Heather esperaba a Connor en la misma cafetería de la última vez, se había levantado bastante tranquila por la mañana cuando recibió su llamada y eso terminó por amargarle la existencia nuevamente, recordando que, al fin y al cabo, estaba viviendo en una realidad sumamente dura y desgraciada. Desde la última vez que lo vio no dejó de pensar una y otra vez en las verdades que había escuchado, su padre le había mentido por mucho tiempo. Lo que le llevaba a creer que posiblemente había muchas cosas aun por descubrir sobre él antes de dar con la identidad de su asesino. No pudo evitar sentirse miserable, traicionada y decepcionada de Christopher. Recordó las reiteradas veces que lo confrontó justamente por ocultarle ciertas cosas o mentirle sobre otras. Todavía lo seguía amando profundamente, aunque tuviera que vivir con una realidad bastante desagradable, que en el pasado estuviera por gusto y complacencia con Vilma. Sintió una mezcla de nervios y ansiedad por lo que fuera a revelarle el hombre, pero a la vez temía sobre lo que tendría que enfrentarse a partir de ahora. La verdad podía ser dolorosa, pero era necesaria para poder entender las situaciones en las que estaba metida, así es la vida. Divisó el auto de Connor estacionarse frente a la cafetería, y lo vio bajar del mismo, así que se preparó una vez más para lo que sea que fuera a escuchar ahora.
El hombre sonrió cordial y se sentó frente a ella.
— Buen día, Heather. ¿Cómo has estado desde la última vez que...?
— Buenos días, la verdad es que como puedo. —manifestó con total sinceridad. Le tendió la taza de café caliente que hace pocos minutos había ordenado—. No sabía que tenías una hija, Connor.
— ¿Disculpa? —posó sus azules en la mujer y la vio anonadado. En cambio, ella, lo miraba muy pasiva—. Ah, digo si, tengo una hija de veinticinco años.
— ¿Sabes? Por poco me expuso con los Montpelier. —intentó sonar un poco divertida, pero lo cierto era que aquello la tenía intranquila.
Connor se sintió un poco avergonzado con la revelación.
— No puedo creerlo. Lo siento mucho, el otro día vio unos papeles y...
— No, no te preocupes Connor. Sé que no fue para nada intencional, nadie de ellos sabe la verdad. —replicó con serenidad.
— Entiendo. Lamento mucho eso, y también por haberte llamado a las seis de la mañana, pero era necesario.
— No hay problema, la hora no es relevante para mí.
Connor asintió un tanto inquieto, y luego le dio un portafolios.
— Eso te recomiendo que lo leas cuidosamente cuando estés a solas, es la prueba de lo que estoy por decirte. —contestó acomodando su garganta, no sabía por dónde empezar de nuevo. Heather enarcó una ceja y se limitó a responderle con seriedad.
— ¿Más sorpresas que respuestas? No lo puedo creer... —masajeó su cien sintiendo que el estrés comenzaba a invadirla—. Solo dímelo, por favor.
— ¿Recuerdas que te mencioné que tu padre y tu tía estuvieron...?
Heather hizo una mueca de desagrado y bebió su café.
— Demonios, sí. Para mi mala suerte, lo recuerdo, ¿ahora qué sucede?
— Bueno... Sucede que semanas después de aquel encuentro, Virginia anunció que estaba embarazada. —dijo recargando su espalda contra la silla. Heather asentía imperturbable—. A Vilma la noticia le cayó en el hígado, así que le exigió a tu padre que se deshiciera de la criatura que esperaba su hermana o todo el mundo sabría sobre el encuentro íntimo que habían tenido.
— Mis sospechas se confirman, es una psicópata de lo peor.
— Las cosas no acaban ahí, Heather. —advirtió el hombre entrelazando sus dedos y viéndola fijamente—. Un mes después de que la noticia del embarazo fuera una total celebración en Chicago, Vilma... Descubrió que estaba esperando un hijo. Heather, no es sencillo decirlo...
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Inefable Delirio
RomansLuego de fingir su muerte, Heather comienza a maquinar en su mente las nuevas piezas de su juego. Vengarse de quienes la hirieron y hacer justicia por las infamias y torturas a las que fue sometida. Para ello deberá regresar usando una nueva identid...