Capítulo 6: Los rusos

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Los días pasaban y pasaban con suma lentitud para mala suerte de Ethan y sus nervios que jugaban al soccer con él. Se había estado preparando mentalmente para la llegada de sus nuevos socios, estaba a un par de horas de conocerlos, aunque no sabía con exactitud cuántos eran además de la mujer. Durante los días previos, Vilma lo estuvo atosigando con su déspota y altanera actitud como dueña de la empresa. No la comprendía, estaba salvando su pellejo y ni así daba las gracias. Para Ethan, estaba más que claro que el dinero no compraba la educación ni el agradecimiento que se suponía, tenían todas las personas de la alta sociedad. Pero Vilma era lo último en su lista que le interesaba, estaba más preocupado en causar una buena impresión en los recién llegados de Rusia que en la pelinegra que no hacía más que causar problemas. Madre e hija eran igualitas, pues Daphne también lo había encarado por su descontento con la decisión que había tomado y él sabía con precisión a que se debía ese malestar. El dinero. Eran tan codiciosas que lo único que les importaba era el bendito capital que estaban despilfarrando como dementes. Estaba claro que las cosas estaban a punto de cambiar para siempre, que todo daría un drástico giro de ciento ochenta grados para los miembros de Ripoll's Inc. Aunque el castaño continuaba con sus dudas acerca de los socios desconocidos, sabía y tenía un pequeño presentimiento de que todo estaba encaminándose de la mejor manera, y si resultaba lo contrario, también estaba dispuesto a dar la cara y pelear nuevamente una guerra que no le correspondía. Pero así era él, le molestara a quien le molestara y no cambiaría su forma de ser.

Estaba sentado en su ejecutiva con la mirada perdida, pero su hermano lo interrumpió.

— Hola, ¿puedo pasar o esa pared es más interesante? —replicó con humor el rubio. Ethan sonrió de lado y negó con la cabeza.

— Eres un idiota, pasa. ¿Necesitas algo, Jer?

— Solo quise pasar a ver como estabas. Hoy es el día, hermano.

El castaño soltó un largo suspiro.

— Sí, no sé cómo resultarán las cosas. Pero de algo estoy completamente seguro, y es de que no me daré por vencido si no funciona lo que planeo.

— Eso ya lo sabemos, Ethan. Pero créeme, todo saldrá genial si estás a cargo. 

— Lo que aún no me queda por sentado es que se mantengan en anonimato frente al mundo, ¿comprendes? Es hasta frívolo si lo piensas. 

— Así es, a mí también me parece un poco extraño que trabajen muy en silencio con su imagen. Pero cada quien en lo suyo, ¿no?

— Pues sí, tienes razón. —Ethan estaba tan concentrado con su hermano que casi se ahoga con la saliva cuando notó a Barbara parada en el umbral de la puerta—. Barbara...

La mujer se quedó mirándolo con detenimiento, no tenía ninguna expresión en su rostro.

— Supe que te has asociado con una empresa rusa para intentar equilibrar la empresa. 

— Sí, así es. Como Vilma no hizo nada desde el principio, pensé que podría ayudar.

— ¿Por qué, Ethan? ¿Por qué estás haciendo esto? —cuestionó acercándose paulatinamente a los hermanos— ¿Intentas quedar bien con todos? Porque déjame decirte que si ese es tu propósito...

 — No Barbara, te equivocas. No hago esto por mí, sino por las personas que trabajan aquí y que aprecio.

— ¿Ah sí? No me digas, Ethan. ¿Sabes? En otras circunstancias te hubiera creído absolutamente cada palabra, pero hoy las cosas son diferentes.

— Quizás sean diferentes para ti, mi objetivo es solo ayudar a los empleados que Vilma ha estado explotando sin pagarles un solo centavo, sin contar que prácticamente mandó al demonio la empresa de tu familia. Puedo entender que me odies, puedo vivir con la idea de que me deseas lo peor a cada minuto, pero jamás jugaría a ser alguien que no soy cuando sé que lo que está en mis manos está en fuego.

Inefable DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora