Epílogo

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-John, amigo por favor cúbreme-Le pedí a John Lawson, mi compañero en el trabajo. Él volteó a mirarme. Lo conocía hacía un par de años y hacía solo seis meses había entrado a trabajar conmigo como investigador forense.

-¿Qué ocurre?-Me respondió mientras echaba el grueso marco negro de sus lentes hacia arriba.

-Hoy es mi aniversario, no puedo llegar tarde-Nuevamente miré mi reloj, ya iba diez minutos retrasado.

-Oh, si claro-Sonrió amable-Saluda a Rose de mi parte.

-Gracias, adiós John.-Tomé mi chaqueta y mi teléfono para salir corriendo.

Los últimos años habían sido buenos, luego del matrimonio nos graduamos. Yo conseguí trabajo en la división forense de la ciudad, como asistente y en menos de seis meses me ascendieron a investigador. Tenía un excelente sueldo, podía permitirme casi todo. Desde mi auto Mercedes hasta vivir en el condominio en donde vivía. Estaba bien, vivíamos muy bien los tres sí. Sí, Max obviamente vivía con nosotros. Ella se había recuperado con la quimioterapia, no totalmente pero con unos meses más, lo estaría. Ahora ella asistía a la escuela y tenía más amigos que cualquier otro niño en su salón. Rose y yo, nos habíamos convertido, tal y como ella lo decía; en sus ''padres''.

Pisé a fondo el pedal de mi Mercedes, el motor rugió y no tardé más de diez minutos en estar en la puerta del condominio. Ingresé la clave en el digitador, la puerta se abrió y me fui hasta el fondo. la luz del living no estaba prendida, solo veía el brillo sutil y amarillento de la cortina. Debían ser velas. Sonreí antes de estacionar el auto.

Casi salté del auto y en tres zancadas estaba en la puerta. Con manos ágiles abrí la puerta y cerré tras de mí.

Tal como lo pensé, había velas repartidas por todo el living, sonaba música al fondo. Sobre la mesa había dos lugares puestos a la perfección, una botella de vino y un par de copas. Pero faltaba lo más importante. Rose.

El olor a pollo y pastel me llenó la nariz y me guie por el aroma hasta la cocina.

Y allí estaba mi hermosa esposa. Estaba de espalda a mí y supuse que estaba totalmente concentrada ya que no notó en cuanto llegué. Ella se veía absolutamente magnífica en su minifalda ajustada negra y la blusa de color hueso que dejaba al descubierto gran porción de su espalda.

Me acerqué en silencio a ella y ajusté mis brazos a su cintura. Con cada día que pasaba me parecía más bella. Sumergí mi cabeza en el hoyo de su cuello.

-Hola...-Murmuré.

-Hola-Respondió con una risilla-¿Cómo te fue hoy?

-Mucho papeleo, pero ahora no me importa. Quiero olvidar el trabajo.

Ella dejó la bandeja sobre el mármol y dio la vuelta en mis brazos con una gran sonrisa.

-Feliz aniversario.

-Feliz aniversario.

Me incliné y cubrí sus labios. Algo se agitó en mi pecho, y me sentí como cuando la besé por primera vez. La apegué más a mi cuerpo y la intensidad del beso casi me quema.

Ella se alejó un poco.

-La cena...se quemará-Sonrió y volvió a girar sobre sus talones para sacar el pollo del horno.

La dejé sacar la comida del horno y volví a pegarla a mi cuerpo.

-¿Te parece si dejamos la cena para más tarde?-Le susurré al oído. Podía pasar una vida entera y yo seguiría deseándola como la primera vez.

-¡Billy!-Protestó riendo. Reí con ella y luego nos quedamos los dos en silencio.

-¿Y Max?

Ella volteó y enrolló sus brazos a mi cuello.

-En casa de Jane.

Sonreí.

-¿Tú la mandaste allá o ella quiso ir?

Se encogió de hombros con una sonrisa de medio lado.

-Oh, linda-Tomé sus piernas y las enrollé sobre mi cintura, ella se inclinó y chocó su boca contra la mía.

Abrí la puerta con el pie y en unos pasos llegué a nuestra cama, la deposité con cuidado y volví mi cuerpo al suyo. En un solo movimiento le saqué la falda y sus manos revolotearon por mi camisa. Arrancó mi corbata y desabotonó la camisa.

Se dejó caer en mis brazos, nuestras respiraciones jadeantes y el sudor perlando nuestra piel. La estreché en mis brazos con fuerza. No podía creer que ya habían pasado tres años desde que nos habíamos casado. Besé sus labios con suavidad y ella se acomodó sobre mi pecho.

-Billy, debo decirte algo-Murmuró luego de un rato.

-¿Qué ocurre linda?

Ella parecía nerviosa, ansiosa. Se removió inquieta.

-¿Qué ocurre?-Repetí.

Rose cubrió su rostro con sus manos. Me volteé y me apoyé sobre mi codo para quedar de frente a ella. Con mi mano retiré las suyas.

-Princesa, sabes que puedes contarme cualquier cosa ¿Qué pasa?-Murmuré.

Tomó aire y me miró a los ojos.

-..:E-Estoy embarazada. Serás padre, Billy-Dijo con un hilo de voz. Me quedé paralizado. ¿Había dicho lo que creía que había dicho? Yo...yo sería padre. Me fue inevitable abrir la boca ante la noticia. No lograba asimilarlo. Volví mis ojos a ella, me observaba con la angustia en su rostro. Tomé su rostro entre mis manos y aplasté mis labios contra los suyos. Definitivamente esa era la mejor noticia que me habían dado alguna vez.

-Te amo demasiado, demasiado, demasiado Roseanne Park.

Pareció aliviada.

-Yo a ti, Billy-Hizo una pausa-Me asustaba que no te agradara la noticia.

-¿Cómo crees?-¿Cómo podía ella pensar algo así? Una familia con Rose era lo único que veía en su futuro-Te juro que es la mejor noticia que alguna vez me han dado-Ella sonrió. Volví a acomodarme mirando hacia arriba y Rose se acercó para recostar su cabeza contra mi pecho.

-Seré padre...-Murmuré.

-Así es. Tendremos una familia, Billy.

-Sé que sí. Tendremos una gran familia.

Ella suspiró y subió su cabeza para mirarme.

-¿Y viviremos nuestros felices para siempre?

-Si linda. Viviremos nuestro ''felices por siempre''-Acaricié la piel de su espalda.

Y me di cuenta que había tomado la decisión correcto. No había otro lugar en el que quisiera estar que no fuera junto a Rose. Mientras yo estuviera con ella todo estaría bien, mientras ella estuviera conmigo no había nada más que importara.

Rose me dejó amarla, y así lo haría hasta el fin de mis días.

당신을 사랑하자 (Billy Hargrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora