Había pasado casi una semana de aquel encuentro poco agradable entre Heather y Leonardo. Durante ese lapso de tiempo, no cruzaron ni una sola palabra cosa que lo volvía loco, la extrañaba. Pero cuando era terca, ni quien pudiera con ella. El hombre se hallaba sentado en la cocina bebiendo su café mientras desayunaba algo ligero. Revisaba unos papeles antiguos, al parecer había encontrado muy en el fondo de su guardarropa un bolso bastante desgastado donde guardaba cientos de expedientes viejos, los cuales en su mayoría les pertenecía a sus primeros pacientes, algunos pacientes que conoció, y otros que no conoció personalmente pero que colaboró en sus casos cuando fue requerido. "Persona de género femenino de dieciocho años con trastorno de personalidad múltiple, presenta comportamientos erráticos en muchas ocasiones lo cual nos lleva a diagnosticarla, luego de dos meses bajo observación, con esquizofrenia paranoide, trastorno explosivo intermitente y....". Leonardo se frustró al no poder continuar con la lectura, pues el papel estaba dañado, como si algún líquido o sustancia se hubiese vertido encima de él. Tampoco alcanzaba a leer con claridad el nombre de la paciente, pero estaba casi seguro de que se observaba una de y una ese, aunque más allá de esas iniciales no comprendía nada. Oyó los tacones de Heather acercándose a la cocina y decidió acomodar un poco el desorden. Aun así, cuando ella entró al lugar ni siquiera se inmutó de su presencia, seguía molesta. Se sirvió un poco de zumo de naranja sin decir nada, indiferente era más fría que el mismo hielo y de eso estaba seguro.
Sin temor alguno, Leonardo aclaró su garganta y habló firme.
— Un conocido me ha prestado su jet privado, nos lo dará pasado mañana. En un par de días volvemos a Chicago. —Heather estaba a punto de salir de la cocina cuando esa oración la detuvo en seco. Se volteó para verlo a los ojos después de tanto tiempo sin ningún tipo de contacto, pero se quedó en silencio y se mantuvo inexpresiva por varios segundos. Él elevó las cejas incitándola a responder, pero no decía nada—. ¿Y bien? ¿No estás contenta?
— Está bien.
Pretendía irse, pero nuevamente su voz la detuvo.
— ¿No vas a preguntar nada acerca de eso?
— No. —comentó seria, sabía que Leonardo seguía desconfiando de ella.
— Heather... No puedes seguir molesta conmigo solo porque busco cuidarte, me importa que estés bien. Pero me parece que no te estás fijando en eso, y quieres pensar que te estoy reteniendo o impidiendo que te vayas. Te dije que iríamos juntos, pero no quería acelerar nada.
— Ese es el problema, piensas que soy una niña indefensa que necesita ser monitoreada a cada segundo. Estoy bien, siempre lo estuve.
— Sabes que no es cierto.
— Sabes que me importa un cuerno lo que pienses. —refutó terminantemente. El castaño frotó su rostro con las manos, exasperado.
— A ver, no se trata de eso. Sabes que confío plenamente en tus capacidades, en quien eres y hacia dónde vas, pero...
— ¿Pero qué, Leonardo? ¿Qué es lo que quieres realmente de mí? —el hombre se puso de pie y caminó en zancadas hasta llegar a ella, lo cual la dejó perpleja pues no se lo vio venir.
Tragó saliva cuando él posó sus enormes manos en su cintura, rodeándola casi en su totalidad.
— Tengo miedo. —dijo en un murmuro apenas audible. Ella lo miró confundida.
— ¿A qué le tienes miedo? Dime, ¿por qué evitas que avance?
— No quiero perderte, Heather. No quiero que todo esto de regresar termine por consumirte de alguna forma u otra, no quiero terminar quedándome solo porque te lastimes al adentrarte en esa venganza o... O porque vuelvas a caer rendida a sus pies.
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Inefable Delirio
RomanceLuego de fingir su muerte, Heather comienza a maquinar en su mente las nuevas piezas de su juego. Vengarse de quienes la hirieron y hacer justicia por las infamias y torturas a las que fue sometida. Para ello deberá regresar usando una nueva identid...