44.

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Jace partió hacia Harrenhal, y pasaron dos días desde que yo había enviado un cuervo a Desembarco del Rey con intenciones de ver a Aegon y vengarme de él.

Esa noche me tumbé en la cama y desvíe la vista hacia el techo cansada, aún intentando asimilar que iba a tener que estar unos días lejos de Jace.

La puerta de mis aposentos se abrió llamando mi atención y una sirvienta entró con una bandeja.

-No he pedido nada-dije incorporándome y mirándola frunciendo el ceño.

Me fijé en sus manos temblorosas y en lo rápido que dejó la bandeja encima de mi mesilla de noche antes de que Aemond con una amplia sonrisa en el rostro se apoyará en el marco de mi puerta.

Mi corazón dió un vuelco y me puse de pie apresuradamente agarrando la daga que Jace me había obligado a tener debajo de la almohada.

-No vengo a matarte…-dijo entrando en mis aposentos y cerrando la puerta mientras se dirigía hacia la sirvienta- pero con ella no puedo dejar cabos sueltos.

Y de un golpe certero le clavó la daga en la sien, con una frialdad que me obligó a retroceder asustada.

La dejó caer al suelo y me miró con semblante serio.

-Jace me envió un cuervo para que fuera a Harrenhal, ¿Tan idiota piensa que soy?

Caminó lentamente, dejando que el sonido de sus botas retumbaran por la estancia.

-Deja a su esposa sola, sin nadie que la defienda…

Se formó una sonrisa en su rostro cuando le apunté con la daga.

-No necesito que nadie me defienda-le desafié.

Aemond guardó su daga y se humedeció los labios desviando la vista hacia la cama.

-¿Aquí te revuelcas con él fantaseando con mi hermano?

Sonrió y me miró fijamente a los ojos.

-Las cosas son muy fáciles, Lyanna- se sentó sin apartar su ojo de mí- tengo a tres hombres en los aposentos de Daemon, ya sabemos todos que después de la caída que sufrió para salvar la vida de la miserable de Rhaenyra está muy grave y…

-¡No te acerques a él!-armandome de valor me acerqué a él y aprovechando que estaba sentado me lancé encima intentando clavarle la daga.

Con una rapidez asombrosa, Aemond me agarró de las manos impidiendo que llegara a él con mi daga y me giró en aquella cama quedando encima de mí.

-¿Te preocupa tu padre?- preguntó quitándome la daga de la mano y lanzándola con fuerza contra la pared.

-Eres un miserable-le escupí provocando que me soltara.

Me intenté poner de pie, pero me agarró de nuevo obligándome a pegar la espalda a la cama.

-Si lo que quieres es que Daemon no muera deberás venir conmigo- miró por un segundo mis labios y se puso de pie recogiendo mi daga del suelo- irás conmigo a Harrenhal.

Fruncí el ceño.

-¿Para que quieres que…

-¡No dejaré que Jace me mate!- gritó sobresaltadome.

-¡Te matará!-grité poniéndome de pie y caminando de nuevo hacia él- ¡Y yo disfrutaré verte morir!

Aemond me abofeteó con fuerza haciéndome retroceder y me agarró con fuerza del brazo.

-Esto es lo que me gusta de ti- sonrió con la respiración agitada- tienes una mezcla de rebeldía y valentía que me conmueve y gusta a la vez.

Le miré horrorizada mientras él tiraba de mí fuera de mis aposentos.

Grité con todas mis fuerzas sin comprender porque nadie acudía en mi ayuda y me revolví  intentando escapar de él.

-¡Monta en Vaghar!- me empujó con fuerza haciéndome caer al suelo-¡Monta u ordenaré matar a Daemon!

Sollocé con fuerza y dejé que se acercara y me levantara colocándome en su hombro.

-Tranquila preciosa- se burló pasando una mano por mi trasero mientras soltaba una carcajada- en cuanto le mate podrás volver a revolcarte con el idiota de mi hermano.

Lloré en silencio y desvíe la vista hacia el castillo.

-¿Por qué nadie ha salido del castillo al escuchar mis gritos?

Aemond me dejó en el suelo cuando estuvimos frente a Vaghar y me ofreció una mano sonriendo.

-Las sirvientas se han encargado de dejarles a todos bien dormidos- puso el ojo en blanco guardándose su daga- por la mañana se despertarán como si nada,así que deja de mirarme como si yo fuera un monstruo.

-¡¿No lo eres?!- grité golpeando su pecho con fuerza-¡Mataste a tu hermana!

Aemond me agarró de las muñecas y me miró fijamente, intimidandome.

-La maté para que Aegon pudiera ocupar el trono- me miró como si yo fuera un bicho raro- para que al hombre que decías amar fuera el que viviera en esta guerra.

Lloré intentando zafarme de él.

-Ahora estoy casada con otro- le dije intentando empujarlo- y para mí Aegon quedó en el..

-¿Cuando enviaste el cuervo a Desembarco del Rey fue porque Aegon estaba en el pasado?-me zarandeó con fuerza- ¿O lo hiciste porque querías revelarte contra el verdadero rey?

Soltó una de mis manos y volvió a zarandearme. Solo entonces me fijé en su daga, y usando toda la rapidez que me permitía el cuerpo se la arrebaté clavándosela en uno de sus brazos para quedar totalmente liberada.

-¡Maldita bastarda!- gritó con el rostro enrojecido mientras se la arrancaba ante mis ojos llenos de asombro-¡Ahora ya no haré nada por las buenas contigo!

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora