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Enciendo la luz y ¡santa virgencita de los ovarios!, María estaba recostada en la cama con encaje negro.

Levanta la mirada y me sonríe cuando nuestras miradas se cruzan.

—Anoche me dijiste que hoy lo haríamos. Ven acá —camino cohibida hacia ella, me siento en la cama y trato de mirarla solo a los ojos —¿Te gusta?

Asiento repetidas veces.

Le quedaba buenísimo.

Andaba una mini tanga que, ¡santo cielo!, se veía hermosísima, sus piernas, su cuello al descubierto y sus pechos que sólo lo cubrían una delgada tela de... sostén no era, porque tapada no estaba.

—Quítate la bata.

Lo hago lentamente y cuando termino me quedé completamente expuesta, aprieto mis piernas y me agarro ambas manos.

—Joder... Lali estás divina, te ves preciosa con eso encima. ¿Cuándo pensabas quitarte la bata?

—Me da pena.

—No te da pena estar desnuda pero sí así —muerdo mis labios —. Ya deja de morderte los labios linda, ya me tienes mojadísima.

Aprieto más mis piernas por la nueva humedad que se estaba formando en mi intimidad.

—Tócame —me digno en decir y María se avalancha sobre mí.

Su cuerpo queda encima del mío y me besa fugaz. Me acaricia las piernas y suelto un jadeo cuando su dedo toca específicamente en mi clítoris.

—Ahora di que no deberíamos estar haciendo esto, porque te lo quiero hacer miles de veces —niego y me agarro de las sábanas cuando mete su mano por debajo de la tela y me acaricia —. ¿Quieres seguir? —asiento repetidas veces.

—Ajá —cierro los ojos cuando su dedo comienza a jugar con mis jugos y humecta mi zona con el resto de este.

Me termino recostando en la cama con la respiración acelerada, abro mis piernas dándole acceso y María chasquea la lengua.

—Amo verte en eso pero te lo tendré que quitar, prefiero sentir tu piel contra la mía sin ser interrumpida por una tela.

Me quito la prenda desde mi lugar y María hace lo mismo.

》Separa tus piernas —lo hago lentamente y la miro con duda cuando se comienza a agachar.

—¿Que harás?

—Te lameré.

—N-no es necesario, n-no quiero que tu...  ¡Ngh! —me muerdo los labios cuando se me escapa el primer gemido.

María pasa su lengua por mis pliegues y juega con mi clítoris cuando llega a esa parte. Daba lamentadas y succiones, actos que me hacían estremecer y disfrutar de la sensación con los ojos cerrados.

—¡Mierda! —se me escapa cuando sus dedos comienzan a jugar con mis pezones ya errectos.

Agarro las sábanas como si dependiera de ello, remuevo mi cabeza hacia todas las direcciones cuando el placer se extiende por todo mi cuerpo.

María comienza a relamerme en esa zona tan sensible.

Y ahí estaba la sensación de querer más y más, pero de no querer terminar ahora.

Volteo los ojos cuando lo comienzo a sentir, agarro las sábanas con más fuerza mientras que mis jadeos estaban descontrolados hasta el punto de que la sensación de que ya iba a terminar me excitaba más, quería sentirlo.

Mi corazón latía rápido y estaba sudando más que nada, la mano de María me acaricia en la zona exacta por unos segundos y eso me bastó para llegar a ser un mar de sensaciones y fluidos. Arqueo la espalda cuando el sentimiento gustoso de haber llegado al máximo recorre todo mi cuerpo y lo transforma en alivio y felicidad.

Viviendo En Mentiras ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora