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Miré los labios de Kento por cortos segundos y los besé mientras disfrutaba de sus caricias en mi cuerpo.

Me senté en sus piernas y empecé a mover mis caderas, así rozando con el bulto de su pantalón.

— oh... Tn... — Susurró.

Seguí con mis movimientos y a medida que Kento me sacaba la remera y el brasier se volvía aún más excitante.

Tomé la camisa de Kento y se la saqué para dejarla en los asientos traseros, desaté mi cabello y pasé mis manos sus hombros y pecho.

Él también va al gimnasio...

Me alejé de Kento y dejé que quedara completamente desnudo para pasar a los asientos traseros y dejar que se sentara.

Lamí mis labios y me acomodé sintiendo como introducía su miembro en mi intimidad y una vez que lo hizo, empecé a dar cortos saltos.

Las manos de Kento acariciaron mi cabello y luego fueron bajando a mis caderas, las cuales apretaba de una forma placentera llegando al punto de ayudar con los pequeños saltos.

Las ventanas del auto se empañaron por el cambio drástico del ambiente pero aún así, seguí.

Gemí varias veces por los besos en mi cuello y hombro ya que claramente lo estaba disfrutando.

— No me importa si tienes novio — Susurró Kento en el oído de Tn.

— Está noche prometo que te haré dudar de eso. — Susurró nuevamente.

MAÑANA SIGUIENTE

Estiré mis piernas hasta el punto de golpear los talones de mi pie con la puerta del auto.

Abrí mis ojos y recordé todo lo de anoche, absolutamente todo.

— Buenos días cariño. — Susurró Kento dejando un corto beso en los hombros.

Me senté y tapé mi cuerpo con la camisa de Kento.

Ya no estaba lloviendo y había un hermoso sol delatando al auto debajo del árbol.

— ¿Que hora es? — pregunté.

— Son las 9.

El entrenamiento de Sunghoon.

— tengo que irme.

— ¿Así de rápido?

— Hablo enserio Kento. — respondí tomando mi bragas y poniéndome con rapidez.

— Bien bien, ¿A dónde te llevo? — preguntó vistiendose.

— a mi casa y luego a la escuela iré sola.

— Entiendo.

Me vestí y me hice un rodete para soltar un suspiro y sentarme soltando de imprevisto un quejido.

— agh...

— ¿Estás bien? — preguntó Kento conduciendo y bajando la ventanilla.

— Si, lo estoy.

No, me duele todo el cuerpo.

𝐏𝐨𝐥𝐚𝐫𝐨𝐢𝐝 𝐋𝐨𝐯𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora