CAPÍTULO 4: con esas amigas

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Hyeji

Desperté apenas comenzó a timbrar el despertador. 


Está fea marca no desapareció. – dije al notar la marca que el rubio me dejó el día de ayer.


Tonto.


Me levanto de la cama y tomo una ducha rápida. Al salir visto mi uniforme escolar y me hago media coleta dejando resaltar el flequillo. Después, camino hacia la cocina y me preparo un pan tostado con mermelada pues es lo único que tengo para comer.


Te prometo que en la noche cenaremos algo mucho mejor. – acaricio a Rayas antes de salir de casa, no sin antes dejarle un puñado de croquetas.


Tomo mi mochila y al hacerlo me doy cuenta de que no hice la tarea.


–Me las arreglaré en cuanto llegue a la escuela. – me pongo los zapatos y salgo por la débil puerta principal.


Necesita al menos una pintada.


Suspiro.


Tantas cosas que pudiera hacer si tan solo me alcanzara el dinero.


Buenos días, niña. – saluda la vecina, seria. Son las 6 de la mañana y ya está limpiando su patio.


Buenos días señora Lee.


Y si, nuestros apellidos son los mismos, sin embargo no tenemos relación alguna.


Vivo algo retirado de la escuela así que salgo temprano de mi casa para poder llegar a tiempo. Responsabilidad. A pesar de no haber crecido con una familia, la responsabilidad fue algo que aprendí desde pequeña en el orfanato.


Y si, dije orfanato.


No tengo padres.


No se si murieron, les pasó un accidente o si el accidente fui yo y me dejaron en ese lugar. Nunca pregunté y la verdad es que tampoco me interesa saberlo. Crecí rodeada de muchas personas que bien o mal cuidaron de mí. Pero también aprendí a cuidarme sola.. por las malas. Trato de no pensar mucho en eso. Una etapa en mi vida que no quiero que nadie conozca.


Recién cumplí los 16 años y se me autorizó vivir por mi propia cuenta. Aproveché la oportunidad y conseguí un trabajo mientras vivía en la calle.


Apenas lo logré.


No muchas personas corren con tanta suerte.


Junté dinero y encontré un pequeño lugar para vivir. Algo lejos del centro de la ciudad para ser específica, pero no me arrepiento, sino todo lo contrario: me siento orgullosa de lo que he logrado.


Mi mente se despeja por un momento y noto que el autobús apenas está por llegar a la parada.


En esta ocasión sí lo alcancé.


Me siento cerca de la ventana y me pongo los audífonos para escuchar un poco de música.


Después de algunos minutos logro visualizar una figura familiar. Es Jungeui.


¡Hola! – la saludo pero ella me ignora.


Probablemente no me vio.


Continuamos todo el camino sin hablarnos hasta llegar a la escuela.


Hola Jungeui – me acerco hasta donde está. Al parecer lleva prisa pues, por más que intento alcanzarla no lo logro tan fácilmente. – Te llamé en el autobús pero creo que no me viste – sonrío.


Lonely boy | YeonjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora