Ellos buscaban a alguien que los quisiera y cuidará sin importar lo que son.
Ella buscaba una distracción, una forma de olvidar lo que sucedió.
Ella llegará a sus vidas, los cuidara y los juntará sin darse cuenta.
Ella será su salvación, su luz en s...
Su cuerpo y rostro cubierto por aquel vid de vida no causa ningún efecto en él.
Sus ojos cafés sin ningún tipo de brillo, totalmente oscurecidos observan con detenimiento el cuchillo entre sus manos.
Una pequeña sonrisa aparece en sus labios al probar la sangre.
—¡Takehito!
Un hombre de avanzada edad llega a la escena preocupado por el niño, vaya fue su sorpresa al ver dos cuerpos completamente destrozados frente a él.
—Takehito... ¿qué... qué hiciste?
El niño gira levemente su cabeza, aquella mirada helo el cuerpo del mayor.
—Nee~ Abuelo, ¿porqué mamá y papá ya no siguen jugando conmigo? ¿Acaso volví a portarme mal?
La respiración del hombre comienza a ser pesado, puede sentir el golpeteo de su corazón en sus oídos, su cuerpo no se puede mover y siente el sudor escurrir por su rostro y manos.
—Abuelo, ¿porqué me observas así?—se coloca de pie para comenzar a caminar hacia él.
—¡Aléjate de mi!—golpea su mejilla dejando marca.
—¿Porqué? ¿Qué hice mal?
Aquellos oscuros ojos se posan sobre su persona, puede jurar que brillan de un tono escarlata.
Aquel niño no era su nieto, era un monstruo.
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6 meses después
—¿Cuál es el diagnóstico de la niña?
—No estamos muy seguros, debemos de estudiar más su caso.
—Creemos que es esquizofrenia, pero como dice mi compañero, debemos estudiar más su caso.
—Queríamos hacerle una petición jefe.
—¿Qué tipo de petición?
—Consideramos oportuno que Fujimoto tome terapia con Nishinoya.
—¿Cómo pueden sugerir eso? ¿Acaso no saben cuál es el diagnóstico de ese niño?
—Lo sabemos jefe, sin embargo consideramos que puede ser beneficioso para ambos casos, Fujimoto no se muestra cómoda hablando con adultos que no sean de su familia y Nishinoya se niega a hablar con alguien que no sea de su agrado.
—Podemos comenzar con dejarlos en la misma habitación jugando, ambos tienen casi el mismo coeficiente.
El jefe de área reflexiona la propuesta, no debía dar una respuesta apresurada.
—Bien, agenden una cita con el señor Sano para la próxima semana. Me encargare de acondicionar un lugar ellos.
—Hai—dicen al unisonó los psiquiatras.
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Takehito Nishinoya ingresa a la habitación que le fue asignada para su terapia del día, se sorprende al ver a una niña jugando con un tablero de shogi. En los 6 meses que llevaba en ese lugar se encargaban de alejarlo lo más posible de los demás niños.
—¿Por qué te quedas ahí parado?—cuestiona la niña sin voltear a verlo, estaba muy concentrada en su juego.
—¿Qué haces aquí?
—Fue la habitación que me asignaron para mi sesión—se gira a verlo, le llama la atención aquellas vendas que rodean sus brazos y cubren su ojo—. ¿Quieres jugar?—extiende una pieza en su dirección.
El niño camina hasta donde se encuentra ella, la analiza con detalle. Sonríe de lado al ver que no es el único con vendas, la niña cubría sus manos con vendas.
En silencio comienzan una partida de shogi.
Por las cámaras los encargados de su terapia observan y analizan sus comportamientos.
—He ganado—comenta la niña con neutralidad.
—Juguemos de nuevo.
Se toman su tiempo para jugar.
—Ahora yo he ganado—menciona en el mismo tono que ella.
La niña se coloca de pie en búsqueda del memorama, regresa a su lugar colocando las tarjetas boca abajo ante la atenta mirada del niño.
Su juego se ve interrumpido a mitad del juego al entrar uno de los psiquiatras.
—La sesión ha terminado.
Ambos niños se colocan de pie caminando hacia el adulto.
—Takehito Nishinoya—se presenta el niño.
—Mitsuki Fujimoto.
Cada uno toma su propio camino.
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