19.

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Entré en la sala del trono mientras observaba la inmensidad de aquel lugar. Me había pasado todo el día dando vueltas por el castillo y esquivando a Baela. ¿Cómo iba a mirarla después de lo que su futuro esposo me había propuesto? ¿O del beso que nos habíamos dado?

Escuché la puerta abrirse detrás de mí y me giré viendo cómo Aegon y Aemond pasaban a mi lado y abrían otra de las puertas dispuestos a marcharse.

-¿Acaso no tenéis modales?- pregunté cruzándome de brazos, provocando que Aegon fuera el primero en frenar sus pasos- ¿No ibais a saludarme?

-Si no recuerdo mal, tu padre nos lo prohibió- Aegon esbozó una sonrisa y le hizo un gesto de cabeza a Aemond para que nos dejará a solas.

Puse los ojos en blanco.

-Creí que tú no seguías las órdenes de nadie-le miré detenidamente, llevaba el pelo tras las orejas, vestimenta verde y una ligera sonrisa en el rostro, pero lo que más llamó mi atención fue la herida que tenía casi en la ojera. 

Fruncí el ceño y sin perder tiempo caminé apresuradamente hacia él.

-¿Quién te ha hecho esto?- pregunté rozando su herida con mi dedo mientras él hacía una mueca de dolor.

-No es nada- se apartó de mí.

-¿Fue Daemon?-pregunté de nuevo.

-¿Acaso te preocupas por mí?-elevó la ceja de forma divertida.

-¿Preocuparme por ti?- me reí con nerviosismo- ni en tus mejores sueños, Aegon.

Me miró y agachó la cabeza.

-Quitarte la horrible ropa de la servidumbre te ha favorecido- dijo- pareces completamente otra.

-¿En un alago?

-No lo sé-sonrió volviendo a mirarme mientras volvía a abrir la puerta-eso depende de ti.

-Aegon- dije provocando que él volviera a quedarse quieto.

-Quiero verlo otra vez…-susurré- quiero ver el cielo estrellado de tu cabaña.

Frunció el ceño girándose para mirarme de nuevo.

-Puedes ir al jardín y ver las estrellas desde allí- y sin decirme nada más salió de la sala del trono.

Pero no me rendí, abrí la puerta tras él y me posicioné rápidamente delante impidiéndole así el paso.

-En el cielo hay un estrella- puse mi mano en su pecho para impedir que continuara avanzando- una estrella en particular que me recuerda a ella, a mi madre.

-No llevo chicas a ver estrellas mientras yo me quedo quieto como un idiota- me apartó y retomó de nuevo sus pasos.

-Aegon, pensé que esa estrella solo se veía desde Bastión de Tormentas- mis ojos se llenaron de lágrimas sin poder evitarlo- hecho de menos a mi madre….

Se giró para mirarme.

-No sé qué clase de hombre piensas que soy, pero te estás haciendo expectativas que no te conducirán a ningún buen lugar- hizo el amago de subir el escalón y se giró caminando hacia mí- soy un borracho despreciable, un hombre que estuvo a punto de abusar de ti, que quiere quedarse con un trono que sabe que no le pertenece, pero que le da igual matar a quien se le ponga en medio para hacerse con el.

Resopló mirando mis ojos repletos de lágrimas y tiró de mi mano.

-Espero que el imbécil de Daemon no te vea conmigo- salió hacia el jardín y se dirigió hacia  la puerta trasera del castillo sin soltarme- lo que menos necesito es otro golpe.

Aceleré mis pasos tras él y sentí algo extraño recorrer mi cuerpo.

-No eres despreciable…-susurré.

Aegon me miró desde el rabillo del ojo y se quedó en silencio hasta que entró en Pozo Dragón, sólo entonces soltó mi mano.

-Claro que lo soy- puso los ojos en blanco dirigiéndose a las escaleras- te acabarás dando cuenta, igual que lo han hecho todos.

Bajé detrás de él las escaleras.

-Déjame conocerte-tragué saliva viendo cómo él daba la vuelta para mirarme e inevitablemente volví a desviar la vista hacia su herida- no creo que seas como aparentas incansablemente demostrar.

Aegon esbozó una sonrisa que intentó disimular agarrando las cuerdas de su dragón.

-Sube- me extendió la mano provocando que yo me acercara más a él.

Nuestros ojos coincidieron y por primera vez desde que le conocí, fue él el que apartó la mirada con timidez provocando que el corazón me diera un vuelco.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora