Capitulo 43

206 10 1
                                    

-¿De qué?

-Estás tenso.

-Tengo...tengo miedo de lastimarte.

-Sé que no me lastimarás...nunca-Lo besé-Quiero que tú también lo disfrutes. Que sea tan especial como para mí.

Él sonrió y pasó sus manos entre mi espalda y el colchón. Jalándome hacia arriba me abrazó a su cuerpo.

-Tú lo eres todo para mí...-Susurró suavemente a mi oído. Solo lo abracé con más fuerza y lo sostuve en mis brazos.

Con lentitud lo sentí entrar en mí. Solté un largo y ahogado jadeo. Volvió a dejarme sobre el colchón y salió de mí. Me besó nuevamente y volvió a entrar. Descansando su cabeza en el hueco entre mi cuello y mi cabeza, empezó a hacerlo ritmícamente. Haciéndome sufrir. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé con fiereza, con intensidad. Queriendo decirle lo que quería. Me miró a los ojos en busca de confirmación y acaricié sus hombros, bajando por la espalda, dándole luz verde.

Me hallaba envuelta en su cuerpo. Abrí mis ojos, Billy me miraba con aquellos ojos azules que me cautivaron desde el primer momento. El sudor le perlaba la piel del rostro y los rizos se pegaban al contorno de su cara.

No creí que hubiera imagen más hermosa que la que ahora los dos formábamos, no había nada más fuera de ello. No necesitaba más. Éramos uno solo, en cuerpo y alma, yo era suya y él era mío.

Creí que el cielo se abriría y sonaría música o algo así, pero lo único que pude sentir fue la plenitud de sentirme con Billy.

Fuera de esas cuatro paredes no había más mundo.

Billy:

No podría haber imaginado nunca momento más perfecto. Le dije que quería que nuestra primera vez fuera inolvidable y especial. Así lo fue, por lo menos para mí, esta primera vez, fue el momento más inolvidable de mi vida. Ella se había logrado meter bajo mi piel de la forma en que nadie lo había hecho. Rose, con su encanto y belleza me había conquistado desde el momento en que la vi. Lo negué cientos de veces en mi cabeza, pero siempre supe que esa chica me traía loco, lo podía negar miles de millones de veces, pero la amaba con cada fibra de mi ser y haría hasta lo imposible por ella.

Me sentía al borde de la galaxia más lejana. Entré nuevamente en ella y sentí como mi cuerpo se quebraba en cientos de piezas y caía en espiral hacia la luz. Grité su nombre, lo grité como una oración, como una plegaria...una letanía, una súplica. La comparaba con Dios en ese momento.

Ella casi convulsionó bajo mi cuerpo y la escuché gritar mientras los espasmos la hacían retorcerse.

Me dejé caer sobre su cuerpo, y envolvió sus brazos a mi alrededor, estrechándome con fuerza. Ambos respirábamos con dificultad y seguíamos unidos, querría quedarme así por el resto de mi vida.

Después de unos minutos me separé un poco de ella, solo para poder mirarla. Sus ojos se abrieron, brillantes y llenos de amor. No pude evitar sonreírle y ella me respondió.

-Fue hermoso...-Murmuró.

-Fue más que eso, fue perfecto-Me sentía al borde de las lágrimas, nunca me había sentido más completo en mi vida. Ella lo era todo para mí, todo. No tenía para describir aquello que bullía dentro de mí.

Parpadeé rápidamente para ahuyentar las lágrimas.

-Fue perfecto-Repitió.

Sin más, bajé mi cabeza y cubrí sus labios con los míos. Hice todo lo que pude para expresarle lo que sentía por ella en esa acción, le acaricié la piel suavemente y subí mi boca para besar todo su rostro. Sus párpados, sus mejillas, su mentón, su nariz y nuevamente sus labios, para mi no había nada más hermoso en este mundo.

-Eres preciosa...-Murmuré a unos centímetros de su piel.

-Y tú eres lo mejor que ha llegado a mi vida.-Acarició mis mejillas con las yemas de sus dedos.

Salí de su interior y de repente me sentía incompleto, desamparado, huérfano y lejos de casa. Ella era mi casa, me sentía en mi hogar.

-Te amo Rose.

-También te amo Billy. Más de lo que imaginas.

Me dejé caer en el colchón junto a ella, quedamos frente a frente y pegué mi nariz a la suya, sonrió y subió su mano para comenzar a peinar mi cabello. La tomé y la acerqué a mi boca, besé cada uno de sus dedos, la palma y el dorso, ella me miraba con atención y sonreía.

-Aún no entiendo como fue que tú te fijaste en mí-Confesé.

-Eso debería decirlo yo. Todas las chicas de la universidad babean por ti.

-¿Por mí?-Me burlé-¿Es qué acaso nunca notaste la fila de idiotas que tenías siempre tras tu falta?

Ella rió.

-Bien. Pero ya ninguno de ellos importa.

-Así. Somos solo tú y yo.

Sonrió.

-¿Sabías que hoy cumplimos un mes de estar juntos?

-Claro.

-No te he dado mi regalo-Frunció el ceño.

-¿Crees que no?-Subí las cejas evitando sonreír demasiado. Sus mejillas de inmediato se tornaron de un adorable color melocotón.

-Tenía planeado otro regalo.

-No hay mejor que este-Le di un pequeño beso en los labios.

-Tienes razón-Se acurrucó contra mi cuerpo. No había nada más allá en ese momento.

Pasé mis manos por la piel sedosa de su espalda y hombros, ella suspiró y subió la mirada hacía mí.

-Billy, por favor nunca me dejes ¿Sí?-Por la angustia en su voz, pude ver que lo decía en serio.

Sentí mi corazón hincharse.

-Claro. Nunca, nunca, nunca te dejaré mientras tú me quieras.

Ella sonrió satisfecha y se estiró para plantar un beso en mis labios.

-Buenas noches.

-Descansa linda-Le sonreí de vuelta.

Se acomodó nuevamente junto a mí y no pasó mucho tiempo para empezar a sentir su tranquila y pausada respiración. Se había quedado dormida, me bastó con saber aquello para yo también caer en un profundo sueño.

당신을 사랑하자 (Billy Hargrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora