— Mierda, Natasha... Vas a matarme. —susurró mientras mordisqueaba su cuello con vehemencia y hambre. Ethan bajó por su vientre y luego de plantarle un beso en su monte de venus, la recorrió con su lengua hasta perderse completamente en su sabor—. Eres como una adicción, me enloqueces...
— No pares, por favor. Te mataré si lo haces... —gimió la mujer mientras que Ethan succionaba cada zona de su sexo. No lo soportó más y se acomodó entre sus piernas para bombearla deseoso.
— Me encantas, me fascinas...
— Enséñame cuánto, Ethan...
El castaño gruñó de repente y la colocó boca abajo, esa vista lograba nublarle los sentidos.
— ¿Por qué tienes que ser jodidamente ardiente y perfecta?
— ¿Por qué no cierras la maldita boca de una vez? ¡Fóllame! —le reprochó con la respiración entrecortada, sus pechos estaban siendo oprimidos por el sofá y el enorme cuerpo del hombre.
— Carajo, eres una... ¡Ah! —Ethan separó los glúteos de la rubia y se adentró en lo más profundo de su cuerpo, sentía el calor recorriéndole todo su ser. Era tan cálida, tan húmeda y encajaba a la perfección con su dureza.
— ¡Ethan!
— Me pediste que... Te follara, aguántate. —comentó burlón mientras la sentía contraerse del placer. Natasha era una diosa, era tan candente y sumisa con él que solamente podía pensar en complacerla y disfrutarla, porque era una imagen verdaderamente sensual de apreciar.
Heather se movió rápidamente, quedándose a horcajadas del hombre.
— Vas a pagarlo... —sentenció con una sonrisa retorcida y lo fue introduciendo lentamente en su interior. El hombre sentía que estaba a punto de fallecer, tenerla así y ver el morboso movimiento de sus pechos, cintura y pelvis lo embobaban a tal punto de no saber cómo reaccionar, se limitaba a sentirla a ella. Era una mujer atrevida, descarada y presumida, pues sabía muy bien lo que estaba haciendo con él.
— No puedo... Natasha, voy a...
— También yo, terminemos esto juntos... —propuso con una mirada cristalina, sabía que estaba a punto de llegar al cielo. Momentos después, ambos gimotearon en un grito ahogado y Heather se dejó caer encima del castaño, el sudor era lo que menos le importaba en ese instante.
Ethan acariciaba su aterciopelada y dulce piel con la yema de los dedos.
— Usted es fantástica, señorita Stepanova... —susurró besando su cien, intentaba recuperar la respiración que había perdido.
— ¿Sí?
— ¿Lo dudas? —cuestionó buscando su mirada. Sus ojos verdes parecían querer decirle tantas cosas, pero que no se animaba a ventilar.
— No...
— ¿Quieres que prepare algo para cenar? —soltó genuinamente mientras la acomodaba. Heather lo miró perturbada y él se limitó a mover un hombro—. ¿Qué? No hemos cenado y acabamos de hacerlo con el estómago vacío, eres muy hermosa para morir.
La rubia escondió una risa por aquel comentario, y asintió desorientada.
— De acuerdo. ¿Sabes... Sabes cocinar? —inquirió fingiendo demencia por algo que, en definitiva, ya sabía. Ethan le tendió su ropa interior y asintió colocándose la suya.
— Ah, bueno... Pocos platillos puedo preparar sin que nadie termine intoxicado o en urgencias, pero si, algo.
— No me das la suficiente confianza que necesito para permitirte usar mi cocina. —replicó abrochándose el sostén y poniéndose de pie. Ethan mordió su labio con lasciva al verla de cuerpo completo y ella lo empujó—. ¡Deja de mirarme así!
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Inefable Delirio
RomanceLuego de fingir su muerte, Heather comienza a maquinar en su mente las nuevas piezas de su juego. Vengarse de quienes la hirieron y hacer justicia por las infamias y torturas a las que fue sometida. Para ello deberá regresar usando una nueva identid...