Capítulo 20: El expediente

14 1 0
                                    

Ethan se encontraba recostado en el sofá de su despacho con un trago en las manos. Se sentía verdaderamente abatido, comenzaba a arrepentirse de haberle dicho a Natasha lo que sentía por ella, había cometido quizás otro error más en su vida. Nunca esperó a ser correspondido, de hecho, ni siquiera sabía cuándo había comenzado a sentir cosas por ella. ¿Sucedió cuando la conoció? ¿Cuándo compartieron el mismo trabajo? ¿Cuándo la besó la primera vez? Pasó una de sus manos por su rostro con exasperación, no tenía la menor idea de cómo volver a verle la cara después de todo. Debía asumir las consecuencias de sus actos, esta vez no saldría corriendo. Bebió todo el alcohol dentro del vaso de cristal y se le quedó mirando fijamente, beber era el único pasatiempo que tenía después de lo de Heather, parecía calmarlo y darle el alivio que tanto necesitaba, a veces lo ameritaba y otras no tanto. Tiró el vaso contra la pared de la oficina, estaba furioso consigo mismo y por ser como era. Dejó salir todos sus sentimientos a través de los golpes hacia cualquier objeto a su paso, pateó con toda la ira en su interior la lampara que yacía a un lado de la puerta. Tiró al suelo la pequeña barra que tenía causando un desastre de cristales rotos y el etéreo olor del alcohol comenzaba a colarse por todo el despacho, pero no le importaba nada. Fue hasta el escritorio y sin importarle su trabajo, tiró al suelo el cúmulo de papeles. Jeremy quien había decidido pasarse por la sede de su hermano, se quedó ojiplático al ver la escena que Ethan montaba, totalmente ajeno a su presencia. Algo malo le estaba pasando evidentemente.

— ¿Qué rayos? —exclamó el rubio cerrando la puerta. Ethan se giró aturdido por aquella voz, no lo había escuchado llegar.

— ¿Qué estás haciendo aquí? No es buen momento.

— Si, ya veo que no lo es... —respondió con obviedad. Su hermano puso los ojos en blanco—. ¿Qué te sucede? ¿Todo en orden?

— Oh, claro. Solamente me pareció una buena idea poner la oficina patas para arriba, Jer. —manifestó irónicamente. Jeremy cruzó sus brazos y lo miró con desdén.

— Eres un grosero.

— Dime algo que no sepa, hermano. —dijo haciendo una mueca. 

Jeremy se quedó en silencio por unos segundos y sacó una tarjeta de su bolsillo.

— Está bien. No estás invitado al cumpleaños de Aaron, que lo sepas. —replicó viendo la invitación y volviendo a guardarla. El castaño suspiró con pesadez y se acercó negando con la cabeza.

— Dámela. —pidió con un poco más de calma, y su hermano, aunque dudoso, se la extendió. Ethan observó la foto de su sobrino y no pudo evitar sonreír con melancolía—. No puede ser que esté a punto de cumplir dos años, Dios... 

— Sí, lo sé. El tiempo pasa volando y no perdona absolutamente nada. —comentó sonriente y sin pensarlo. Vio la expresión incómoda de su hermano y rápidamente se retractó—. Lo siento, no es lo que quise decir, yo...

— Ya basta, tienes todo el derecho de festejar a este bodoque de cachetes... Tranquilo.

— ¿No vas a decirme lo que te pasa? Sé que la consejera emocional es Ivonne, pero sabes que está de viaje y me toca a mi reemplazarla... —objetó elevando sus cejas a la vez.

 Ethan rio amenamente y guardó la invitación dentro de su traje.

— Es una estupidez, como siempre.

— Ethan, solo dilo y no molestes. —bromeó golpeándolo en el pecho.

— Me gusta una mujer. Se lo dije y creo que la lie y muy grande. —se giró sobre sus pies y comenzó a recoger los papeles—. Me siento culpable porque no puedo dejar de pensar en Heather cuando la pienso.

Inefable DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora