27.

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-Llevo conmigo una daga-amenacé a Aemond cuando los guardias me dejaron en sus aposentos.
-¿Qué sientes al estar de nuevo en tu hogar?
Le miré atentamente y sin perder tiempo me giré dispuesta a irme de sus aposentos, pero él anticipado a mis movimientos, colocó una mano en la puerta impidiendome el paso.
-Siempre me has parecido hermosa- me miró con un ligero brillo en la mirada- pero no quería interponerme entre las intenciones de mi hermano contigo.
-Lo estás haciendo ahora…-susurré.
Me estremecí cuando él rozó con su dedo libre mi mejilla.
-Aegon y yo lo compartimos todo- me guiñó un ojo y tiró de mis manos hacia el centro de sus aposentos.
-Yo no soy Helena- arqueé una ceja con enfado provocando que él soltara una carcajada.
-Tienes carácter, eso en una mujer es…
Se quedó en silencio sin apartar ni por una milésima de segundo su ojo de mi.
-Daemon te hará pagar esto con…
Con fuerza me abofeteó haciéndome saltar las lágrimas de golpe.
-No le nombres aquí- me amenazó tirando del cuello de mi vestido hacia él- aquí no eres más que una sirvienta idiota.
-Te matará…-susurré.
Mis palabras solo consiguieron enfurecerle más, porque de golpe me obligó a girar y a caer con mis manos sobre la mesa de escribir.
Antes de que pudiera revolverme agarró mi pelo con tanta fuerza que me paralizó, y luego dejó que me cayera sobre la mesa haciendo presión para que no pudiera moverme.
-Le daré un nieto a ese Daemon que siempre le hará recordar que yo, el tipo al que detesta se folló a su hija.
Sollocé con fuerza intentando escapar sin éxito de él. Me sentía tan humillada y abandonada por todos que solo podía llorar sabiendo que era inútil intentar escapar de él.
Noté como me subía el vestido deslizando sus dedos sobre mi piel y frenó de golpe al escuchar la puerta.
-Por favor…-sollocé viendo cómo se alejaba de mí para dirigirse hacia la puerta-déjame irme.
Antes de que Aemond llegara a la puerta, esta se abrió y Aegon con una amplia sonrisa en el rostro se apoyó en el marco de la puerta observando la escena que tenía enfrente.
-¿Qué diablos haces tú aquí?- preguntó Aemond.
-A mí también me dejaron una nota-contestó sacándola del bolsillo y entregándosela a su hermano- pero debo admitir que jamás pensé encontrarte así.
Me incorporé aún llorando mientras retrocedía asustada hacia atrás.
-Solo estaba descargando y olvidándome del estrés que me causa la capital.
Para mí sorpresa, la respuesta de Aegon me hizo sobresaltarme cuando le propinó un fuerte puñetazo a su hermano.
Entró en los aposentos y cerró la puerta empujandole con enfado.
-Te dije desde un principio que no te acercaras a ella- otro empujón hizo retroceder a Aemond un paso- ¿Has montado todo esto para vengarte de mi?
Aemond se llevó una mano a la mejilla y le devolvió el golpe a su hermano.
-¿Creíste que podías golpear a Helena y que yo me quedara de brazos cruzados?
Aemond caminó hacia mí y me cogió del brazo con fuerza.
-Eres mi hermano y mi futuro rey- me obligó a caminar hacia el centro- pero si vuelves a tocar a Helena, te prometo que será tu putita la que lo pagará.
Aegon desvío la vista hacia mi y resopló con cansancio.
-Helena es toda tuya- dijo al fin dando un paso hacia atrás- ahora suelta a Lyanna.
-Lo sabía…-susurró Aemond lanzándome con fuerza al suelo- ¿Desde cuándo tú defenderías a alguien de que fuera….-me  miró con desprecio caminando hacia su hermano.
-¿Olvidas que es hija de Daemon?- preguntó- Siempre me habías dicho que siendo príncipe si quería tener algo debía cogerlo a la fuerza, ¿Y ahora no puedo con ella?
-Lyanna, mi dragón está fuera- Aegon ignoró a su hermano y me miró- vete y espérame junto a él.
Me puse de pie apresuradamente viendo cómo Aemond agarraba de la camisa a Aegon y salí disparada fuera de sus aposentos escuchando como los dos se decían palabras inapropiadas.
Corrí por el pasillo y escuché la puerta abrirse detrás de mí.
-Lyanna.
Solo la voz de Aegon me hizo frenar de golpe, y girándome hacia él, caminé en su dirección abofeteandole con rabia.
-Lo siento…-susurró- pero no tengo tiempo para esto..
De golpe me cogió apoyándome en su hombro y caminó de nuevo conmigo.
-He hablado con Lord Borros Baratheon- dijo mientras salía del castillo- le he pagado una considerable suma de dinero para que rompiera el acuerdo de tenerte como sirvienta.
Me dejó en el suelo cuando llegamos al exterior donde aún llovía con fuerza.
-Tú hermano iba a ….-sollocé con fuerza y le golpeé el pecho con rabia- jamás me había sentido tan humillada.
-Llegué a tiempo- sujetó mis manos- él sabía que yo llegaría, solo te estaba utilizando para enfadarme.
Apartó sus manos de las mías y limpió mis lágrimas que ya se confundían con las gotas de lluvia que empapaban mi rostro.
-No iba a hacerte nada…- me rodeó con sus brazos y me atrajo hacia él- sabía que no podía hacerlo.
Me aferré a él con fuerza dejando que la lluvia nos mojara por completo.
-Te llevaré a Rocadragón…
-Dijiste que no querías volver a verme- lloré mirándole a los ojos- y ahora vienes y yo no entiendo nada.
-No hay nada que entender…-agarró mi rostro con sus dos manos y los dos no quedamos en silencio mientras él deslizaba un dedo por mis labios- nada que entender…
Besó la comisura de mis labios, pero nos separamos cuando Caraxes y Vermax sobrevolaron Bastión de Tormentas.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora