Capítulo 22: Dolor con más dolor

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Unos días después...

Amanda desayunaba en completo silencio en la cocina, eran las siete de la mañana y su madre seguía en la cama. Prefirió no molestarla y simplemente limitarse a desayunar antes de ir a trabajar, odiaba con todo su ser seguir en ese empleo, y aunque su madre se había ofrecido incontables veces a conseguirle un puesto en Ripoll's Inc había optado por quedarse con el que tenía que tener que trabajar en conjunto de aquella rusa frívola y maleducada que había conocido. Sintió su café extremadamente amargo al recordar a Natasha Stepanova, esa mujer había mostrado una faceta tan típica de los millonarios egocéntricos que tanto conocía desde joven. Creían poder manejar el mundo y a las personas a su santísimo antojo cuando la realidad era una muy diferente. Sin embargo, la apariencia tan similar y característica de aquella mujer no dejaba indiferente a nadie que hubiera conocido en vida a su prima. Pero por supuesto que Heather había sido sumamente distinta a la rusa, con todo el dinero del mundo jamás había sido tan grosera ni déspota con ella, inclusive antes de saber que era hija de Barbara. Aun así, Natasha no dejaba de darle una vibra extraña e indescifrable, y no comprendía la razón. Dejó sus pensamientos de lado al escuchar los pasos de su madre acercándose a la cocina.

La pelirroja sonrió al ver a su hija en el lugar.

— Buenos días, cariño. ¿Cómo estás?

— Buenos días, mamá. Estoy bien, y por lo que veo tú también... —manifestó divertida mientras bebía el café. Barbara se rio ante su comentario, siempre madrugaba primero que ella.

— Estos días he estado ocupándome de la boda de Josephine y Jeremy, estoy estresándome y recién comienzo linda.

— No puedo creer que tendremos una boda, Jo será la novia más bella de todas. —comentó curvando la comisura e imaginándose la sensación de felicidad y plenitud que las mujeres sienten al casarse. Qué dichosas eran al sentirse suficientes y amadas.

Barbara se acomodó frente a ella y la analizó detenidamente.

— Tal vez no sea la única boda, mi amor. —le guiñó un ojo y tomó en sus manos el bowl de frutas. La mujer frunció el ceño al escucharla, evidentemente no comprendía sus palabras—. Ay, Mandy. Estoy hablando de ti, mi vida.

— Ah... No, no creo que eso suceda mamá, así que relájate. —respondió elevando uno de sus hombros.

— ¿Qué? ¿Por qué no? Llevas bastante tiempo con Gavin, y se lo ve muy enamorado de ti.

— No digo que no lo estemos el uno del otro, pero no sé si quiera casarse conmigo. 

La mujer dejó de untar sus tostadas y la miró severa.

— Amanda, ¿todo está bien entre ustedes? 

— Así es, ¿por qué preguntas, mamá?

— Bueno, no lo sé. Quizás porque solamente hice un comentario y tú lo profundizaste, y no de la manera que esperaba... —contestó la pelirroja recargándose en la silla. Amanda relamió sus labios y se quedó en silencio—. Sonaste un tanto indiferente y hasta pesimista con la idea de una boda. 

— Seamos realistas, ningún hombre me tomó en serio durante estos años. No quiero hacerme ilusiones o visualizaciones futuras con Louvier.

— No digas esas cosas, Amanda. —regañó la mujer negando con la cabeza, un tanto apenada.

La pelirroja dejó salir un largo y quejoso suspiro.

— Es la verdad, me gusta Gavin y lo amo. Pero elijo preservar mis emociones por el momento y dejar que sea el futuro quien nos diga que debemos hacer, no él ni yo mamá...

Inefable DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora