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Daeron se encerró en una de las habitaciones y golpeó con fuerza la mesilla de noche más cercana a él.

¿Desde cuándo él se comportaba así? 

Cerró los ojos y agitó la cabeza intentando deshacerse de la mirada llena de tristeza de Lyanna.

Se había equivocado, sabía que no debía haber actuado así, que las cosas no se iban a solucionar así, pero…la estaba perdiendo, él lo notaba y eso mataba cada ápice de su ser.

¿Cómo había hecho esa mujer para enloqueecerle de aquella manera? ¿Había sido su ingenuidad o su amor incondicional por su hermano lo que le había hecho perder la cabeza por ella?

Golpeó de nuevo la mesilla de noche repleto de rabia y salió de la habitación incapaz de continuar así. No podía dejar que la mujer de su vida le odiara o le apartara de Rhaenys.

Caminó apresuradamente y cuando llegó a la habitación donde la había dejado, se quedó paralizado. Su respiración se volvió difícil de gestionar y su cuerpo comenzó a temblar.

-¡Lyanna!- gritó agachándose delante del cuerpo blanquecino y repleto de sangre de la muchacha.

Con rapidez agarró la cabeza de ella entre sus manos, intentando sin éxito que levantara y le dijera que todo aquello era una broma. Que nada podía ser cierto y que ella continuaba con vida.

Pero eso no fue lo que sucedió.

La chica no movió ni un ápice de su cuerpo y aún a riesgo de que los demás pensaran que él había sido el autor de aquel terrible crimen, la cogió en brazos y gritó desesperado.

Gritó corriendo con el cuerpo de ella hasta que sus ojos ya repletos de lágrimas se cruzaron con los de Daemon que se la arrebató con fuerza de los brazos.

-¡¿Has sido tú?!- gritó Daemon.

Y Daeron no pudo contenerse, vio en aquella pregunta la libertad a mucho dolor y muchos quebraderos de cabeza. Y aún sin saber si Lyanna continuaba con vida o no, tuvo que decirlo, tuvo que alejarla de él y hacerla suya, tan suya como cuando vivían en la cabaña. Cuando estuvo apunto de ser su esposa y estuvo apunto de amarle.

-Fue Aegon- mintió con crueldad Daeron- le he visto con mis propios ojos y aún así no pude llegar a tiempo para salvarla.

Daemon no tuvo tiempo de seguir escuchando, llevó con rapidez a su única hija a ver al gran maestre mientras por primera vez en su vida rezaba a los siete. La dejó encima de la cama de sus aposentos con rapidez y gritó desesperado mientras por el rabillo del ojo continuaba analizando la actitud de Daeron, del hombre que decía amar a su hija.

¿Que sería capaz de hacer un hombre por mantener a la mujer que ama al lado? ¿Acaso había algún límite?

Cuando el gran maestre entró en la sala,Daeron tuvo que quedarse afuera, justo al mismo tiempo que Helena corría hacia él.

-¿Que ha pasado?- preguntó.

Y por muy extraño que pareciese, Daeron se lanzó a los brazos de su hermana y lloró desconsoladamente con temor de perder a la mujer a la que amaba, de la que inevitablemente había quedado prendado desde la primera vez que la había visto en la Fortaleza Roja y que ahora no sabía si saldría de aquellos aposentos con vida.

¿Quien había sido capaz de hacerle algo semejante a aquella mujer?

Se apartó de Helena que intentaba consolarle sin entender el motivo de su llanto y se alejó por el pasillo en busca de sus hermanos.

¿Había sido Aegon a causa de los celos al decirle que Lyanna y él habían copulado?

Negó con la cabeza. Si era así jamás se podría perdonar haber mentido.

Pero..¿Y si hubiera sido Aemond? Al fin de cuentas él fue el único que se había quedado con ella cuando Aegon y él se habían ido.

Caminó con rapidez y abrió la puerta de la habitación donde se encontraban sus hermanos. Ellos en cuanto vieron la sangre en las manos de Daeron se pusieron de pie sin entender absolutamente nada.

Su hermano menor cayó al suelo rompiendo en llanto y Aemond fue el único en poder reaccionar porque apartando a su hermano con rapidez corrió por el pasillo.

Aegon en cambió miró a Daeron incapaz de poder moverse del sitio.

-No entiendo qué mierda haces sujetando una vela que no deja de gotear, te quemas y sin embargo eres incapaz de soltarla o pasarla a mano de otro- Aegon caminó hacia su hermano y con fuerza le agarró de la camisa dejando su rostro a escasos centímetros del suyo- si esto ha tenido algo que ver contigo, créeme hermano que aún no conoces hasta donde puede llegar mi maldad.

Aegon miró a Daeron a los ojos que este le esquivaba y sintió unas inmensas ganas de matarle en aquel preciso momento.

-Que con ella intente ser mejor persona no quiere decir en absoluto que lo sea- y soltó a su hermano dejándole caer- si está muerta, tú la acompañarás pronto.

Daeron escuchó como su hermano salía de la habitación y sin perder tiempo sacó su daga y la empapó en la sangre que aún cubría sus manos, sangre de su amada Lyanna.

Cuando terminó, caminó hacia la cama y guardó la daga bajo la almohada.

Si querían pruebas para culpar a Aegon, pronto las encontrarían.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora