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—Puta mierda —María acelera y yo solo cruzo los dedos para que lleguemos a tiempo.

El suicidio no es la única opción de eliminar los problemas.

Se me escapan varias lágrimas y me limito a pensar que me tenía que tranquilizar.

Lorena no nos dijo "eso" sólo lo tomamos como una conclusión.
Agarro mis manos entre mi cabeza mientras la agacho a nivel de mi rodilla.

1, 2... Respira.

1... inhala.
2... exhala.

—Todo va a estar bien —María me acaricia el pelo y la miro con los ojos llorosos y niego con la cabeza.

—Es mi culpa —digo en un hilo de voz, rota.

—Nada es tu culpa Val, además no sabemos si...

—¡Es obvio que sí María! ¿Qué más estuviera haciendo ahí en un lugar abandonado? ¿Por qué me escribiría diciéndome que me quiere?

Suspiro y cierro los ojos fuerte evitando las lágrimas.

Llegamos rápido al lugar, este estaba casi en la nada, no había otro edificio al rededor de este, tenía una larga malla que cubría casi toda la cuadra.

Antes de que estacionara bien María, abro la puerta y salgo, me acerco a la puerta y la abro.

En cuanto lo hice sentí más presión en el pecho y mi respiración se agitó.

Busco por ella en todo el primer piso apresurada, abro cada una de las puertas con esperanza y me desiluciono en cada una.

—Busquemos arriba —María apunta hacia la escalera.

Le doy una mirada de agradecimiento al no protestar por haber venido aquí, sé que no le cae bien Lorena y valoro mucho el hecho de que está poniendo un poco de su parte al querer ayudarme.

Subo corriendo al segundo piso.
Abro una de las puertas y nada, corro hacia otra y me tropiezo.

Miro el suelo sin ilusión y un sollozo se me escapa.

—¡Debe de estar por algún maldito lugar! No puede ser que se haya...

Me tapo la boca al imaginarme la escena y niego poniéndome de pies.

María me dirige una mirada melancólica, me limpio los ojos buscando en otra habitación.

—¡Lorena! —grito como si mi vida dependiera de ella —Lo... —se me quiebra la voz y se me vuelven a escapar varias lágrimas — Lorena... — lloro sin encontrarla.

—Vamos Val —me anima —, faltan dos habitaciones, tú busca en una, si no está en ninguna... —María no termina su oración y suspira lléndose del cuarto.

Corro hacia uno de ellos con mi corazón latiéndome a mil, agarro el manubrio de la puerta desaminada, suelto un gran suspiro y la abro.

Mis ojos se vuelven a nublar y se me revuelve el estómago al verla.

—Lolo — La llamo en un susurro inaudible.

Miro mis manos temblar y suelto apresurados y profundos suspiros.

De repente, empiezo a sentir mucho frío, escucho los cautelosos pasos de María detrás de mí y le indico que pare.

Lorena estaba encogida en una silla con la cabeza agachada sobre sus rodillas y sus manos agarrándose los tobillos.

Doy un paso para entrar al cuarto y el suelo debajo de mí cruje. Lorena levanta la cabeza y nuestras miradas se encuentran.

Me preocupo al ver sus ojos hinchados con unas grandes ojeras debajo de ellos.

Viviendo En Mentiras ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora