13.

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-Mi padre se llama Daemon- fue Baela la que rompió aquél horrible silencio que se había formado en aquella cocina- jinete de Caraxes y hermano de nuestro queridísimo rey Viserys.

Pero nosotros seguíamos mirándonos, intentando averiguar de que nos podíamos conocer aquel hombre y yo si jamás nos habíamos visto antes.

¿O si?

-Te buscaba para que fueras tú la qué- Baela dejó atrás a su padre y caminó hacia mí con una amplia sonrisa- bueno…pensaba tener una cena algo íntima con Jace y creo que él se sentiría algo más cómodo contigo.

-¿Conmigo?

-Pienso que os lleváis bien- sonrió de nuevo- pienso que le agradará y relajara que nos sirvas tú la comida y no una completa desconocida.

Asentí.

-Lo haré encantada..-desvié de nuevo la vista hacia Daemon- ¿Será hoy?

La vi asentir por el rabillo del ojo.

-Será un placer entonces.

Ella miró a su padre y frunció el ceño al darse cuenta de cómo me miraba, incapaz al igual que yo de apartar los ojos de los míos.

-Y ahora- Delnay interrumpió aquel momento- vete a tu habitación para descansar.

Asentí y como pude caminé hacia las escaleras.

-¿Qué te ha pasado?- Daemon me hizo volver a girar la cabeza adolorida.

-Preguntele a Delnay- la fulminé con la mirada- nadie mejor que ella para contárselo.

Y sin decir nada más bajé las escaleras como pude mientras intentaba hacer memoria y recordar de qué me sonaba el padre de Baela. ¿Acaso había ido alguna vez a visitar a Lord Borros?

Entré en mi habitación y me sorprendí al encontrarme encima de mi cama una rosa, tan roja y fresca que aún conservaba las gotas de agua.

Frunciendo el ceño me acerqué lentamente a la cama y la agarré entre mis manos escuchando como la puerta se abría detrás de mí.

-¿Te ha gustado?

Me giré para mirar a Melisa que apoyando sus manos en mis hombros me miraba con una sonrisa pícara.

-¿Has sido tú?- pregunté.

-El príncipe Jacaerys…-susurró- sé que te dije que te alejaras de los príncipes de este castillo, pero…

Se mordió el labio arrebatándome la rosa de la mano.

-Jamás un príncipe nos había dado algo semejante.

La miré con atención mientras ella se alejaba de mí para caer encima de mi cama.

-Le vi entrar a hurtadillas con la flor en la mano- hundíò su nariz entre los pétalos- ¿No es romántico?

-Está prometido-dije con sequedad.

-El otro día me hablabas de amor, y ahora ¿Te preocupa ese insignificante detalle?

-¿Insignificante?- caminé hacia ella y le quité la rosa lanzándola contra la pared- tú fuiste la que me dijiste que ellos no eran una opción.

Melisa puso los ojos en blanco.

-Nací en este castillo- comentó ella dejando que su mirada se posará en el techo- y he estado en los aposentos de los dos príncipes- suspiró - alguna que otra vez hasta del mismísimo rey.

Tragué saliva horrorizada.

-Y no precisamente por placer- vi como sus ojos se llenaban de lágrimas- ellos son príncipes y yo una simple sirvienta que teme que la maten si no acata las órdenes de…

-Eso es horrible..-me senté a su lado y agarré su mano.

-Cuando no significas nada para ellos nadie te tiene en consideración, así que sufrí bastantes humillaciones y abusos- apretó su mano a la mía con fuerza- Viserys es el más normal de los tres, Aemond y Aegon son otro asunto que tratar.

Pasé mi dedo por su mejilla limpiando sus lágrimas.

-Ellos te torturan, te golpean y te violan hasta cansarse- puso los ojos en blanco sorbiendo por la nariz- o al menos Aegon, Aemond no es tan cruel como parece o si lo comparamos con Aegon no lo es tanto.

Se incorporó acercándose más a mi.

-Delnay lo permite- sollozó está vez con fuerza hundiendo su cabeza en mi pecho- ella dice protegernos y cuidarnos, pero deja que los príncipes nos violen a su antojo.

La rodeé con mis brazos con el corazón en un puño.

-Jace en cambio….

Levantó la cabeza y me miró entre lágrimas.

-El nunca ha pedido que acudamos a sus aposentos, siempre nos ha tratado con respeto y amabilidad.

Suspiré recordando como me defendió de Catelyn en Rocadragón.

Pasé mi mano por su espalda y volví a abrazarla con fuerza.

-¿Cómo has podido soportar tanto?

Ella volvió a llorar aferrándose a mi con fuerza mientras se encogía de hombros.

-Yo ya me he acostumbrado a vivir así- se apartó de nuevo de mí- no dejes que te rompan como lo hicieron conmigo, Lyanna.




La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora