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-¡Lyanna!¡Lyaaaanaaaaaaa!

Esos fueron los gritos que me hicieron dejar el libro que tenía en mis manos y levantarme de golpe del suelo.

-¡Lyanaaaa!

-¡Voy Catelyn!- corrí saliendo de mi pequeña habitación y subí apresuradamente las escaleras entrando en los aposentos de Catelyn.

-¡Hoy es la gran noche!- con fuerza me lanzó un vestido que aterrizó en mi rostro-¡¿ Cuando vas a dignarte a prepararme para deslumbrar a todos?

Recogí el vestido que ya estaba a mis pies y levanté la cabeza para mirar a la Catelyn Baratheon, mi tormento desde el día que había llegado a Bastión de Tormentas.

Prefería limpiar los platos, hacer las camas, cuidar a los niños, cualquier cosa, de verdad, cualquier cosa que aguantar a la insoportable hija de Lord Borros Baratheon.

-¡Espabila!- espetó lanzandome otro vestido que está vez logré esquivar- debo estar lista antes de que mi carruaje llegue.

Suspiró y se miró al espejo haciéndose un horrible recogido con sus manos.

-¿Crees que el príncipe Jacaerys Velaryon me prestará atención? ¿Qué se dará cuenta del partidazo que soy?

-Oh, claro- dije recogiendo el otro vestido y caminando hacia ella- tu belleza es incalculable.

Ella me miró desde el rabillo del ojo y se apartó de mí molesta. Había mentido tantas veces que estaba segura de que cada día se me daba mejor.

-Vete a limpiarme los zapatos con los que iré a la fiesta y coséme el bajo del vestido amarillo que me regaló padre- se dejó caer en la cama- y tú cómo mi acompañante espero que lleves algo que no sean esos trapos mugrientos.

Desvíe la vista hacia mi vestido grisáceo y volví a mirarla.

-Pero es que no tengo nada más- confesé.

-Ni se te ocurra dejarme en ridículo- se levantó de la cama y me apuntó con su dedo- quiero impresionar a Jacaerys, no lo contrario.

-Buscaré algo adecuado- la esquive y cogí el vestido amarillo de encima de la cama. Sin decir nada más salí de sus aposentos respirando aliviada.

¿Por qué diantres tenía yo que ir a esas fiestas de nobles, reyes y príncipes? 

Bajé las escaleras desganada y me dispuse a coser intentando centrarme en el simple gesto de meter la aguja en la tela.

Cuando  Lord Borros había decidido traer a mi madre a servir al castillo todo era diferente, yo aún era una simple niña, pero la libertad que tenía en aquel entonces aún la anhelaba. En cuanto mi madre falleció a causa de una gripe, todo se torció, todos dejaron de aparentar cierta amabilidad conmigo por los años que mi madre había servido en ese castillo, y pasaron a humillarme como nadie había hecho jamás.

Resoplé terminando de coser el bajo del vestido y apoyé la cabeza en la silla mordiéndome el labio.

¿Qué tenía ese tal Jacaerys tan especial para que Catelyn estuviera tan desesperada por agradarle?

Sonreí agitando la cabeza.

-Riqueza y poder…-susurré para mi misma- como no había caído antes.

Me levanté apresuradamente cuando volví a escuchar a Catelyn gritar desde el piso de arriba.

-¡Lyannaaaaa!

Puse los ojos en blanco y salí de mi habitación de nuevo queriendo con todo mi ser que aquella noche acabara cuanto antes.

-Ya no quiero el amarillo- me lanzó un vestido rojizo que volvió a aterrizar en mi rostro- llevaré algo acorde con los colores del emblema Targaryen.

-Pero acabo de…

Me fulminó con la mirada provocando que yo cerrara la boca de golpe.

-Ayudame a ponérmelo y peiname.

Caminaba de un lado hacia otro mientras su oscuro pelo se movía al compás soltando un ligero aroma frutal.

-¿Ese tal Jacaerys será el heredero al trono?- pregunté acercándome a ella.

-Cuando el decrépito rey fallezca y Rhaenyra ocupe el trono de hierro, si, Jacaerys será el siguiente en la línea de sucesión.

La ayudé a desvestirse en completo silencio y le entregué el vestido rojo que había elegido.

-Es una fiesta de antifaces, ¿sabes?- me dejó ayudarla con el vestido mientras sus ojos miraban a un punto fijo- Rhaenyra lo decidió así seguramente para que su hijo no elija por la apariencia a su futura esposa.

Catelyn soltó una carcajada sobresaltandome.

-Aún así me quitaré el antifaz por accidente- me guiñó un ojo- y deslumbrare al príncipe.

-¿Yo también deberé llevar antifaz?-pregunté.

Ella puso los ojos en blanco, exasperada y al final asintió.

-Llevarás uno amarillo- se apartó de mí con semblante serio y cogió el vestido amarillo que había cosido hace unos minutos- a juego con tu pelo dorado y este vestido que deberás devolverme intacto.

Abrí los ojos asombrada con su generosidad.

-¡Solo lo hago para que no me dejes en ridículo!- espetó lanzándomelo con fuerza- y recuerda tu lugar.

Lo cogí al vuelo e hice un gesto de cabeza como agradecimiento.

-Con la servidumbre…-susurré.

-Eso es- apoyó sus manos en mis hombros y me dedicó una sonrisa burlona- ese siempre será tu lugar.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora