6.

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Me desperté temprano, aún todos dormían, y yo tras calzarme me dirigí en completo silencio hacia la cocina.

Cogí una manzana como único desayuno y casi de puntillas caminé por el silencioso castillo en busca de la salida más próxima.

No estaba dispuesta a vivir en aquel lugar, ni cumplir las órdenes de aquel príncipe caprichoso que parecía sufrir un grave problema mental.

Mordí de la manzana y atravesé el salón del trono, solo ahí frené mis pasos observando con admiración todas las espadas fundidas.

-¿Te gusta?- preguntó alguien detrás de mí.

Me giré y resoplé con fuerza al ver a Aegon con el pelo alborotado y rostro intimidante.

-Había escuchado hablar del trono, pero…

Mordí de nuevo la manzana bajo su atenta mirada provocando que él soltara una sonora carcajada.

-¿Crees que salir de la Fortaleza Roja es tan fácil que hasta una manzana llevas contigo?

Desvíe la vista hacia mi desayuno y asentí.

-Nadie me conoce- me encogí de hombros- soy una don nadie, ¿Por qué deberían impedirme el paso?

Aegon sonrió de medio lado dando un paso hacia mí.

-Ahora comprendo porque Lord Borros decidió…

-¿Cómo sabes eso?- pregunté esta vez siendo yo la que caminará hacia él-¿Cómo sabes que me echó?

Él me dio un repaso y se humedeció los labios esbozando una sonrisa al verme a escasos centímetros de él.

-Me lo dijo Jace- puso los ojos en blanco- tu supuesto prometido.

Tragué saliva.

-¿Por eso volviste a la taberna?- pregunté dolida- ¿Para reírte de mí?

Aegon me quitó la manzana de la mano y le pegó un mordisco sin apartar sus ojos de los míos.

-Volví para tomar una cerveza, estaba cansado de estar en Bastión de Tormentas- me devolvió la manzana acercándose ligeramente más a mí- no creas que me interesaba en absoluto verte de nuevo.

Se apartó de mí y comenzó a caminar.

-Por cierto, cuando llegues a la salida, recuerda decirle a los guardias que eres una don nadie- se giró caminando hacia atrás mientras yo le observaba- les encantan las don nadie.

Me guiñó un ojo y desapareció por otra puerta.

Miré la manzana que llevaba en la mano y la mordí de nuevo con el miedo invadiendome de nuevo.

Aún así me arme de valor y caminé dispuesta a marcharme de aquel lugar, pero en cuanto llegué a la puerta principal, tuve que esconderme al ver dos carruajes entrar, y como una mujer vestida impecablemente de verde y con su hermoso cabello recogido en un perfecto peinado les esperaba rodeada de guardias.

Del carruaje bajó un hombre de pelo plateado y extendió la mano para ayudar a bajar a la mujer que pude reconocer de inmediato. Era Rhaenyra, no podía equivocarme, la había visto escasos segundos en la fiesta de antifaces que se celebró en Rocadragón, pero no se me olvidaba una cara, aquella mujer era la madre de Jace…

¿Estaría él también dentro de alguno de los dos carruajes?

-No deberías estar aquí- Melisa tiró de mi brazo provocando que la manzana acabara en el suelo- no olvides cual es tu lugar.

-¿Sabes si Jace Velaryon ha venido con su madre a…

-¿Qué interés tienes en el nieto del rey?- preguntó ella arqueando una ceja- no es en absoluto asunto tuyo saber eso.

Me asomé de nuevo y sonreí cuando pude ver a Luke riendo junto a alguien al que no pude ver con claridad cuando Melisa tiró de mi brazo al interior del castillo.

-Debemos organizar todo para el desayuno- me miró sin dejar de caminar casi arrastrándome a su lado- recuerda bien que cuando les sirvamos la comida no deberás hablar, ni hacer gestos raros. Serás justo lo que se espera de una sirvienta.

Nos metimos en la cocina y agarré el delantal que ella me lanzó.

-Empieza por freír huevos.

Asentí.

Me coloqué con rapidez el delantal y busqué con la mirada los huevos sin dejar de pensar en si Jace estaría ahora en el castillo o solo había venido hasta allí su hermano junto a su madre.

-Veo que eres distraída -sonrió Melisa- si llega a verte así Delnay, nuestra patrona, te armará un buen escándalo.

Me reí sin poder evitarlo mientras agarraba los huevos.

-Siempre me han dicho lo mismo, pero no es en absoluto cierto, simplemente dejó a mi mente divagar por lugares mucho más interesantes.

-¿Interesantes como Jacaerys Velaryon?- preguntó ella.

Me encogí de hombros sin ocultar mi sonrisa.

-Lyanna, recuerda que ellos son de la realeza y nosotras simples…

-El amor no es conocedor de esas leyes.

-¿Amor?- dejó de amasar pan y se acercó a mí pringado la punta de mi nariz de harina- ellos nos ven como simple distracción, seguramente acabe comprometido con su prima Baela.

-¿Baela?

-Una de las hijas de Daemon- se apartó de mí y volvió a sus labores- estoy casi segura de que están aquí por ese motivo, para anunciarselo a su rey Viserys.

Tragué saliva algo molesta.

-No me importa en absoluto esa tal Baela- murmuré- fue conmigo con quién se quitó las botas en la playa.

-¿Qué?

-Nada- dejé de freir los huevos y me crucé de brazos- solo que…

De repente, la puerta se abrió y una mujer anciana vestida completamente de rojo nos observó.

-¿De cháchara jovencitas?

-Hoy es mi primer día- dije volviendo a aparentar hacer algo- me gustaría…me gustaría tener el honor de ayudar a Melisa a servir la mesa.

Ella nos miró a las dos y negó rotundamente con la cabeza.

-A la reina no le agradará ver una cara nueva en un momento como ese- contestó caminando hacia mi- tú deberás empezar por no quemar los huevos.

Asentí obedeciendo con desgana. ¿Que debía hacer para que Jace supiera que yo me encontraba allí?  

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora