Ellos buscaban a alguien que los quisiera y cuidará sin importar lo que son.
Ella buscaba una distracción, una forma de olvidar lo que sucedió.
Ella llegará a sus vidas, los cuidara y los juntará sin darse cuenta.
Ella será su salvación, su luz en s...
—Esto es para ti cariño—la señora Imaushi le entrega una cobija a la Fujimoto—. Wakasa, tu dormirás en el suelo. No es adecuado que duerman juntos en la misma cama hasta el matrimonio.
—Mamá—reniega el rubio.
—Sin objeciones—le entrega un futón—. Si necesitan algo, no duden en llamarme—besa la frente de la pareja—. Descansen—se retira de la habitación.
Mitsuki se cambio de ropa por su pijama al igual que Wakasa, se turnaron el baño para cambiarse y asearse.
La pelinegra se acomodo en la cama dispuesta a dormirse, el rubio se sentó en el futón en forma de indio, miro con un puchero en su rostro a la Fujimoto. La chica trataba de ignorarlo, no podía resistirse a esos pucheros.
—Princesa—suplica Wakasa—. Princesa—recarga su mentón en la cama, hace ojitos para convencer a la pelinegra.
—No Wakasa, debemos respetar lo pedido por tu madre.
—Pero... Será la primera vez que dormimos juntos sin niños que nos estorben. Vamos princesa, solo será por hoy—le suplica.
—Bien—suspira pesadamente—. Ven aquí—le deja un espacio libre, el rubio rápidamente se acuesta a su lado—. Descansa, buenas noches—besa castamente al chico.
Wakasa rodea a la chica por la espalda, se acomodaron en cucharita, el rubio era la cuchara grande y la pelinegra era la cuchara pequeña.
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A la mañana siguiente después de desayunar y cambiarse los adultos pidieron ir a la plaza, recorrieron el lugar hasta llegar al área de entretenimiento, se presentaría una obra de teatro.
Al finalizar fueron a caminar por el parque, Mei disfrutaba alimentar a las palomas junto a su esposo, mientras la joven pareja daba un paseo en bicicleta por el lugar. Pasaron a comer antes de regresar a casa, donde Mei le enseñaría el álbum que tenía de su hijo.
—Mamá, no se lo enseñes—le rogaba Wakasa—. Es vergonzoso—desvía la mirada sonrojado.
—No le hagas coso cariño, es más puedes llevarte un par de fotos—Mei le entrega el álbum.
La Fujimoto estaba encantada con el álbum, había tomado la palabra de su suegra y gurdo un par de fotos en su bolso.
—Deberían ir a descansar, mañana se irán temprano—menciona el señor Imaushi—. Descansen.
La pareja subió a la habitación del chico, guardaron sus cosas antes de ponerse sus pijamas para poder descansar.
—Gracias por recibirnos—menciona Mitsuki despidiéndose de los señores Imaushi.
—Gracias a ti por soportar a nuestro hijo—el señor Imaushi realiza una reverencia.
—Cariño—lo reprime su esposa—. Por favor cuida de nuestro Wakasa—se acerca a abrazar a la menor—. Cualquier cosa puedes llamarme—le susurra antes de separarse.
Los adultos se acercan a despedirse de su hijo.
—¡Adiós, cuídense!—Mei los despide cuando ve el carro partir.
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—Gracias por acompañarme—Wakasa toma la mano de la chica acercándola a sus labios, depositando un beso sobre su piel—. ¿Qué te gustaría comer?—coloca sus manos entrelazadas sobre su pierna, dejando carias sobre la mano contraría.
—Vamos a una cafetería, tengo ganas de unos dangos.
Wakasa condujo hasta la cafetería más cercana, pidieron variedad de postres junto a unas bebidas. El peliblanco tomaba un poco de los postres con una chuchara antes de acercarlo a la chica, esta gustosa aceptaba.
Retomaron su camino a casa, la Fujimoto había recibido una llamada de Manjiro y Haruchiyo. Ambos niños estaban impacientes porque regresarán, incluso cuando llegaron a la casa de los Sano estos dos se lanzaron sobre la chica.
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