Capítulo 34: Confesiones a medias

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Heather tecleaba el computador con desgano mientras bebía una taza de café prácticamente hirviendo. Habían transcurrido cuatro días desde su hospitalización y de aquella amarga ruptura con Ethan, aunque no sabía si era adecuado catalogar como una ruptura a sus encuentros sexuales. No podía negar que ambos sentían cosas muy fuertes el uno por el otro, pero necesitaba ponerle una barrera a sus sentimientos por él para no confundir aún más a su estúpido corazón que seguía venerándolo. En esos días no lo había cruzado ni una sola vez o topado por casualidad, se estaba escondiendo de ella para no tener que lidiar con sus sentimientos nuevamente, ya había tenido suficiente. Le pesaba seguir sosteniendo a Natasha en su espalda frágil y cansada, todo le resultaría más fácil si mandara al demonio el plan que desde hace tiempo había dejado de ser uno perfectamente elaborado. Muchas preocupaciones la estaban consumiendo, desde la empresa y tener que lidiar con el hombre que amaba con tanta fuerza y pesar, hasta tener que soportar la repentina ausencia de Connor en el caso de su padre. En definitiva, la verdad estaba una vez más lejos de descubrirse. Su cabeza estaba tan ensimismada en tantas cosas por resolver que terminó vertiendo el café por la alfombra. Dejó salir un suspiro exhausto e inclinó hacia atrás la cabeza buscando paciencia en su interior.

Tocaron a su puerta y rápidamente se recompuso, e intentó esconder la taza con su tacón.

— Sí, adelante. —acomodó su garganta e irguió la espalda. Abrieron la puerta con mucha lentitud y al ver de quien se trataba su sangre se espesó por completo. 

— ¿Interrumpo, querida? —la voz de Vilma logró ponerle los pelos de punta, no obstante mantuvo la compostura todo el tiempo. Fingió una sonrisa y se puso de pie para recibirla.

— En lo absoluto, pasa por favor... ¿A qué se debe tu inesperada visita?

— ¿Tengo que anunciarme en mi propia empresa? —inquirió ponzoñosa, aún con esa sonrisa de oreja a oreja podía destilar su veneno.

 Heather negó lentamente y rodeó el escritorio hasta llegar delante de el.

— No, claro que no. Pero no puedo esconder mi sorpresa al verte en mi despacho, jamás has venido a conversar conmigo... —replicó fingiendo demencia a las verdaderas intenciones de la pelinegra—. En fin, toma asiento por favor.

— Supongo que mi presencia ahora es un estorbo para ti, debes de estar demasiado ocupada...

— Por supuesto que no, despreocúpate.

— ¿No? ¿Dices que no estabas haciendo nada importante? Ah... —preguntó con cizaña intentando tratarla de haragana e inútil. La rubia relamió sus labios sin quitarle la mirada de encima a su tía, le gustaba aparentar menos edad vistiendo blazers oscuros con escote pronunciado y tacones de aguja negros. Más que elegante e imponente, lucía tan vulgar como siempre. Vilma la analizaba de la misma manera, era claro que estaba que moría de la envidia por verla a ella, una mujer tan joven y hermosa ser el rostro más llamativo de su propia empresa.

— Bueno, digamos que hace tiempo la empresa se maneja como la primera vez y prácticamente los pendientes no existen... ¡Qué suerte que llegué! ¿Verdad? Fue pan comido arreglar el desastre que había aquí. Perdón, el desorden quise decir.

Vilma tomó asiento frente a ella y cruzó una de sus largas piernas.

 — Qué placidez que te sientas tan cómoda trabajando acá, linda. Pero no he venido aquí precisamente a felicitarte y a elogiarte... Hay algo muy importante que debo decirte.

— Te escucho, soy todo oídos para ti. 

— Verás, ya llevas muchos meses trabajando en mi empresa. Quiero que sepas que si bien al principio me rehusé terminantemente a que trabajaras aquí, me has maravillado con lo que has hecho... Mi adorado esposo estaría muy feliz. —Heather apretó los dientes con fuerza al escuchar aquella mención, era una arpía de lo peor. Escuchaba cuidadosamente cada palabra que le decía, pues creía saber hacia donde se estaban dirigiendo—. Pero como sabes, todo lo que comienza en algún punto debe terminar, ¿verdad?

Inefable DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora