5.

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Lloré en silencio toda la noche mientras observaba los barrotes que me dejaban privada de libertad en la gran Fortaleza Roja.

Abracé mis rodillas sentada en el suelo y me arrepentí de ser tan impulsiva.

¿Tanto me costaba mantener la boca cerrada de vez en cuando?

Escuché unos pasos acercarse y asustada como nunca antes en mi vida me puse de pie.

-Veo que te ha comido la lengua el gato- me sonrió Aegon posando sus manos en los barrotes.

Cuando estuve apunto de contestarle, otro chico más alto que él y con un parche cubriendo uno de sus ojos se posicionó a su lado.

-¿Está es la chica de la que hablabas?

Aegon asintió sin apartar ni por un segundo los ojos de mi.

-Debemos enseñarle que…-Aegon abrió la puerta con una sonrisa divertida en el rostro- no se debe hablar así.

-Espera- le frenó el chico del parche antes de que pudiera avanzar- ¿Qué es lo que piensas hacer?

Aegon resopló poniendo los ojos en blanco, pero no le dió tiempo a contestar porque aproveché esa oportunidad para lanzarme encima de él dispuesta a luchar con uñas y dientes por mi libertad.

Él cayó al suelo, pero el chico del parche me agarró de la cintura obligándome a levantar de nuevo.

-¿Lo entiendes ahora, Aemond?- preguntó Aegon poniéndose de pie- está asalvajada y necesita que..

-No creo que la solución sea violarla- Aemond me empujó con fuerza dejándome caer al suelo mientras centraba su atención en Aegon- deberías dejar de hacer eso con todas las sirvientas del castillo.

-¿Ahora me vas a decir qué hacer?-Aegon le miró molesto mientras yo volvía a ponerme de pie.

-Solo digo que si quieres torturarla puedes pensar en otras maneras que no sea satisfacer tu mente sucia y enferma.

Retrocedí de nuevo dejando que mi espalda chocara contra la pared de piedra.

Aegon clavó la mirada en el otro chico y sin decir nada más salió de la celda marchándose mientras murmuraba algo que no logré entender.

-¿De dónde vienes?-preguntó Aemond.

Me quedé callada.

-Espero que seas una don nadie…-susurró acercándose a mí y agarrándome con fuerza del brazo- y que nadie venga a reclamarte.

Me arrastró con fuerza fuera de la celda y me condujo al interior de la Fortaleza Roja.

-¡Suelteme!

Él ignorándome abrió una puerta y con fuerza me lanzó al suelo, a lo que parecía ser una cocina.

-Ahora trabaja aquí-dijo Aemond desviando la mirada hacia una mujer algo mayor que se encontraba cocinando- enséñale todo lo que debe saber.

Aemond guío esta vez su mirada a mi.

-Recompensaras tus malos modales con trabajo.

-¡Esto es secuestro!-grité poniéndome de pie.

-Puedes elegir la segunda opción- Aemond sacó una daga y me miró sonriendo de medio lado- créeme para mí es mucho más fácil.

Me sobresalté cuando una chica de mi edad pasó sus manos por mis hombros desde atrás.

-Tranquilo- hizo una reverencia- le enseñaremos todo lo que debe saber.

Aemond nos miró por última vez y salió de la cocina guardándose su daga.

Con brusquedad me aparté de aquella muchacha que me miraba con semblante serio.

-Llévala abajo y dale algo de vestir- la anciana que aún continuaba cocinando miró a la muchacha- y empezar enseñándole que deje atrás esa cara de rebeldía que solo la llevara a la orca.

-Yo no debería….

-Ninguna de nosotros deberiamos- me interrumpió la muchacha- pero es mejor esto que ser vendidas en la calle de la seda.

-¿La calle de…

No pude terminar de hablar, ella tiró de mi mano y bajamos unas escaleras que conducían a un pasillo repleto de puertas.

-Aquí vivimos todas- me sonrió - por cierto, soy Melisa.

-¿Y yo debo quedarme aquí?- pregunté cuando abrió una de las por puertas de madera vieja- necesito volver a…

-Ya no perteneces a ningún otro lado.

La miré y tragué saliva aún con mis pulsaciones aceleradas.

-Así que…-posó sus manos en mis hombros- bienvenida a tu nuevo hogar.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora