Capitulo 29

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¿Y ahora? Ahora ella estaba sobre mí. Solo cubierta por su delicada lencería. Su cabello rozando con mi pecho. Sus ojos mirándome con divertida atención. Su sonrisa, o su sonrisa. Blanca entre aquellos esculpidos labios rosados. Se veía tan linda estando al natural. Sin nada de maquillaje, ni peinados elaborados. Solo siendo ella...Rose.

¿Cuántas cosas podían pasar en un solo par de horas? No lo sé. Solo sabía que ahora estaba allí. en mi habitación. Disfrutando de la presencia de Rose. La chica que alguna vez pude llegar a aborrecer infinitamente. Y ahora estaba allí. Siendo todo lo que quería y más de lo que necesitaba.

-¿Te levantarás de allí?-Cuestionó divertida.

Fruncí los labios en un gesto.

-¿Sabes? Creo que no. Estoy disfrutando de la vista ahora mismo-Dije mientras me acomodaba con los brazos tras mi cabeza.

-Levántate-Pidió.

-No.

-Levántate Billy.

-No.

-¿Qué tengo que hacer para que saques tu trasero de la cama?

-Uhm...

-Dime.

-Mi beso de buenos días-Dije antes de si quiera pensarlo.

Ella subió las cejas interrogativamente. Parecía igual de sorprendida por mi respuesta que yo.

-No sabía que ahora tendría que darte besos de los buenos días para llevarte fuera de la cama.

Encogí los hombros.

-A ver...veamos...Billy odio a todo el universo Hargrove está pidiendo un beso de Roseanne lárgate de aquí Park.

-¿Funciona para ti?

-Tal vez...¿Para ti?

-Por supuesto que funciona-Sonreí.

Ella repitió la acción.

-Con eso basta.

Acunó mi rostro entre sus manos y se acercó a mí. Fue una caricia traviesa a mis labios. Así empezó, como un roce juguetón. Sentí su sonrisa contra mis labios, envolví mis brazos alrededor de su cintura. Ella arqueó la espalda hacia abajo y pude abrazarla bien. Sus manos se escabulleron y sus dedos terminaron enredados en mi cabello. La jalé contra mi para profundizar aquel celestial beso y ella se estremeció entre mis brazos, giré haciendo que ahora Rose estuviera debajo de mí. Ella mordió mi labio inferior. Aquello lo hacía cada vez que nos besábamos, era como su marca personal. Amaba aquello, me volvía totalmente loco. Bien. Ahora necesitábamos aire. Abandoné sus labios y bajé por su cuello, con una mirada rápida hacia su rostro ruborizado me bastó para vez como mordisqueaba de manera sensual su hinchado labio inferior ''Oh, dios...'' Arqueó la espalda y yo deslicé mis manos bajo su cuerpo femenino. La apegué bien a mi cuerpo y me senté sobre el colchón con ella entre mis brazos. Sus piernas enredadas alrededor de mi cadera y las mías dobladas bajo ella, sus manos jugando con mi cabello y las mías acariciando su espalda, sus brazos alrededor de mi cuello y los míos alrededor de su cintura. Mis labios presionando su cuello. La respiración agitada. El ambiente tibio de la mañana. Su cuerpo apegado al mío. La cama, las sábanas. Ella acogiéndome en sus brazos y yo a ella en los míos. Miro a sus ojos, me siento cayendo. La miró a ella y me parece tan hermosa, tan frágil, mi corazón se alegra de tenerla cerca. La miro y no puedo evitar compararla con el tesoro más valioso, siento que no hay más mundo después de la puerta de mi habitación.

Y lo admito, estaba enamorado.


Rose:


Sus labios viajan por mi cuello, hasta mi clavícula. Por toda la piel de mi escote, hasta el valle de mis pechos, muerdo mi labio inferior con fuerza. ''Dios...Esto simplemente es...Demasiado''

Mi cuerpo arde, y el deseo se apodera de mí, siento que voy a explotar. Lo necesito. Con fuerza lo empujé hacia atrás, haciendo que cayera de espaldas, nuevamente estaba encima de él. Arqueé mi cuerpo hacia él, Billy me agarró con fuerza por la cadera y me besó con febril exigencia. Me estiré un  poco más ''Oh dios'' contra mi entrepierna un bulto chocó. Quise llorar, me picaba la piel bajo su toque y su boca se movía por la piel de mi mandíbula.

El desespero se adueñó de mi en cuanto succionó con suavidad el lóbulo de mi oreja. Jadeé sin aire. Por instinto mis manos fueron al elástico de su bóxer. Billy me sujetó en sus brazos y volvió a mis labios besándome profundamente.

Giró y otra vez yo estaba bajo él. Mis manos aún estaban sujetas al elástico blanco. Subió su mano derecha. Acariciando mi muslo, mi cadera, mi abdomen, más arriba y enganchó su dedo índice en el escote de mi brasier, justo en medio de ambas copas.

Sin dejar mis labios, sus grandes manos fueron alrededor de mi tórax hasta dar con el broche de mi sostén. Era la segunda vez que sucedía, solo que esta vez ya no me sentía avergonzada, insegura. Si había alguien con quien quisiese compartir mi cuerpo, estaba segura de que ese era Billy.

Torpemente soltaron los ganchos y...el tono musical invadió la habitación. Primero me asusté. Luego comprendí que solo era un teléfono celular. No era mío.

Billy gruñó. Yo aún sostenía el sostén abierto contra mis pechos.

Después de unos segundos dejó de sonar. Al instante el tono comenzó de nuevo. Billy se alejó de mí y buscó el celular con la mirada. Se veía tan perfecto desde mi lugar...Bien, desde cualquier lugar Billy podría parecer un ángel caído.

Con aquellos ojos azules, más azules que los océanos. La nariz afilada pero perfectamente combinada con el resto de su rostro, los labios que parecían la obra maestra de algún escultor. Era hermoso. Sus ojos bajaron a los míos y me sentí perdida, como si todo el resto del universo diera vueltas en torno a nosotros, sentía que podía morir al siguiente día y no me importaba. Todo perdía sentido fuera de aquella habitación. No sabía quien era yo, lejos de Billy.

Y lo admití. Lo podía negar mil y una veces, pero siempre lo supe. Desde el momento en que lo vi sentado al fondo del salón. Desde la primera vez que lo besé.

Lo admití por fin; estaba perdidamente enamorada de Billy.


당신을 사랑하자 (Billy Hargrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora