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— ¡No! Claro que no. Apenas lo conozco hace una semana... Nadie podría enamorarse tan rapido. — contesté.

— En Japón se dice que si te enamoras rápido es porque es el indicado.  — respondió con emoción.

— Cállate azumi.

— Me callo.

— Me gusta Marcos, ¿Si? — murmure con obviedad.

— ¿Segura?

— Solo lo estoy conociendo, es agradable y buen chico. No deberían apodarlo cómo raro. — contesté soltando un suspiro.

DOS DÍAS DESPUÉS

Bajé del auto de Marcos y caminé esbozando una sonrisa al sentir su brazo pasar mi hombro.

— ¿Que harás hoy? — preguntó.

— Aún no tengo planes pero creo que dormiré todo el día. — respondí caminando hacia mi casillero.

— Vamos, salgamos a algún lado. — contestó.

— ¿No tienes entrenamiento? — pregunté.

— No, toda la noche libre.

Cerré la puerta del casillero y suspiré hondo.

— Vamos a un Bar. — contesté.

— ¿A un Bar? ¿Tú yendo a un bar? — preguntó sonriendo.

— Ja ja, que gracioso.

Si, todos me caracterizaban con la novia aburrida y a la vez divertida que tenía Marcos.

No me gustaba bailar porque realmente me daba timidez con quién fuera o quien estuviera a mi alrededor pero disfrutaba mucho de las bebidas alcohólicas que suele preparar Marcos ya que de alguna manera le saca lo fuerte y amargo convirtiéndolo en algo dulce y suave.

Marcos invitó a sus amigos apenas pisó el salón y durante todo ese horario, esperé a la llegada de Sunghoon pero no llegó.

Una vez que llegó la noche, me di una ducha, me hice un tratamiento en todo mi rostro, me vestí y me maquille para salir apenas Marcos dijo que estaba llegando.

Cerré la puerta detrás de mi y comencé a cerrar con llave mientras oía como una puerta se abría.

— Hey

— Oh, Sunghoon... Hola. — contesté dando una sonrisa.

Sunghoon me miró disimuladamente de abajo hasta arriba y tomó el diario que no había agarrado está mañana.

— Faltaste hoy. — contesté guardando las llaves en mi bolso.

— No me sentía bien. — contestó enrollando el diario.

— oh... Uhm, que pena. — contesté.

Me quedé haciendo contacto visual con Sunghoon hasta dejar de hacerlo al sentir mi teléfono vibrar.

Seguramente se trataba de Marcos quien me esperaba en la entrada.

— Debo irme, cuídate. — respondí empezando a caminar.

𝐏𝐨𝐥𝐚𝐫𝐨𝐢𝐝 𝐋𝐨𝐯𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora