Capítulo 23: Suposiciones

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Las semanas comenzaban a transcurrir bastante rápido, por lo que la boda de Josephine y Jeremy era cada vez más inminente. Los preparativos de la celebración tenían a todos sus familiares y amigos trabajando arduamente. En secreto, Heather era la persona que más atenta estaba con su amiga, ayudándola con los arreglos, el vestido y el banquete. Todos estaban colaborando para que la fiesta sea la más hermosa y soñada de todas, todo indicaba que sería la boda del año. Amanda y su novio ayudaban al ultimar ciertos detalles, como la lista de invitados, la entrega de invitaciones y la temática. Ethan y su hermana eran los encargados de la organización, el lugar del evento y el catering, y sus padres costearían la luna de miel. Barbara por su parte ayudaba a Jo con los tres vestidos que Heather había mandado a diseñarle, el de la boda civil, el de la ceremonia y el de la fiesta. Los únicos de blanco serían los novios, y el resto llevaría, como código de vestimenta, el color negro. La boda tenía a todos en un mundo y aparte, al estar ocupados y distraídos con las preparaciones les daba la oportunidad perfecta a aquellos que buscaban moverse silenciosamente en la oscuridad. Vilma estaba sentada en la mesa principal de su departamento mientras miraba la noche a través del cristal, lucía un tanto demacrada, y es que desde que había tomado en sus manos aquellas fotos no había parado de buscar alguna respuesta lógica, o siquiera encontrar algo turbio sobre el pasado de Natasha, todo en esa mujer estaba más que limpio. Sin embargo, su juicio le decía que algo enorme escondía. De arpía a arpía, lo podía hasta sentir, así que por ello lo había citado a su casa, y sabía que él le brindaría todo lo que ella quisiera saber sobre la rusa misteriosa.

La puerta sonó de repente, y Vilma se puso de pie para abrirla.

— Eres tú... Pasa. —dijo la mujer con una sonrisa distorsionada al ver a aquel hombre encapuchado, apenas podía distinguirlo. El susodicho caminó con lentitud hacia adentro, y no porque no confiara en lo que hacía, más bien se debía a su pierna derecha que estaba rota y que le costaba mover—. ¿Sabes? Me Llevó mucho encontrar tu paradero.

— ¿Qué quiere? ¿Para qué me llamó? —cuestionó con mal genio. Vilma elevó sus cejas fingiendo sorpresa por su tono de voz.

— Vaya, aún con una pierna hecha pedazos eres un matón.

— ¿Cómo piensa que voy a estar luego de que la perra de su hija me dejó así? ¿Feliz? Por favor. —cuestionó Caimán quitándose la capucha y dejando a la vista su cabeza rapada, al igual que aquel tatuaje tan distintivo suyo. 

La pelinegra se sentó de nuevo, y reteniendo una sonrisa burlona acotó.

— Debo decir que esa estúpida sí tiene ovarios.

— No sé por cuanto tiempo los tenga, pero apenas me recupere voy a... 

— Ah-ah, no me interesa lo que quieras hacer con ella. Te llamé para otra cosa... Siéntate. —lo interrumpió la mujer, y Caimán obedeció. Le entregó un sobre con las fotos que tenía y le dijo con discreción—. Quiero que me digas quien es en realidad Natasha Stepanova.

Caimán tomó el sobre escéptico y soltó una carcajada.

— Sí sabe lo que es Google, ¿verdad? No es tan difícil encontrar esa información ahí, es bastante conocida. —expresó burlesco. Vilma clavó uno de sus tacones en su pie derecho, causando que el hombre se retorciera del dolor—. ¡Mierda, era un chiste! ¡Era un puto chiste!

— No juegues con mi paciencia, maldito cojo. Si quieres irte de aquí con el dinero, que es por lo que viniste, será mejor que dejes las estupideces a un lado y me consigas lo que quiero.

— A ver, a ver. Me gusta el dinero, pero ¿por qué tendría que ayudarla? —preguntó desconfiado. Vilma pareció pensarlo por un instante, pero luego elevó sus hombros con desinterés.

Inefable DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora