37.

1.5K 151 1
                                    

Aegon no tardó absolutamente nada en levantarse de la cama y ponerse con rapidez los pantalones.

Me dedicó una mirada y cogió su daga del suelo dirigiéndose hacia la puerta.

-No salgas…-susurré asustada volviendo a cubrir mi cuerpo con la sábana.

Pero él ignorándome abrió la puerta lo suficiente para que Aemond le propinara un empujón haciéndole retroceder hacia atrás.

-¿Sabes lo que has hecho?-preguntó clavando su ojo en Aegon-¿Acaso buscas empezar una guerra antes de tiempo?

Le dio otro empujón mientras Aegon lanzaba la daga con rabia contra el suelo.

-Tú- Aemond me miró comenzando a caminar hacia mí- más te vale volver a Rocadragón y decirle a tu padre que..

-Ella no va a ningún lado- le interrumpió Aegon.

Aemond me miró sorprendido y esbozó una sonrisa algo burlona.

-No es la primera vez que te encamas con la esposa de otro hombre- me dio la espalda y volvió hacia su hermano- no entiendo porque ahora, que las cosas pueden complicarse me dices que ella no va a ir a ningún lado.

-Aquí Daemon jamás la encontrará- Aegon agarró su camisa y se la puso bajo la atenta mirada de Aemond.

-Puedo…-di un paso hacia adelante, asegurándome de que no se me viera nada- puedo hablar con mi padre, puede que él comprenda que…

-Que has pasado la noche con un hombre casado que piensa arrebatarle el trono a su esposa- Aemond me dedicó una mirada llena de frialdad- seguro que el comprensivo de Daemon lo entendería a la primera.

Me quedé en silencio y desvíe la vista hacia Aegon que esquivó mi mirada.

Aemond tenía razón, estaba traicionando la confianza de mi padre y la de todos los que tan bien se habían portado conmigo.

-Si vuelve se casará con Jacaerys…-susurró Aegon.

-Eso no es nuestro asunto- Aemond sujetó de la camisa a Aegon tirando de él con fuerza- debemos irnos y que sea madre la que solucione esto.

Intentó sacarle por la puerta bajo mi atenta mirada, pero Aegon se zafó de él con rapidez.

-¡No voy a ir a ningún lado!- espetó caminando hacia atrás- ¡No hasta que piense como solucionar todo esto sin que Lyanna vuelva con ellos!

-¿No volveré con ellos?- pregunté frunciendo el ceño.

Pero no obtuve respuesta, porque Aemond desenvainó su espada y le pegó un fuerte golpe a Aegon en la cabeza provocando que este se tambaleara antes de acabar en el suelo.

-¡¿Se puede saber qué haces?!- grité.

Aemond me miró congelado la sangre de mis venas y caminó decidido hacia mí mientras guardaba la espada.

-¡No me toques!- grité de nuevo intentando escapar de él.

-Te lo voy a explicar- con fuerza me empujó contra la pared haciéndome daño en la espalda- mi hermano está casado con Helena,y pronto ocupará el trono de hierro convirtiéndose en el rey y protector de los siete reinos.

Se me saltaron las lágrimas cuando agarró mi rostro con fuerza acercándolo al suyo.

-Él nunca ha querido ser rey, nunca le ha interesado sentar la cabeza- su ojo se clavaba en mí atemorizandome- y ahora no puedes estropear lo que tantos años le costó a madre conseguir.

Me miró fijamente, como si no pudiera fijar su mirada en ningún otro lado y sólo entonces dejó atrás mi rostro.

-Si te importa mínimamente deberías hacer entender a los negros que empezar una guerra para quitarle el trono a mi hermano solo traerá muerte a los vuestros.

Con fuerza tiró de mi brazo y caminó conmigo hacia la puerta.

-¡No me quiero ir Aemond- intenté zafarme de él sin apartar la vista de Aegon- no puedes obligarme!

-¡Monta en el puñetero dragón y soluciona esto!- gritó lanzándome contra el suelo- ¡Mi hermano no perderá el trono por una perra como tú!

Sollocé agarrando con fuerza mi sábana y me puse de pie asustada.

-No me voy a ir- le desafié.

Aemond tensó la mandíbula y acercándose de nuevo a mi me agarró  del brazo obligándome a seguirle.

-Te daré dos opciones, preciosa- me arrastró delante de Vaghar aumentando mi miedo- o vuelves junto a tu padre o le ordenaré a Vaghar matarte en este momento.

-Si vuelvo deberé casarme con Jace…-sollocé suplicándole con la mirada.

Aemond me miró y resopló con fuerza.

-Mi hermano te ha arrebatado tu pureza-aflojó su mano- puede que Jacaerys ya no te quiera.

Agaché la cabeza y di un paso hacia él.

-No me obligues…-susurré aferrandome a su camisa sin dejar de llorar ni por un instante- dejanos intentar solucionarlo a nuestra manera.

Y para mí sorpresa, Aemond alejó su mano de mi brazo y se giró caminando hacia Vaghar.

No perdí el tiempo, eché a correr hacia el interior de la cabaña y me agaché para agarrar la cabeza de Aegon entre mis manos, intentando que despertara.

-Nadie se ha interesado jamás en él…-susurró Aemond apoyándose en el marco de la puerta y cruzándose de brazos-¿Puedo saber qué le ves a este borracho?

Tragué saliva volviendo a desviar la vista hacia Aegon.

-¿Te acuerdas cuando caí al agua?- pregunté humedeciendome los labios.

Él asintió.

-Por alguna extraña razón, Aegon fue mi última imagen antes de perder el conocimiento- me intenté secar las lágrimas cuando Aemond caminó hacia mí y se agachó a mi lado- y en ese momento lo supe, podían venir y ofrecerme la mismísima luna, o riquezas con las que sueña cualquier hombre en este mundo, y sin embargo yo siempre elegiría pasar otro rato junto a él.

-Es curioso….-susurró Aemond mirandome- pero me cuesta creer que él pueda sentir algo así por ti.

Se humedeció los labios y zarandeó a su hermano esperando despertarle de aquel modo.

-Si no lo crees…¿Por qué no me has obligado a irme?

Aemond esbozó una sonrisa y se puso de pie al escuchar las quejas y murmuros de Aegon que comenzaba a moverse.

- Dejaré que sea él mismo el que se de cuenta de sus errores.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora