Capitulo 41

200 11 1
                                    

Debido a que mi madre no me dejó siquiera entrar a la cocina porque decía que lo que haría sería carbonizar y arruinar todo, simplemente me eché en el sillón a ver la televisión. Después de tres capítulos de caricaturas y medio documental sobre delfines mi madre salió de la cocina limpiándose las manos con un trapo rosa.

-Es hora que te des una ducha o no estarás lista hoy.

Bostecé.

-No quiero mamá.

-Anda.

-No.

-Anda.

-No.

-Por tu bien. Ve a darte una ducha.

Hice mi mejor cara de cachorrito.

-¡Oh, vamos! Ya no tienes siete años.

Prácticamente me empujó hasta la ducha del baño de mi habitación. Solo faltó que entrara a desvestirme también.

Tomé una larga y relajante ducha hirviente. Lavé mi cabello con mi champú de olor a lavanda y me bañé y afeité meticulosamente cada parte del cuerpo. Al salir, apliqué la loción hidratante que mi madre me había traído desde la India, olía a algo como una deliciosa mezcla de frutas exóticas y a hierbabuena.

Era hora de elegir el vestido.

Cuando mi cama estuvo llena de telas de colores, satén y linos. Encontré el vestido. Era del color de una esmeralda. Antes de meterme en el vestido fui por mi lencería. Me puse mi conjunto de seda y encaje blanco Victoria's Secret. Era perfecto y...muy sexy. Me deslicé en el vestido y sentí que nunca había estado más maravillosa. El vestido se ajustaba a la parte superior de mi torso, formando mis pechos de manera gloriosa en un escote corazón. Bajo la parte más delgada de mi cintura caía con delicadeza del vapor hasta un poco más arriba de mi rodilla. Aún descalza me fui directo al baño con mi bolsa de maquillaje.

Primero la base para mi piel. Máscara para las pestañas, delineador, un poco de sombra dorada y rubor. Algo faltaba. Nunca lo usaba, tomé mi barra de lápiz labial rojo y lo apliqué en mis labios. Perfecto.

En cuanto salí del baño el sol ya se estaba poniendo y la luz anaranjada se colaba entre las ventanas. Sequé mi cabello con una toalla lo suficiente para que solo estuviera ligeramente húmedo. Después de secarlo lo alisé totalmente con mis pinzas para el cabello. Me perfumé bien y por último me metí en mis sandalias de tacón negras. Justo a las seis con cuarenta y cinco minutos bajé las escaleras para encontrarme a mi madre con su vestido gris y su cabello perfectamente peinado tras su cabeza. En ese instante mi padre entró por la puerta. También vestido para la ocasión, llevaba su traje negro, camisa blanca y corbata cobalto.

-Lucen maravillosas-Sonrió.

-Gracias-Respondimos mi madre y yo al mismo tiempo.

Por fin mamá se dio la vuelta para verme. Su mandíbula casi tocó el suelo.

-¡Oh, dios!

-Mamá...-Dije entre dientes.

-Lo siento, es solo que luces bella hija-Se llevó una mano al pecho.

-Bien. No más ¿A qué te ayudo mamá?

Ella miró el fino reloj que colgaba de su muñeca.

-¿A qué hora llegará Billy?

-Siete.

-Faltan diez minutos. Ayúdame a organizar la mesa.

Puse la servilleta, los platos, las copas y encendí las velas.

당신을 사랑하자 (Billy Hargrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora