24.

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Al día siguiente vi como las sirvientas recogían mis pocas pertenencias mientras yo las observaba desde la puerta, aún inmersa en el recuerdo de Baela en el suelo.

-No deberías seguir pensando en lo mismo.

Me giré viendo a Luke apoyándose en la pared, con algo de desgana en el rostro.

-Dejamos pasar a un asesino…-susurré- y ahora Baela ya no está.

-He hablado con mi madre y cree que era alguien que quería vengarse de Daemon.

Le miré frunciendo el ceño.

-¿Por qué alguien buscaría vengarse de mi padre?

Se encogió de hombros y me hizo un gesto con la cabeza.

-Deberíamos irnos ya, el carruaje nos está esperando.

-Necesito ver a alguien antes de irme- me aparté del marco de la puerta- necesito despedirme de Melisa.

Luke asintió y me siguió por el pasillo cuando me dirigí hacia las escaleras.

-¿Es de la servidumbre?- preguntó detrás de mí.

Asentí bajando los escalones de dos en dos, sintiendo un inmenso vacío en mi interior mirando por última vez aquel lugar en el que no había pasado mucho tiempo, pero que me había hecho encontrar y ver cosas maravillosas.

Abrí la puerta de la cocina y miré a Melisa que amasando pan levantó la mirada y esbozó una sonrisa.

-Te voy a echar de menos- dije desde la puerta.

Ella dejó atrás la encimera y caminó hacia mí.

-Espero que algún día puedas volver- miró a Luke detrás de mí y solo entonces me abrazó con fuerza- cuídate mucho.

Dejé que me rodeara con sus brazos y suspiré apartándome de ella para mirar a Luke.

-¿Puede venir con nosotros?

Él me miró sorprendido.

-Es la sirvienta del castillo, no creo que…

-Díselo a Daemon- dijo Melisa llamando mi atención- si me sacaras de aquí sería la mujer más feliz del mundo.

Miré de nuevo a Luke y me aparté de Melisa para agarrar sus manos.

-¿Crees que Daemon aceptaría?

-No debe aceptar Daemon, sino que Viserys dejé que…

-Puede ir contigo- la voz de Aegon me paralizó y borró cualquier gesto en mi rostro.

Habíamos acordado no vernos, él había decidido que se quedaría en sus aposentos hasta que yo estuviera fuera de la Fortaleza Roja. ¿ Por qué había decidido hacer al final todo lo contrario?

-¿Estás seguro?- preguntó Luke dirigiéndose a Aegon.

-Tenemos demasiadas sirvientas- contestó caminando por la cocina- no creo que nadie se de cuenta de que nos falta una.

Se agachó y agarró una botella de vino bajo la atenta mirada de los tres.

No me miró, no detuvo su mirada en mí ni por un instante. Simplemente agarró la botella sonrió de medio lado y tras apoyar la mano en el hombro de Luke dándole dos palmaditas, salió de la cocina.

-Aegon espera- salí tras él dejando a Luke y Melisa solos- ¿No vas a desearme suerte en mi nueva vida?

Aegon se giró y clavó su mirada en mí.

-Suerte, Lyanna- puso los ojos en blanco- la vas a necesitar.

Fruncí el ceño, pero me quedé callada viendo desde el rabillo del ojo como Luke se posicionaba a mi lado al mismo tiempo que Aegon subía las escaleras hacia sus aposentos.

Cerré los ojos y respiré profundamente antes de caminar hacia la salida de aquél castillo, solo entonces tras armarme de valor caminé alejándome de él.
¿Por qué había decidido salir de sus aposentos?

-¿Y Daemon?- preguntó Luke dirigiéndose a su madre cuando llegamos a la salida.

-Ha volado a Marcaderiva- Rhaenyra desvío la vista hacia mí- quiere despedirse de Baela asolas, espero que puedas entenderlo.

Asentí con tristeza y me senté dentro del carruaje observando por última vez aquella Fortaleza Roja.

-Estarás bien- me sonrió Luke sentándose a mi lado- ya lo verás.

Sonreí con tristeza y agarré mi vestido apretando con fuerza, sabiendo que ya no volvería a verle, qué ya no veríamos un cielo estrellado ni me reiría mientras fingía no hacerlo. 

Agaché la cabeza sintiendo como el carruaje comenzaba a moverse.

No volvería a sentir sus manos rozar mi piel y no vería aquella sonrisa que provocaba latidos acelerados en mi corazón.

Agité la cabeza.

¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué me costaba tanto apartarme de Aegon si apenas le conocía?

Suspiré y cerré los ojos sabiendo que no podía mentirme durante mucho más tiempo.

Le iba a echar de menos, tanto que jamás iba a ser capaz de pronunciarlo en voz alta por miedo a que aquello se convirtiera en algo real.

Iba a volver a verle, estaba segura de ello.

Abrí los ojos y clavé la mirada en el cielo despejado.

Mientras tanto tenía que fantasear con la idea de que los dos veríamos las mismas estrellas, y que Aegon dormiría con la misma sensación que recorría en este momento mi cuerpo.


La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora