiantes. Caminé hasta mi casillero y comencé a cambiar mis libros.

Los pasos ligeros resonaron por el pasillo que ahora se encontraba vacío, por el rabillo del ojo vi su silueta, rogué porque no se acercara a donde yo estaba. Haciendo girar la falda de su vestido y se paró delante del casillero junto a mí. Cerré los ojos mientras echaba por lo bajo una maldición. Por suerte ella no podía ver mi rostro ya que estaba cubierto por la puerta del casillero.

-Disculpa...-Escuché su voz tras la puertecilla de metal.

De mala gana y lentamente cerré la puerta. Vi como sus ojos se agrandaron al verme, de inmediato dio un paso atrás.

-¿Sí?-Murmuré.

-¿P-Podrías ayudarme con mi casillero? Creo que...creo que se atascó la puerta-Balbuceó rápidamente ¿En serio la ponía tan nerviosa?

-¿Y si no quiero?

-Por favor...-Imploró-Tengo que tomar mis libros y no queda tiempo antes de que tengamos que volver a clase.

Enarqué una ceja.

-Bien, si no quieres lárgate. Buscaré otra persona, o lo haré yo sola-Se cruzó de brazos.

Con un suspiro de fastidio me acerqué a su casillero, forcejé un poco con la puerta y por fin logré abrirla.

-Ahí la tienes-Dije seco.

-Gracias-Sonrió sin mostrar sus dientes. Simplemente la miré, sin decir nada. Tenía unos labios rosados perfectamente definidos, como esculpidos por algún gran artista. En cuanto se dio cuenta que tenía mi vista puesta en ella, sus mejillas se tiñeron de un color melocotón y agachó la mirada. Quise sonreír. Era extraño, desde hacia muchos años, ninguna chica me hacía sonreír. No lo hice. Me di la vuelta y comencé a caminar hacia el salón de historia ''Que divertido''

-¡Oye!-La escuché. Frené mi paso esperando a que dijera algo más. Luego de unos segundos llegó junto a mí.

-¿Qué?-Murmuré.

-Nunca me dijiste tu nombre.

당신을 사랑하자 (Billy Hargrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora