10.

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Llegamos a un enorme campo rodeado de preciosos árboles y un arroyo. Aegon dejó que su dragón bajara hasta que sus patas rozaran el pasto y solo entonces giró su cabeza para mirarme.

-Este lugar es precioso-sonreí bajando apresuradamente del dragón mientras él me ofrecía su mano- ¿Dónde estamos?

-Seguimos en Desembarco del Rey- escuché su voz detrás de mí mientras yo aún seguía fascinada con mi alrededor- pero es sin duda la mejor parte de toda la ciudad.

Me giré para mirarle y aparté la mirada de inmediato al percatarme de la corta distancia que había entre los dos.

-Aquí mandé construir una pequeña cabaña- comenzó a caminar y yo le seguí sin dejar de escucharle- un en la que…

-¿Traer chicas sin que Helena pueda verlas?

Mi pregunta le hizo soltar una sonora carcajada.

-¿Pero qué clase de hombre crees que soy?

-No te conozco mucho y aún así sé que tu matrimonio con Helena no es algo que respetes.

-No te he traído hasta aquí para que hablemos de Helena.

-¿Y a que hemos venido?- le observé mientras él se dirigía a la puerta de su cabaña.

-Está anocheciendo- entró dentro de la cabaña y yo me quedé quieta sin saber qué hacer.

¿Qué quería decir con que estaba anocheciendo?

-Entra, Lyanna.

Tragué saliva viendo cómo él se asomaba frunciendo el ceño.

-No te voy a hacer nada raro.

-¿Me lo prometes?

Él esbozó una sonrisa y agachó la cabeza.

-Te prometo que no haré nada que tú no quieras-apoyó su mano en el marco de la puerta y tensó sus músculos- pero pasa.

-Las promesas no se rompen,Aegon- dije armandome del valor suficiente para entrar- espero que seas un hombre con palabra.

Cerró la puerta sin dejar de mirarme y yo me quedé sin aliento mientras sentía como los latidos de mi corazón iban en aumento.

-¿Te gusta?- preguntó.

Di un paso hacia adelante sin poder apartar la vista de la infinidad de estrellas que podían admirarse desde el gran ventanal que ocupaba por completo la pared que daba al acantilado.

Mis ojos inexplicablemente se inundaron de lágrimas y cuando me quise dar cuenta ya estaba rozando con la yema de los dedos el cristal que me separaba de aquella maravilla visual.

-¿Pides deseos?- pregunté cuando una lágrima resbaló por mi mejilla.

Aegon se posicionó a mi lado y suspiró.

-No- contestó- no creo en esas cosas.

Agaché la cabeza y agarré su mano bajo su atenta mirada. La llevé al cristal y apoyé la mía encima de la suya.

-Pide un deseo…-susurré.

Él sonrió.

-Pide un deseo- repetí sin apartar la vista de las estrellas- y verás ante tus ojos como se cumple.

-¿De verdad lo crees?

Asentí.

-Empieza tú..-susurró acercándose algo más a mi.

Sonreí y cerré los ojos con fuerza pidiendo lo que más anhelaba en aquel momento mientras mis ojos se clavaban en una estrella en particular.

La libertad.

-Te toca.

Aegon me apartó un mechón de pelo del rostro y con suma delicadeza me lo pasó por detrás de la oreja.

-Ya…-susurró.

Me giré para mirarle intentando ignorar que estábamos a escasos centímetros de distancia.

-Ni siquiera has mirado las estrellas- repliqué.

-Creeme- sonrió con su mirada clavada en la mía- lo he hecho.

Me aparté de él con nerviosismo y me sequé las lágrimas de las mejillas.

-¿Este es tu secreto?-pregunté.

Él caminó hacia la enorme cama que adornaba la cabaña y se sentó sin dejar de mirarme.

-Tengo más -sonrió de medio lado- pero no pienso darte todo la primera noche.

Fui a contestarle, pero me quedé a medias al ver como en su mesilla de noche había dos libros que parecían estar a medio leer.

Apartando la vista de Aegon me acerqué y cogí uno entre mis manos esbozando una sonrisa.

-¿Sabes leer?- preguntó sorprendido.

-Mi madre se encargó de que estudiara junto a Catelyn- pasé las hojas asombrada por el tipo de lectura que le interesaba a Aegon- desde entonces he robado libros de la biblioteca de los Baratheon para poder leerlos bajo las sábanas.

-Quédatelo- dijo poniéndose de pie.

Levanté la vista del libro y le miré fijamente. Incapaz de comprender porque dentro de aquel hombre podía haber dos personalidades completamente diferentes.

-Si sigues mirándome así no podré cumplir mi palabra- sonrió.

Puse los ojos en blanco y le lancé el libro con fuerza escuchando como él soltaba una sonora carcajada.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora