Capítulo 33: Nuestro pasado

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El sol quemaba en el día de verano, los pájaros se oían entre los árboles y sobre el cielo azul completamente despejado. El agua se oía fluir cerca por el río, era uno de los pocos lugares donde estaba fresco.

Por aquel lugar, un chico pelinegro caminaba por la cera, suspirando porque su madre lo había mandado a buscar algo con el calor que hacía afuera. Caminando por al lado de unos arbustos con un palo en su mano y pasándolo por los dichos arbustos, tarareaba una canción que había oído antes de salir de casa. Puede que tenga dieciocho años, pero para él era completamente normal hacer eso como si fuera un niño.

— Auch.— Hasta que algo lo detuvo.

Había oído a alguien soltar un pequeño quejido y dada la casualidad, también había sentido golpear algo por el palo que llevaba en su mano. Se detuvo y retrocedió algunos pasos para asomarse entre los arbustos, viendo a un niño pequeño, de cabello rubio sobando su cabeza. A decir verdad, le daba ternura.

— Lo siento ¿te golpee?— Preguntó mirando al niño agachado en el suelo.— ¿Qué haces ahí, por cierto?— El niño subió su mirada hacia él. Los ojos verdes se veían grandes y vacíos, y aquella cicatriz contrastaba bastante con su blanca piel.

— Me estoy escondiendo.— Respondió en un tono de voz sumamente bajo. El pelinegro alzó sus cejas, pasando del otro lado de los arbustos para sentarse al lado del niño.

— ¿De quien?— Preguntó ladeando la cabeza.

— De mamá, ella está asustada.— Respondió con ese tono de inocencia típico de los niños pequeños.

— ¿Uh? ¿Por qué?— El mayor arqueó una ceja mientras veía al rubio apretar sus labios.

— Porque denunció a papá, él va a estar muy enfadado.— El niño tembló, tocando la cicatriz en el costado izquierdo de su rostro.

El más alto lo observó, el niño parecía asustado por como su pequeño cuerpo temblaba, pero al oír su voz y ver su rostro, parecía completamente inexpresivo, como si él mismo se quisiera abstenerse de mostrar una sola emoción.

El pelinegro apretó sus labios, sintiéndose mal por ese niño. Era pequeño y al parecer tenía muchos problemas en su hogar. Suspirando apoyó uno de sus brazos en su pierna y su mentón en su mano, viendo al chico bajar la cabeza, totalmente indefenso y sumiso.

— Oye ¿cómo te llamas?— Preguntó el mayor.

— Uhm... Seishu.— Respondió volviendo a levantar la mirada hacia la oscura del mayor.

— Soy Shinichiro ¿te gustaría venir conmigo? Sé de un lugar especial para esconderte de todo.— Los ojos verdes parecieron tomar un pequeño brillo cuando la pequeña sonrisa de Shinichiro adornó su rostro.

— C-Claro.

— ¡Shinichiro-kun, hola!— Exclamó el pequeño niño entrando a la tienda con una enorme sonrisa

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— ¡Shinichiro-kun, hola!— Exclamó el pequeño niño entrando a la tienda con una enorme sonrisa.

Shinichiro levantó la mirada cuando oyó la pequeña campanilla de la tienda por la puerta abierta, junto con aquella voz suave y algo chillona. La sonrisa del pequeño niño era amplia y brillante, como últimamente era cada vez que venía a visitarlo. Lo había conocido hace algún tiempo, y desde entonces había estado viniendo a la tienda de motocicletas bastante seguido.

Porquería Adolescente // KokonuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora