Capítulo 14: Que comience el Show

16 1 0
                                    

Vilma se estaba retocando el maquillaje en su oficina mientras observaba por su móvil la transmisión del desfile. Faltaba todavía una hora para que iniciara y ya estaba parcialmente lleno, aunque no le interesaba del todo meterse de lleno en ese espacio. Tampoco sabía absolutamente nada de las andanzas de la rusa y eso la ponía de malhumor, pues a sus enemigos normalmente los tenía demasiado cerca. Debía admitir que tampoco se había esforzado en acercarse a Natasha, pero el hecho de que ella quisiera acapararlo todo y su tremenda similitud con su sobrina muerta le decía que era nada más ni nada menos que una víbora. Mientras se retocaba el labial pudo notar que gran parte de la Élite estadounidense se hallaba cómodamente en el pent-house del edificio, y eso llamó su atención. No creyó que la mujer hablara en serio con eso de querer lucirse en su desfile, definitivamente Natasha iba por todo y más. La pelinegra sacudió su ajustado vestido verde esmeralda y se quedó allí, pensando en todo. No estaba informada acerca de las figuras que modelarían ni tampoco quiénes vendrían, aunque al ver a los altos apellidos de todo el país allí, no dudó en que las modelos probablemente fueran sacadas de otro planeta si le era posible a la rusa. Se colocó unos guantes de seda blancos y sus gafas de sol, pues no estaba dispuesta a pasar desapercibida jamás.

La puerta se abrió y ella rodó los ojos con hastío.

— No tenía idea de que te gustaran los desfiles de moda, querido. —dijo soberbia al verlo. Sabía la razón por la que Dorian había asistido.

— Los detesto, pero ya te lo dije. Esa mujer me encanta, y no dudo de su participación en él.

— No me digas. Tal vez le guste los hombres acabados y nefastos...

— Deja de lanzar tu veneno, me has dicho que ya no te complazco en la cama. Tal vez a ella sí le guste...

Vilma se quitó los lentes y se acercó con cautela haciendo sonar sus tacones.

— Cariño, dime algo. ¿Te has visto en un jodido espejo? ¡Eres un vejestorio! —replicó palmeando el pecho de Dorian. El hombre apartó con rudeza las manos de Vilma, logrando que se tambaleara frente a él.

— Sabes muy bien que este vejestorio te tiene en la palma de su mano, y que si quiere ya mismo puede ir con la policía y acusarte de homicida... —soltó de repente. Aquello logró remover a Vilma en su lugar, quien sonreía incrédula antes sus palabras.

— No tienes las agallas para hacer tal cosa, sabes perfectamente que si me hundo tú también te vienes conmigo. —masculló con nerviosismo. 

Dorian arrugó su frente con una sonrisa en el rostro.

— ¿Estás completamente segura de eso? De los dos, yo soy quien conoce a la perfección lo que es el poder... Tú sin Christopher no eres intocable, bonita.

— Si lo haces, sabes que acabaré contigo y limpiaré absolutamente cada rastro de ti. Si pude hacerlo tres veces en mi vida, una vez más no le haría daño a nadie. —objetó mirándose las uñas con inocencia. El hombre enarcó una ceja sin comprender sus palabras.

— ¿Tres? ¿Acaso el imbécil de Christopher y su hija no fueron los únicos? —cuestionó confundido. La mujer rodó sus ojos y burlona tocó la alianza en su anular, porque si, aún la llevaba consigo como la buena esposa que era. Dorian la miró estupefacto cuando creyó entenderlo todo—. No me jodas, ¿mataste a tu hermana también?

La mujer alzó uno de sus hombros con total desinterés.

— Ya te lo dije, quien me estorba se muere. Así que no me amenaces ni te creas el sabelotodo, porque no sabes con quien estás tratando...

— Estás loca, muy loca. ¿Te lo habían dicho alguna vez?

— Pues sí, pero como están muertos... Haz de cuenta que jamás lo he oído. —dijo sonriente. 

Inefable DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora