8.

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A la mañana siguiente me levanté de un salto de la cama, ilusionada y feliz. Jace me había prometido darme un paseo completo por la Fortaleza Roja y el simple hecho de pasear junto a él me había alegrado el resto del día.

Salí apresuradamente de mi habitación y tras coger el plato repleto de huevos cocidos me dirigí hacia el comedor sin dignarme a prestarle atención a la anciana que me prohibía casi respirar. ¿Acaso por ser nueva debía pasarme el día encerrada en la cocina?

Cuando llegué me quedé quieta al ver a Aegon y Aemond de pie hablando distraídamente sin percatarse de mi presencia, y el resto del comedor completamente vacío.

-¿No es la hora del desayuno?- pregunté provocando que los dos hermanos se girarán para mirarme.

-Si supieras hacer bien tus labores sabrías que hoy no desayunaremos aquí-Aegon puso los ojos en blanco- así que sal y llévate el plato.

Sin prestarme más atención volvió a centrarse en la conversación con su hermano.

Me giré dispuesta a irme, pero entonces Jace entró en el comedor.

-¿No pensáis acudir al desayuno?- preguntó echándose a un lado para dejarme paso.

-He soportado comer y cenar junto a dos bastardos-Aemond fue el primero en responder-¿También tendré que desayunar en la misma mesa que tú?

Me giré sin creerme lo que acababa de escuchar y solté el plato espantada cuando Jace caminó a grandes zancadas hacia él y le propinó un fuerte puñetazo provocando la risa de Aegon.

-Dejalo-Aegon posó su mano en el pecho de Aemond para impedirle devolverle el golpe a Jace que le miraba enfurecido- no le hagas quedar en ridículo delante de la servidumbre.

Caminé hacia ellos y agarré del brazo a Jace pero sin dejar de mirar a los dos hermanos.

-Jace, venga vámonos.

-Eso-Aemond apartó de un manotazo a Aegon- vete antes de que esto acabe peor.

Jace hizo el amago de propinarle otro puñetazo, pero yo volví a tirar de él.

-Vámonos.

Se giró cediendo, y resopló mientras yo intentaba convencerle tirando de su brazo.

-Lyanna- me llamó Aegon- espero que no te vayas hasta que recojas el plato que has tirado al suelo.

-No vas a recoger nada ..-susurró Jace tirando de mi mano fuera del comedor.

Caminó sin soltarme hasta que subimos las escaleras que conducían a los aposentos.

-Siento…-soltó mi mano- siento que hayas tenido que presenciar eso..

Me quedé en silencio aún asimilando lo ocurrido y desvíe la vista hacia nuestras manos que aún se encontraban entrelazadas.

-Lo siento- se disculpó de nuevo alejando su mano de la mía al percatarse.

-¿Vas a casarte con Baela?- pregunté de golpe, en medio de un pasillo en el cualquiera podía habernos oído.

-Por ahora es la candidata perfecta-contestó.

Tragué saliva.

-Comprendo..-susurré.

Me sentía ridícula por haber preguntado aquello, pero algo dentro de mí deseaba aclararse antes de que ya fuera demasiado tarde.

-Es una chica realmente hermosa- dije dando un paso hacia atrás para mantener las distancias.

Jace esbozó una sonrisa, pero cuando estuvo apunto de hablar, Aegon subió las escaleras quedando nosotros en completo silencio.

Pasó a nuestro lado y me dedicó una mirada antes de desaparecer por el pasillo.

-Pensé que os llevabais…

-No- me interrumpió Jace dando otro paso hacia mí- no creo que nos llevemos algún día bien.

Le miré, estaba tan cerca de mí que pude oler su suave aroma y pude fijarme en su rostro. Un rostro realmente hermoso.

Cuando giró la cabeza para mirarme, nuestros ojos se  encontraron y con rapidez aparté la vida provocando que él sonriera.

-Bueno, Lyanna- me ofreció su brazo- te prometí enseñarte el castillo.

Me mordí el labio sonriendo.

-¿Acaso pensabas que me había olvidado?

Pasé mi mano por su brazo y negué con la cabeza mientras él volvía a bajar las escaleras.

-¿Has visto ya el árbol de los dioses?- preguntó esbozando una amplia sonrisa- ese árbol me trae muy buenos recuerdos de cuando vivía aquí.

-Aún no he visto nada- contesté fijándome en cómo Delnay, la anciana que nos supervisaba, me miraba cruzada de brazos sin comprender porque no estaba atendiendo mis labores.

Salimos a un gran jardín y desvíe de inmediato la vista a un hermoso árbol de tronco blanquecino y hojas rojizas.

-Estudiaba aquí con Luke cuando éramos apenas niños- comentó apartándose de mí y acercándose al árbol.

-Debe ser maravilloso pasar la niñez aquí- dije.

Él se giró para mirarme.

-No es oro todo lo que reluce, Lyanna- caminó de nuevo hacia mí- vivir rodeado de murmullos y comentarios de fondo no es algo que desee a nadie.

-¿Lo dices por…

Él se aclaró la garganta y yo dejé la frase a la mitad.

¿Jace era un bastardo? ¿O simples rumores que intentaban ensuciar su imagen?

-Baela prefiere Rocadragón…-susurró.

Sentí una punzada en el pecho.

-Rocadragón es un lugar mágico-comente provocando que él esbozara una sonrisa.

-Pero ella deberá vivir aquí, junto a mi si algún día me convierto en rey.

Le miré desde el rabillo del ojo. ¿Ya se había decidido a que fuera ella su esposa?

Me quedé en silencio y agaché la cabeza desviando la vista hacia mis pies, sintiéndome cada vez más idiota de estar allí.

-El suelo está repleto de hojas- cambié de tema con nerviosismo- tantas que podríamos tumbarnos y desaparecer bajo ellas.

Jace esbozó una sonrisa y dejando atrás mi timidez tiré de su mano hacia el árbol dejando que las hojas está vez cayeran bajo nuestras cabezas, como si fuera una preciosa lluvia de hojas anaranjadas, amarillentas y marrones.

Nuestros ojos coincidieron de nuevo y los dos sonreímos agachando la cabeza, pero entonces él rozó sus dedos con los míos provocando que los dos levantáramos la vista.

-¡Jacaerys!- exclamó alguien.

Los dos nos apartamos y fijamos la mirada en Rhaenyra que cruzada de brazos nos observaba detenidamente.

-Baela está en el comedor, esperando poder salir contigo a dar una vuelta- esta vez desvío la vista hacia mí- deja de perder el tiempo y corre a atender a tu prometida.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora