Capítulo 47: Mis problemas y mi pasado

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Seishu observó a Hajime: como sacó una pequeña caja con seda de la mesita de noche a un lado de su cama, también una pequeña bolsa con hierva adentro y sacó un poco. La puso sobre la hoja de ceda, bastante a vista de Seishu, y enrolló toda la hierva en la seda, al final pasó su lengua por un extremo de la hoja para que se pegara y ya tenía armado el porro.

Seishu cerró la puerta con seguro cuando vio las intenciones de Koko. El dueño de la habitación abrió la ventana del balcón para que entrara el frío viento de invierno y se sentó en el centro de su cama. Prendió la punta de porro y aspiró repetidas veces con los ojos cerrados, sintiendo el humo pasar por su garganta hasta sus pulmones.

— Oye...— Seishu se acercó lentamente a él y se sentó frente a Koko mientras lo veía fumar hierva.— ¿Estás bien?— Koko levantó su mirada para ver a Seishu.

Sus ojos estaban rojos, Seishu no sabía si por fumar o porque estaba a punto de llorar.

— ¿Te parece que esté bien?— Preguntó con ironía. No, claro que no estaba bien.

Seishu no dijo nada al respecto, sólo lo miró con esos ojos triste que Hajime se esforzó para no mirar, porque sabía que eran de lástima, y el odiaba rotundamente que le tuvieran lástima. Seishu se bajó un momento de su cama y fue por los cigarrillos que estaban en su mochila. Tomó la pequeña caja y fue con Hajime otra vez, sentándose en el mismo lugar.

Ahora Koko lo observó a él: como Seishu sacaba un cigarrillo de la caja, junto al mechero, como ponía el cigarrillo entre sus rosados labios y luego prendía la punta para inhalar una larga calada mientas cerraba los ojos. Koko se fijó hasta en el rubio de las pestañas de Seishu y lo delicado que se veía, igual a una chica, sólo que no lo era, era un chico, con el que follaba a pesar de saber que estaba mal.

— ¿Fumarás conmigo?— Preguntó con una pequeña risa.

— No me gusta el porro, así que por lo menos me fumaré un cigarrillo.— Dijo encogiéndose de hombros, sintiendo lo incómodo que le quedaba el traje que le había prestado Hajime para la cena de navidad.

— Pero has fumado un porro conmigo.— Hajime ahora hablaba más tranquilo y sus ojos parecían cansados, como si quisieran cerrarse. La droga estaba haciendo efecto.

— Aún así prefiero mis cigarrillos.— Seishu inhaló otra calada, sintiéndose algo drogado también.

Un silencio recorrió la habitación, aunque no era incómodo, ni pesado, ni tenso, era un simple silencio cómodo.

— Ven.— Dijo Koko cuando Seishu inhaló una larga calada de su cigarrillo.

Seishu ladeó la cabeza cuando Hajime le dio varias caladas profundas a su porro y luego se acercó a él. Las manos de Hajime fueron a cada lado de su cabeza y lo acercó a él, a su rostro, besándolo sin previo aviso. Koko hundió su lengua en su boca, pero no fue un beso desesperado ni hambriento de lujuria, sólo un simple beso con lengua, lento y tranquilo, mientras ambos intercambiaban el humo en sus bocas.

Sus miradas conectaron aún con sus labios juntos, una mirada que no decía nada y a la vez todo.

Sus labios se separaron luego de unos largos segundos. El humo se esparció por la habitación y sus miradas se conectaron en silencio: verde contra negro, igual que aquella primera vez. Quien diría que las cosas llegarían a este punto en ese momento.

— ¿Puedes contarme más de ti?— Preguntó Seishu en un tono bajo, tranquilo, para no sonar muy abrupto.

— Imagino que tienes muchas preguntas luego de todo lo que has visto ¿verdad?— Seishu asintió.

— Esta mañana hablé con tu madre, me dijo que nunca has podido vivir tu vida por ti mismo.— Koko suspiró.

— Bueno... supongo que tiene razón. Mis padres siempre fueron una mierda.— Confesó inhalando una calada del porro.— Las cosas empezaron mal desde aquella vez que te conté, cuando ellos pelearon y vi todo, desde entonces supe que mi madre era una zorra y mi padre un violento.— Su mirada fue hacia sus manos sobre su regazo.— Mi padre siempre me educó para ser el mejor, era exigente y estricto, me golpeaba cada vez que hacía algo mal, como ya has visto.— Seishu apretó sus labios al recordar aquellas escenas.— Mi madre me incentivaba a eso también, por eso me enseñó a ser amables con todos, a pesar de que quisiera cortarles la yugular con mis dientes. Ser falsa es parte de ella, y ahora también de mi.— Suspiró.— Mi padre me inscribió en las mejores escuelas y quería que yo fuera el mejor en todo, pero con el tiempo vio que me desarrollaba mejor en los deportes, así que me anotó en clases de fútbol.— Hajime hizo una pausa antes de continuar.— La primera clase fui un desastre, no sabía nada de fútbol, no coordinaba mis pies y los demás niños ya sabían jugar, así que me quedé atrás, lo arruiné todo.— Otra calada fue inhalada cuando Koko recordó la angustia de ese momento.

Porquería Adolescente // KokonuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora