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Me separé rápidamente de ella, golpeándome contra la pared que estaba detrás de mí.

Nos quedamos viendo a los ojos y veo que empieza a pestañear repentinamente. Su mirada se dirige al suelo donde habían dos toallas tiradas y las agarra.

—Toma —me la extiende cabizbaja.

Me enrollo en esta sintiéndome un poco incómoda.

Observo a mi alrededor y sigo sin poder comprender qué es este lugar. Ella me oculta algo y voy a averiguarlo.
Me decido por preguntarle.

—Oye...—me mira indicándome a seguir hablando —¿A dónde nos lleva este pasillo? ¿Por qué nos estamos escondiendo de alguien? —le cuestiono esperando su respuesta. Me frunce el ceño y me imagino que está asimilando una respuesta indicada o solo está pensando cómo decirme que me calle.

Es el tipo de persona que no le gusta ser interrogada. Cuando ella cree que es el momento indicado para decirte el problema, lo hará. No le gusta sentirse presionada por comentarios interrogativos, peor si ella no está preparada.

María no dice nada y sigue sin quitar su mirada punzante sobre mí.

—Eh... —balbucea. Me preparo para lo que va a decir. Cruzo los dedos —Al parecer han hackeado el sistema y eso es malo, se supone que solo nosotras sabemos cómo entrar a aquí — parpadeo varias veces sin entender nada —. Digo, allá afuera. El hecho de que pudieron hackearlo es porque deben ser muy buenos. En el sistema tenemos que poner nuestras huellas para poder entrar...

Parece que querría añadir algo más, pero no lo hizo. No respondió mi primera pregunta y siento que me sigue ocultando algo, así que intento volverla a interrogar.

—Val —suelta un suspiro —, ya verás hacia dónde nos llevará, pero quiero que sepas que no le tienes que mencionar nada de esto a nadie, y cuando salgamos de aquí, solo guárdatelo, no me preguntarás nada de lo que viste aquí. Entonces solo guárdate tus comentarios que no te responderé ni uno más, aún no estás preparada y si me ves como fuente de respuestas te lamentarás, ni se te ocurra subestimarme, ni usarme, Valentina, tú aún no sabes las profundas oscuridades que puede tener una persona y no los querrás descubrir porque cuando lo hagas apenas comenzará el juego y tú... tú aún no sabes lo que es vivir —sus últimas palabras me hicieron sentir una oleada de escalofríos por todo el cuerpo, me quedo de pie, inmóvil, sin nada que decir, mirando esos hermosos ojos azules con miedo.

Decía la verdad y eso me asustaba, no veía ninguna pizca de falsedad en su mirada, solo sinceridad. Tengo la sensación de que esto ha sido lo más honesto que me ha dicho y por primera vez en todos estos años de amistad, me estoy preguntando si en verdad la conozco perfectamente.

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Después de estar caminando como por cuarenta minutos, Mari se detiene bruscamente y yo también lo hago. Minutos atrás me había dejado con la boca cerrada y todas mis dudas habían vuelto y estaba más confundida.

—Ponte de este lado —me ordena. Pone su dedo en un espacio que ni siquiera me había percatado. Luego, de algún lugar del suelo, sale una escalera de metal que sube hasta el techo. Sale otro lugar para insertar un código y otro más, ¿cómo es que no se le olvidan? Tengo 20 y pongo contraseñas diciendo: esta no se me va a olvidar y cuando la necesito, como siempre, ¡se me olvida!

Parte del techo se abre lentamente.
Creo que ya llegamos a nuestro destino.

—Sube, Valentina.

—B-Bien —agarro el metal frío y empiezo a subir cada uno de los escalones. Miro hacia el techo y veo solo oscuridad, pongo mi pie en el último escalón y suelto un quejido cuando mi cabeza choca contra algo —. Hay algo allá arriba... —le informo a mi amiga.

Viviendo En Mentiras ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora