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Un lunes 11 de agosto de 2022, el futuro de Taehyung fue reescrito a pulso, su mundo se detuvo, su vida entera cambio en cuanto tuvo al diablo de frente.

La brisa del viento se colaba entre su ropa, mantenía los ojos cerrados abrazándose a aquella cintura que lo ponía en peligro, la cual al mismo tiempo lograba resguardarlo; protegerlo. Y no sé equivoco, porque un años después se encontraba viviendo en el departamento de ese mismo loco. Basto con una sola noche, una que cambio su forma de ver la vida, comenzó a trazar líneas coloridas, que ahora dibujaban su destino.

¿Le gustaba?, Era un hecho.

¿Era feliz?, Sin duda.

¿Estaba bien, que se sintiera tan correcto?, Esa era la cuestión:

El temor de sentirse querido.

Taehyung ya no viajaba en el servicio público, ahora manejaba el auto último modelo de su novio. Jeon Jungkook; el hombre del cual se encontraba profunda y perdidamente enamorado. Las mariposas revoloteando en su estómago eran la más grande prueba de ello, todo parecía color de rosa; Busan ante sus ojos parecía ser más hermosa, los colores se volvieron brillantes, las aves cantaban a su alrededor; un sueño hecho realidad. Después de veinte años por fin lograba ser el mismo, sin la necesidad de usar una máscara.

El acta que estipulaba, que pertenecía a Jungkook fue quemada; desapareció, él mismo la destruyó y ese mismo acto, logro que de cierta manera se sintiera liberado; las cadenas lograron romperse.

Una apuesta clandestina abrió la puerta de su hogar, marcando la pauta de la relación que hoy en día tenía con Jungkook. Si, todo comenzó como un juego, se suponía que él tenía que volver loco a Jungkook, que lo convertiría en una persona dependiente de él, pero la jugada le salió mal. Taehyung lo amaba sin condición y aquel sentimiento era tan real, un amor extraordinario.

Y aunque su subconsciente le hacía temer por la situación, no existía otro lugar donde quisiera estar.

¿Estaba loco?, Lo mas seguro es que si.

¿Cómo permitió que su corazón se enamorará de un sádico?, Fácil, él era un masoquista.

Jungkook lo besó a la fuerza frente a toda la escuela, lo golpeó, lo humilló y lo hizo sentir el ser más miserable sobre la faz la tierra.

Esa era solo una cara de la moneda.

Jungkook extendió sus alas. Lo convirtió en una persona capaz de vivir y no solo de existir, le mostró el mundo, le enseño a no tener miedo y también como volar. Jungkook lo amaba.

Las cicatrices en su cuerpo eran ecos de su pasado, no hablaba de los golpes que Jungkook le propició, esas eran solo marcas en su cuerpo, se refería a todas las palabras hirientes que cada una de las personas, que se supone lo amaban le hicieron, palabras y acciones al aire que desgastaron su corazón. Duele, nunca le permitieron ser feliz y para su fortuna, Jungkook, fue el único que no lo juzgo y siempre lo alentó a seguir con sus sueños.

La relación que formaron era el balance perfecto entre el bien y el mal; un partida de cartas donde Taehyung era una flor imperial, una de la cual sus pétalos terminaron siendo consumidos. Taehyung se quemó en su propio juego y le gustó arder en él.

- ¿No haz vuelto a ver a tus padres?

- A decir verdad soy yo el que no ha tenido la iniciativa -hace un mueca- mi padre fue claro, no me quiere volver a ver

Taehyung estaba dispuesto a no incomodar a su padre, aunque eso significará no ver a su madre y a sus hermanos. Era conciente que no tenía nada de malo amar a un hombre, pero también sabía que para su padre era difícil aceptar que su hijo mayor, era un homosexual, así que prefirió mantenerse al margen y respetar su pensar.

Mas de lo que aposté ||KookV||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora