Ellos buscaban a alguien que los quisiera y cuidará sin importar lo que son.
Ella buscaba una distracción, una forma de olvidar lo que sucedió.
Ella llegará a sus vidas, los cuidara y los juntará sin darse cuenta.
Ella será su salvación, su luz en s...
Él Imaushi tomo de la mano a la Fujimoto, ella estaba más que sonrojada. Caminaron durante unos momentos hasta que llegaron a una colina, esta cumplía la función de un mirador.
Ambos se sentaron en el pasto, observaron los últimos momentos del atardecer, disfrutaron unos momentos más aquella hermosa noche estrellada.
La chica estaba maravillada con la vista, sintió una mirada encima de ella, volteo a ver al dueño de dicha mirada. Sus ojos verdes chocaron con los profundos ojos lila del mayor.
—Waka, ¿ocurre algo?
Él chico no respondió nada, acaricio la mejilla de la chica. Él sentía cosas por ella, era un sentimiento que nunca antes había sentido con alguna otra chica, ella era diferente a todas las chicas que se le acercaban. Era tierna e inocente, tan bien era valiente y una chica muy fuerte.
Quería descubrir a fondo lo que ella le hacía sentir, hace un tiempo que se conocen y desde entonces siempre buscaba la atención de la chica de los ojos verdes.
Tenía ganas de besarla pero no quería arruinar las cosas, quería ir lento. Se acerco a ella y deposito un tierno beso en su frente, el acto hizo sonrojar a la chica, la acerco a él envolviéndola entre sus brazos.
—No me dejes solo, no tu—se aferro más a la chica.
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El regreso a la casa de la pelinegra fue silencioso pero agradable, algo había cambiando en su relación aquella noche, ambos se sentían bien con ello.
—Gracias por traerme—Mitsuki le entrega el casco.
—Nos vemos—besa la mejilla de la chica antes de irse del lugar.
Unos pequeños niños observaban lo ocurrido con los jóvenes desde la casa.
—Él no me agrada—Mikey se cruza de brazos haciendo un puchero.
—Se ven lindos juntos—comenta una pequeña Emma sonrojada.
—No vuelvas a decir eso Emma—la regaña Shinichiro, no dejaría que su amigo se robará a su hermana.
—¡Estoy en casa!—se escucha la voz de la pelinegra, los niños corren a recibirla.
—¡Mamá!—Mikey se lanza a sus brazos, se aferro a ella como Koala.
—Mikey, déjala respirar—lo regaña él mayor de los hermanos.
