21♤

31 34 0
                                    


Miro con asombro en el lugar en el que estoy.
Parecía un verdadero palacio de reyes, una decoración profesional, grandes tarones con tulipanes blancos por todo el salón, una enorme lámpara de araña guindando en el techo, sin olvidar una hermosa escalera de caracol que llevaba al segundo piso.

Todos a mi alrededor estaban vestidos muy formalmente como si en una celebración de una duquesa estuviéramos.

Miro con extrañeza al fijarme que todos tenían puesto una máscara blanca con plumas y algunas gemas encima, toco mi rostro para asegurarme si yo también andaba una, pero al parecer era la única que no la traía.

Doy media vuelta lentamente tratando de identificar a algún conocido, pero era algo imposible por el tipo de vestuario que andaban y la máscara.

Miro hacia el suelo percatándome que andaba un vestido.
Este era color beige, en la parte de arriba había un corsé, dándole un efecto más curvilíneo a mi cintura; el resto del vestido era suelto, no tenía mangas sino una tira de tela que caía a ambos lados de mi hombro dándole un estilo sexy.

Toco mi cuello al sentir algo en el, bajo mi mirada tratando de ver el collar que llegaba hasta mi clavícula, pero era algo imposible de hacer, era lo suficientemente corto para poder observarlo sin un espejo.

Llevaba puesto algunas joyas, en mi muñeca una pulsera dorada con unas pequeñas gemas circulares en ella, en mi dedo meñique, estaba situado un pequeño anillo con una pequeña flor en el.

Levanto mi mirada al sentir la sensación de ser observada.

Entre el gentío visualizo a una chica caminar decidida hacia mí. No sabía quién era, sólo que era rubia.

Su vestido igual de suelto que el mío se movía con cada paso que daba y me cuestiono si era a mí a quien buscaba.

Debía de ser eso, caminaba en línea recta hacia mi dirección.

Se detiene frente a mí y no me resisto en mirarla directo a los ojos. Por la máscara era casi imposible, pero ahí estaba ella, mirándome de manera profunda y amenazadora.

Tu es belle.

Frunzo el ceño al escuchar aquella voz tan familiar.

¿Dónde está tu máscara?, se supone que no tenía que saber que eras tú.

Lo siento, pero ¿quién eres?

Acerca su rostro al mío y me alejo un poco. La chica me toma de los hombros y se acerca lentamente a mis oídos.

Vayamos a un lugar más privado, Valentina. Aunque no puedo creer que no sepas quién soy, o sea, ni mi voz —me susurra de forma suave quitándome todas las señales de alarma que tenía.

Entrelaza nuestras manos y empieza a caminar delante de mí guíandome hacia algún lugar que desconozco.

La chica daba grandes y largos pasos mientras que yo caminaba de forma rápida sin que mis pies se pudieran extender ni a medio split. Mientras avanzábamos por casi todo el salón, me di cuenta que nadie nos miraba, no es como si fuéramos invisibles, todos estaban en sus cosas, pero nadie nos observaba cuando volteaba a ver; o era sólo ese punto de visión que mis ojos me podían dar.

De repente todo se volvió un poco más oscuro y ya no estábamos en el gran e iluminado salón, entramos a un pasillo en el que habían varios cuadros, todos extendiéndose hasta el lugar en el que llevaba el misterioso pasillo.

La chica se detiene abruptamente y choco contra su espalda accidentalmente. Ahora ni siquiera la podía mirar bien, la luz era demasiado tenúe hasta para mirar mi propia sombra.

Viviendo En Mentiras ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora